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S.L.P.: Arrogancia y desgobierno

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A c e n t o 

SALVADOR  FLORES  LLAMAS 

La tierra de Manuel José Othón, Francisco González Bocanegra, Ponciano Arriaga, Salvador Nava Martínez, Julián Carrillo, Antonio Díaz Soto y Gama, Joaquín Antonio Peñalosa, Fermín Rivera,  Fernando Z. Maldonado, Lupe Vélez y tantos personajes, tiene un gobernador arrogante, un edil capitalino negociante y populista y ambos se dan el quien vive por su ineficacia.

 

Tras el desgobierno de Fernando Toranzo, a quien no le interesó el estado y dejó a su esposa otorgar cargos y negocios a familiares y amigos; San Luis Potosí esperaba una nueva alba, pero el PRI puso de gobernador a un maromero político y cedió la alcaldía capitalina al PRD por maniobras bajo la mesa.

Si resucitara el Dr. Salvador Nava, el gran líder cívico, lloraría ante esta cloaca: un gobernador Juan Manuel Carreras López, que llegó por el PRI tras haber sido funcionario del gobierno de Felipe Calderón, su ex condiscípulo en la Escuela Libre de Derecho, y aparece tardísimo en los actos con gran desprecio para su pueblo y se regodea en darle atole con el dedo.

Un botón de muestra: en la mañana más cruda del invierno pasado llegó después de hora y media al acto, en el patio central del Palacio de Gobierno, para crear la Comisión para Vigilar la Impartición de la Justicia del Estadio con mil personas (profesionistas, empresarios, líderes sociales, políticos y demás), comisión que –el colmo– duerme el sueño de los justos

El navismo se diluyó: ninguno de los hijos de Dr. Nava, que se sintieron sus herederos políticos, tiene formación ni trayectoria políticas y se uncieron a López Obrador en su rabiosa industria del rencor y desaforada ambición presidencial. 

La más preparada es la única hija Concha Lupe, pero ser esposa del exgobernador priista Horacio Sánchez Unzueta la llevó a un conflicto de intereses y a adoptar un perfil bajo. Como Horacio impulsó la campaña electoral de Peña Nieto, hoy disfruta jugosos negocios y canonjías.

Pobre de SLP, está para llorar: Toranzo y Carreras resultaron hueros, sin contenido. Dicen que el “güero” Carreras todavía no sabe que es gobernador, presume ser protegido del arzobispo Jesús Carlos Cabrero Romero y aún se siente en el Instituto de Educación Productiva, S, C, (EDP), universidad, que él creó y que creció desmesuradamente.

El alcalde capitalino Ricardo Gallardo Juárez es padre de Ricardo Gallardo Cardona exalcalde de Soledad de Graciano Sánchez, que renunció al cargo para lanzarse a gobernador, pero fue consignado al penal de Hermosillo por lavado de dinero y delincuencia organizada. Ambos fueron presidentes municipales de Soledad, postulados por el PRD.

Ahí entró al juego el famoso “Calolo”, Fernando Pérez Espinoza, largo tiempo militante favorito del PRI; como no aguantó que Carreras fuera el escogido para gobernador, dio el chaquetazo y lo lanzó el PRD. Mas Gallardo Juárez, actual edil perredista de la capital potosina,  canjeó los votos del “Calolo” para que ganara Carreras, a cambio de la salida de la cárcel de su hijo Gallardo Cardona y beneficios ubérrimos para Pérez Espinoza.  

“El Calolo” tiene su historia, tricolor de abolengo, fue presidente estatal del PRI y ocupó altos puestos en el gobierno. Hizo su agosto como presidente del comité organizador de la Feria Nacional Potosina: le construyó grandes instalaciones y su tienda “El Tornillín Eléctrico”  fue la proveedora de todo el materia eléctrico, después  se expandió y él se convirtió en empresario próspero; todo un priista emblemático. 

El alcalde Gallardo Juárez tiene fama de bravo para “los entres” en dólares o en especie por permitir construir edificios o abrir negocios: por un hotel mediano “la mordida” es de 2 millones de billetes verdes; por un edificio hay que ceder del 10 al 15% del mismo; por un grandecito entregar dos pisos y escriturarlos a quien se indique. Si no se cubre la cuota, no puede construirse y si ya se empezó, “pos lo sentimos mucho”, 

Al cabo los Gallardo se cubren con su populismo: obsequian una comida semanal a la raza con unos 3,000 invitados; tal es su respeto para sus gobernados y la formación cívico-política que les imparten. Y luego se quejan de que el PRD esté a punto de desaparecer, porque no aprendieron nada de la “honestidad valiente” del Peje.

A ver si eso no degenera en otro cacicazgo, como los del general Saturnino Cedillo y de Gonzalo N. Santos, “el señor del Gargaleote”, que decía ser “como el Alazán tostado, primero muerto que cansado”, que “la moral es un árbol que da moras”, y cayó porque López Mateos no le perdonó haber asesinado en su nariz al líder de las juventudes vasconcelistas Germán del Campo.

Con todo, ya no es cierto que “fuera de México todo es Cuautitlán”, pues la Ciudad de México padece un desgobierno de pronóstico: Miguel Ángel Mancera (lanzado también por el PRD) quiere que los problemas se resuelvan solos (ahí está de prueba la altísima contaminación) y para todo levanta la mano y pide limosna a la Federación, como si el erario capitalino sólo sirviera para pagar su campaña de precandidato presidencial ya confeso, sin contar todos los “entres” y negocios que le atribuyen.

Con decir que hasta del porcentaje que deben recibir los vecinos de los parquímetros se apodera.

[email protected]

@chavafloresll

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