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Israel, atrapado en su política del odio

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POR LA ESPIRAL

 Claudia Luna Palencia

@claudialunapale 

 

Israel está viviendo su particular 11 de septiembre: de acuerdo con el New York Times, la operación terrorista que está llevando a cabo Hamás, desde el pasado 7 octubre, estaría financiada por Irán aunque no descarta que haya otros tantos intereses en la zona impulsando una corriente yihadista en Gaza, entre las generaciones palestinas, más jóvenes.

 

Las imágenes de la barbarie que están recorriendo al mundo mostrando a cientos de milicianos que están secuestrando y masacrando civiles en varias partes de Israel son realmente estremecedoras. Las he mirado para analizarlas y he encontrado mucho paralelismo con el modus operandi de las células yihadistas en Nigeria con el Boko Haram y el secuestro de niñas y adolescentes; y el del ISIS, en Siria, cortando cabezas o bien con un estilo muy peculiar de tortura.

Desde que David Ben-Gurión, declaró en Tel Aviv, el nacimiento del Estado de Israel, el 14 de mayo de 1948 se ha vivido a lo largo de los años, más de un centenar de atentados reivindicados por la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y traigo a la memoria dos muy contundentes:  el ataque del 5 de septiembre de 1972, en los Juegos Olímpicos de Múnich contra la delegación israelí y la Operación Entebbe, el 4 de julio de 1976, con el secuestro de un avión de Air France por parte de terroristas palestinos.

Los actuales acontecimientos son de una extrema gravedad, no tienen ningún punto de comparación y son quizá la prueba más fehaciente de cómo el odio ha alimentado a una población, la palestina, que ha sido la víctima de un expolio constante y que ha terminado encerrada en un gran gueto llamado Gaza.

          No estoy exculpando a nadie. Toda forma de violencia  es condenable como lo es también que siguen fallando los mecanismos de entendimiento, de mediación, de diplomacia y de prevención de los conflictos. Y lo vuelvo a reiterar: la ONU es solo una oficina mundial para depositar una reclamación y quizá si a Estados Unidos le interesa prosperen las sanciones.

          El problema real es que los conflictos se enquistan y alrededor de ellos se lubrica el odio es imposible no sentirlo porque  recorre el cuerpo con esas imágenes de familias tomadas como rehenes, niños, adolescentes por una horda de salvajes pertrechados con armas que al grito de Al·lahu-àkbar muestran sus asesinatos a civiles. Les odian… se odian entre ellos, entre palestinos e israelitas y eso hace que toda convivencia sea imposible, porque además hay un enorme choque cultural, ideológico y teológico.

          Si la formación del Estado de Israel descansa sobre de un polvorín y siguen pasando los años sin que a los colonos palestinos se les dé una opción de tener su propio  país y la Solución de los Dos Estados (Two State Solution) no ha sido honrada, ni atendida por las autoridades israelitas, cabe la pregunta: ¿acaso la población de Gaza deberá vivir per saecula saeculorum bajo el yugo  de Israel sin tener posibilidades reales de mejorar su vida?

          Tan está Gaza en manos de Israel, que ayer mismo el primer ministro, Benjamín Netanyahu, ordenó que se le cortase todos los suministros a la población palestina: ni agua, ni luz, ni gas, ni petróleo, ni gasolinas, ni víveres.

          Y ha hecho un llamado a las familias en Gaza (aproximadamente allí viven casi dos millones de personas) para que  abandonen sus casas y huyan porque  solo les aguarda la destrucción y la muerte.

A COLACIÓN

          Netanyahu que ha gobernado Israel, hasta en seis ocasiones, esta vez tiene el gobierno más derechista de la historia de su país; de hecho, pactó entre otros con la ultraderecha de Sionismo Religioso.  Y ahora, tiene la oportunidad dorada de sacar por las armas, con misiles, drones y bombas a la población que vive en Gaza para así apropiarse de esta parte del territorio y continuar con su política de expansión de barrios judíos.

          ¿Hasta dónde llegará esta guerra? Los terroristas necesitarían mucha tecnología militar para sostener una guerra más allá del corto plazo con el ejército israelí que es uno de los mejor pertrechados del mundo.

          Y habría que lanzar lluvias y lluvias de misiles para que alguno traspase la poderosa Cúpula de Hierro. Lo lamentable de todo esto es la población civil, tanto la judía, como la palestina, que verán morir a sus seres más queridos y padecerán perderlo todo.

          A los países de la región les aguarda un nuevo éxodo palestino y quizá esta vez sea el definitivo porque Netanyahu ha prometido barrer Gaza, dejarla limpia.

          ¿Quién está detrás y por qué ahora? Arabia Saudita e Israel llevan largos meses de pláticas para restablecer sus nexos diplomáticos y lograr una serie de acuerdos económicos, comerciales y regionales. Desde los Acuerdos de Abraham y tras la salida de Afganistán tanto, de  las tropas norteamericanas y de otros países de la OTAN, mucho se ha estado moviendo en el puzle de Medio Oriente.

          Tanto Arabia Saudita, como Israel, han lanzado ambos una campaña de mejora de sus relaciones diplomáticas con muchos países de la región. Por ejemplo, sorprendió que en marzo de este año, tanto Irán, como Arabia Saudita, restablecieran sus relaciones diplomáticas rotas desde 2016.

          Los antagonismos entre Irán y Arabia Saudita son de sobra conocidos  y ambos quieren imponer su particular visión en el mundo musulmán pero  bajo el molde chií según Irán y los saudíes, bajo la peculiaridad suní.

          Los tres países se disputan el control regional: Irán, Arabia Saudita e Israel. Con los actuales acontecimientos podrían pasar muchas cosas: que Israel se quede también con Gaza; que se enfríe el restablecimiento de relaciones entre Arabia Saudita e Israel; o que Estados Unidos culpe a Irán de financiar a Hamás y a los terroristas de esta barbarie y decida emprender una escalada militar. En todo caso, para Ucrania, son malas noticias porque  su invasión pasa a un segundo plano. ¿Cuál es la mano que mece la cuna

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