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Guanajuato, Bajo el Dominio Panista

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DE FRENTE Y DE PERFIL 

RAMÓN ZURITA SAHAGÚN

 

Guanajuato fue el segundo estado del país en ser gobernado por alguien ajeno al PRI, pero no lo hizo por la vida democrática, sino por lo que se dio en llamar concertacesión.

 

Fue uno de los tantos regalos y concesiones que se hicieron a los partidos de oposición al PRI, durante la administración presidencial de Carlos Salinas de Gortari, siempre y cuando se alinearan para apoyar las reformas propuestas en el Congreso de la Unión.

De esa forma, los priistas allanaron el camino para la alternancia en el poder, permitiendo a Vicente Fox cumplir con los requisitos constitucionales para alcanzar la candidatura presidencial, sentando en el gobierno estatal, por el que había competido Fox, a un joven empresario que había ganado la alcaldía de León, la principal ciudad de la entidad.

Los panistas salieron ganando con este canje, ya que Carlos Medina Plascencia gobernó por cuatro años, sin pasar por las urnas y desde entonces Guanajuato ha sido administrado por puro militante de este partido, es decir durante 29 años.

Vicente Fox consiguió convertirse en mártir, aunque el verdadero mártir fue Ramón Aguirre a quien le favorecieron, por mucho, los números en la urnas. 18 puntos de ventaja y más de 200 mil sufragios de diferencia existieron en ese 1991 entre Ramón Aguirre y Vicente Fox, según los números oficiales.

Con todo y ello, la decisión presidencial favoreció al PAN, aunque no se le podía reconocer el triunfo a Fox, por lo que se ideó designar a Medina Plascencia como gobernador interino y sustituto.

De esa manera quedó el escenario idóneo para que Vicente Fox compitiera nuevamente cuatro años después y se convirtiera en gobernado itinerante, para construir su candidatura presidencial cumpliendo ya con todos las condicionantes del artículo 82 constitucional.

Lo que no pudieron alcanzar priistas destacados como Jesús Reyes Heroles o Carlos Hank González, si logró Vicente Fox Quesada, ser candidato presidencial y Presidente de la República.

Desde la administración de Vicente Fox, Guanajuato quedó marcado por una serie de gobiernos panistas, unos catalogados como buenos (Romero Hicks), otros regulares (Miguel Márquez), otros como desastrosos (Juan Manuel Oliva), y el actual de Diego Sinhué Rodríguez Vallejo, el que no cumple siquiera dos años en el cargo y ha mostrado un mal tino durante su gestión.

En un principio Diego quiso congraciarse con la administración presidencial de López Obrador, tratando de mantener una cercanía, para estar al margen del golpeteo iniciado desde los gobiernos panistas, aunque al poco tiempo desistió de ello y reculó a su entorno, principalmente, al comprobar que Guanajuato es uno de los estados con mayor robo de combustible.

Para entonces la descomposición del estado era grande, los cárteles habían avanzado en su territorio, por dos razones fundamentales: la cercanía con los principales polos de desarrollo y que él mismo, como sus antecesores, intentó responsabilizar al gobierno federal de las tareas de seguridad.

Cuando quiso reaccionar, la penetración de los grupos delincuenciales era tal que mantienen secuestradas poblaciones enteras, en las que domina la ley del más fuerte y esos son los grupos del crimen organizado.

Celaya, Salamanca, León, Irapuato, Villagrán, Abasolo, Apaseo el Alto y Apaseo el Grande, entre otras ciudades del estado reflejan la ola de violencia, sin que su gobierno pueda meter el orden en alguna de las plazas y dotar de seguridad a sus habitantes.

De acuerdo con informaciones de los cuerpos de seguridad, Guanajuato es una plaza en disputa entre los cárteles Jalisco Nueva Generación y Santa Rosa de Lima, lo que ha provocado tan solo en el pasado mes de junio casi 400 asesinatos, algunos de ellos en masacres grupales.

Sin embargo, la pésima administración de Diego Sinhué logra sortear los tragos amargos responsabilizando al gobierno federal de esas tareas y deslindándose de las tareas que le corresponden como gobernante.

 

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