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Ciencia con conciencia

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Por la Espiral

Claudia Luna Palencia

Pese a las diversas tensiones globales y la magna crisis suscitada desde 2008 en diversos países del llamado mundo industrializado, el gasto en investigación y desarrollo no ha amainado,  de acuerdo con la percepción de la UNESCO.

 

La ciencia, considerada el arquetipo clave de nuestro devenir histórico en un ámbito de acción y actuación, que debería permanecer blindada ante  las bajadas del ciclo económico y cualesquiera que sean las amenazas presentes y futuras.

De acuerdo con un documento elaborado por el organismo adyacente a las Naciones Unidas, de 2008 a 2013, el Gasto nacional bruto en investigación y desarrollo (en inglés GERD, Gross domestic expenditure  on research and development) incrementó 31% a nivel global en el lapso de 2007 a 2013.

Notición que implica que ante el hundimiento de la economía de buena parte de los países industrializados, la I+D no sólo sobrevivió con su particular tabla de salvavidas sino que logró surfear muy bien entre las  peores olas de  la más reciente recesión.

Y debemos congratularnos dado que implica la esperanza de enclavar el enfoque del cambio y la transformación hacia una sostenibilidad efectiva en el actual modo de producción precisamente en todo lo que la I+D pueda aportar  a favor de la economía, producción y recambio sustentable tan urgente como una llamada de auxilio del planeta tierra.

Ahora bien el foco de la investigación sigue siendo Estados Unidos de todo el pastel que a nivel global se destinó de 1.132 billones de dólares en 2007 a 1.478 billones de dólares en 2013,  el 28% correspondió a la Unión Americana.

En segundo orden de relevancia, China con el 20% es curioso pero el gigante asiático va pegado a los talones de los americanos en muchos renglones no es nada más competencia económica y comercial el abanico sigue abriéndose a otras áreas: lo financiero, monetario la creación de instituciones internacionales y por supuesto el tema de la ciencia, la investigación y la  innovación. Si alguien ha entendido el modelo capitalista estadounidense ha sido China no Japón.

Después figura la Unión Europea (UE) con  19% de lo gastado en dicho lapso y Japón con el 10%, el resto, es decir el 23%, se pulveriza en todos los demás países del globo terráqueo que, no obstante, implican al 67% de la demografía mundial.

Falta mucho por tanto para equilibrar el desbalance dado que son en su mayoría -salvo China dentro de los BRICS- las economías más industrializadas las que esencialmente se ocupan por impulsar sus avances científicos. 

No hay mejor manera de medir la prosperidad que en los nuevos éxitos para luchar contra enfermedades imposibles, las vacunas que permiten una llamarada de ilusión de vida en aquellos países subsumidos en el tercer mundo o la maravilla de desclasificar los archivos genéticos del ser humano a través de su ADN para encontrar en él respuestas anticipables a su propio deterioro.

Ni qué decir cuando además de las nano partículas, el ritmo acelerador de las comunicaciones, los móviles y la red universal la propia ciencia busca alternativas reales y eficaces para desterrar el carbón y la dependencia hacia las energías fósiles que siguen siendo la base pilar de nuestro actual modo de producción, empero, lo que a su vez ha motivado el lamentable y dramático cambio climático.

A COLACIÓN

El gasto en I+D además de reflejarse en los éxitos en investigación, número de patentes también  implica una determinada cuadrilla de científicos avezados en lo suyo.

Al respecto, la UNESCO informa de la existencia de 7.8 millones de científicos en el mundo un 20% respecto de 2007; la UE concentra el 22% del total al pasar de dos millones 125 mil 600 científicos en 2007 a dos millones 408 mill 100 investigadores.

Si bien Estados Unidos es el país que dedica el mayor gasto su plantilla es de un millón 433 mil 300 científicos. Lamentablemente lo que más llama la atención es la escasez de investigadores en América Latina, su acritud pusilánime.

En la región, en 2007 había 231 mil 700 científicos y seis años después un número de 288 mil 500 muy revelador de la sintomatología interna y de la falta de apuesta real por la ciencia como eje de transformación. 

De hecho, la UNESCO, puntualiza que Cuba es el país que más estudiantes, pasantes e investigadores incipientes moviliza hacia la  isla provenientes de otras latitudes latinas. Un promedio de 17 mil estudiantes extranjeros llegan a Cuba para terminar de formarse o bien ganar experiencia en el campo de la experimentación.

Mientras América Latina no se tome en serio este pulso se seguirá dependiendo de los avances y logros de terceros y creo que no hay laboratorio más interesante que el amplio universo de carencias dentro del espectro latinoamericano aguardando por una solución.

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