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¿Proteccionismo o libre comercio?

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POR LA ESPIRAL

Claudia Luna Palencia

@claudialunapale

Ante todo se trata de una muy clara disyuntiva, al menos en el terreno de lo comercial: proteccionismo o libre comercio; o blanco o negro o paraíso o infierno. Quizá por ello la definición del Reino Unido no puede ser tan ambivalente quiere  romper sus lazos con la UE porque cree en el proteccionismo, sin embargo, al mismo tiempo pretende un libre comercio con Estados Unidos.

 

¿Se entiende la contradicción? Es como pretender bajar de peso, ponerse a dieta, a base  de comer hamburguesas y batidos de chocolate. El futuro comercial de Reino Unido es francamente una incógnita porque además por momentos Theresa May, su primera ministro, deja entrever que después del Brexit negociarán un acuerdo comercial “a la carta con la Unión Europea”.

Todavía le cuelga al asunto porque el Parlamento británico ha dicho que sí va la desconexión pero el procedimiento para hacerlo durará hasta 2019 o hasta 2021 todo depende de un Brexit duro o blando.

Por lo pronto, Reino Unido no puede negociar un acuerdo comercial con Estados Unidos saltándose las normas europeas porque sigue estando adentro de la panza de la UE.

            Sea la UE o Reino Unido, Estados Unidos, México, China, la verdad es que el escenario global no puede estar más enrarecido ya hubo uno así, entre guerras  (después de la gran crisis de 1929 en Estados Unidos)  las potencias económicas del momento se pertrecharon con sendos aranceles,  roces en lo marítimo y murallas de proteccionismo.

            Los aranceles incrementaron para los productores del acero, hierro, carbón, algodón, trigo y muchos otros insumos primarios ligados con la minerometalurgia.

            Se dio además el caldo de cultivo para los discursos exaltados de los gobiernos nacionalistas y xenófobos;  ya todos sabemos a través de la Historia el funesto resultado.

            Por ello resulta harto preocupante el rumbo que por momentos vislumbra la aldea global, el cariz que los acontecimientos podrían tomar con  una guerra comercial en ciernes.

            Por supuesto todos preocupándose por salvar su propio pellejo: la Unión Europea (UE) amenazada por Estados Unidos, Rusia y China como actores preponderantes en un mundo que se disputa dejar la unilateralidad.

            México por su parte, con una economía totalmente interrelacionada con su vecino más distante pero un socio imprescindible, tratando de soportar los embistes estadounidenses.

A COLACIÓN

            Tampoco el mundo actual es idílico en materia comercial, el drama es que podría empeorar de consumarse el desconocimiento de los acuerdos comerciales vigentes.

            Es decir, los golpecitos al hígado existen, esos ganchos de izquierda que sacuden al contrincante empero no lo tiran a la lona, lo dejan en pie medio mareado.

            Por ejemplo, recientemente el Parlamento Europeo votó a favor de proteger la producción interna de plátano frente a las importaciones de  esta fruta  proveniente de Ecuador.

            Ni qué decir con México a lo largo de sus 22 años de relación con Estados Unidos bajo el paraguas del NAFTA-TLCAN recordemos el asunto del atún, del maíz, después el cemento o el  aguacate largamente vetado en el mercado estadounidense y luego el transporte; como sea siempre del otro lado han puesto pretexto tras pretexto con todo y  un acuerdo de libre comercio vigente.

            En caso de que éste se rompa, no significa que el comercio se paralizará de facto, lo que acontece es que el estatuo quo será modificado y ello implicará la enorme posibilidad de una nueva guerra comercial declarada abiertamente nada de golpecitos por debajo del agua.

            Habrá entonces un quid pro quo en el que un país estará arisco y el otro también, se regresarán mutuamente embarques, habrá más penalizaciones, aranceles mucho más elevados y un rancio estigma para aceptar todo lo que venga desde fuera. Pero comercio lo habrá aunque sea con camisa de fuerza…

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