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domingo, mayo 19, 2024

Año nuevo

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Comienza el 2023 con la misma esperanza con que los mexicanos recibimos cada año nuevo y cada sexenio: las cosas cambiarán, todo será mejor, no tendremos deudas, bajaremos de peso y los ineptos desaparecerán del escenario… por muy perennes que se crean.

El año que queda atrás trajo cambios que no acabamos de contabilizar y que tardaremos en asimilar. También fue secuela ausencias y vacíos. Queridos amigos apresurados al más allá. Algunos por una plaga que no acabamos de entender, otros por que llegaron al fin de su camino. Yo dije adiós a Carlos Mendoza, a Vidal Elías, a José Antonio Meyer, a Emmanuel Méndez, a David Huerta.

¿Alguien me podría decir por qué apenas comienza y ya estamos contando los días para el final del año? En el momento en que escribo faltan 365 días, u ocho mil 547 horas, o 514 mil 498 minutos, o 30 millones 869 mil 884 segundos para que doblen las campanas por el 2023 y entonemos las fanfarrias por el 2024. ¿A quién diablos le importa eso?

La celebración del Año Nuevo ni siquiera es occidental y tampoco ha sido siempre el primer minuto del primero de enero. Fueron los antiguos babilonios los que iniciaron el rito hace unos cuatro mil años para conmemorar el nacimiento de la vida con la primera luna nueva del Equinoccio Vernal.

Esta tradición fue heredada por los romanos, pero los emperadores le metían tanta mano al almanaque que pronto se desfasó del paso del sol. Julio César, en el 46 a.C., implantó su Calendario Juliano y volvió el comienzo al primero de enero, aunque para compensar por los caprichos de sus antecesores tuvo que ajustar a 445 días el año anterior.

Durante los primeros siglos de nuestra era la Iglesia declaró la fiesta como rito pagano y la prohibió hasta entrada la Edad Media. Cuando llegó Cortés a México, el calendario azteca acababa de ser reformado para ser de 365 días e intercalar un año bisiesto. El año empezaba el día 1 de Atlacalmaco, que coincidía con nuestro 1 de marzo.

El Año Nuevo Lunar es la más importante festividad para los chinos. La tradición dice que durante el último día del año, Nian, una feroz bestia, desciende a la tierra a devorar a los hombres. Sólo la repelen el color rojo, el ruido de cohetes y la luz de los fuegos artificiales, así que en las ciudades chinas esa noche todo mundo pega adornos rojos en las puertas, prende antorchas y echa palomas buscapiés.

A la mañana siguiente la gente se saluda con un “gong si” que en chino quiere decir “¡felicidades!”, por haber mantenido a raya a Nian un año más.

Desde tiempos inmemoriales los herederos de Qin Shi Huang (秦始皇 en chino, para que tomen nota Marx Arriaga y compañía).Además dan a cada año el nombre de un animal. 2023 es el Año del conejo.

Las personas de este signo, sean de ojos redondos o rasgados, de piel amarilla, negra, blanca o café, son vigilantes, ingeniosas, de mente rápida,  ingeniosas y se llevan muy bien con los signos cabra, perro y cerdo.

En el Japón el shogatsu es la celebración más importante del año y dura del 1 al 3 de enero. Los hijos del Sol Naciente creen que cada año es un nuevo comienzo, así que se apuran a cumplir con todos los pendientes antes de que termine y celebran el bonekai o “fiesta del olvido”, para despedir los problemas y preocupaciones del año anterior.

Por la noche tienen la tradición de echar a volar las campanas de los santuarios. Quizá algunos lectores recuerden el párrafo inicial de Lo bello y lo triste de Yasunary Kawabata: “Viajé a la ciudad de … porque tenía nostalgia de escuchar las campanas del templo…”

Los pueblos tienen diversas celebraciones para recibir el nuevo ciclo, aunque algo generalizado es la costumbre de dar regalos, vestir ropa especial, adornar las casas, celebrar fiestas y ofrecer propósitos.

Acá entre nosotros nunca falta quien prometa dejar de fumar, bajar de peso, leer un libro, hacer ejercicio, ejercer en lo posible la fidelidad, respetar a quienes no piensan igual o reflexionar antes de emitir el voto.

Así pues, el inicio de un nuevo año, en todo el mundo, tiene un significado especial, aunque las fechas y las cuentas no coincidan.

Para el pueblo judío su año nuevo, Rosh Hashaná, es el 3 de octubre y están en el 5 mil 782 de su era. Los chinos van en el año 4 mil 719, los musulmanes en el mil 443… los seguidores del amado líder Kim Il Sung celebrarán con cánticos en la gran plaza de Pionyang su año 111, pues ese pueblo vio la luz en el año del nacimiento del llorado patriarca.

Por lo que a este escribidor concierne, vive por fortuna al amparo del buey, signo que corresponde a personas tercas que se aferran a sus propios caminos, y que, dice el horóscopo, son honestas y prudentes por naturaleza, patriotas, idealistas y muy trabajadoras. ¡Vaya!

(Cada año desde el nacimiento de JdO repito este texto, con algunas adecuaciones, pues llegué a la conclusión de que nada más puedo decir en el inicio de otro ciclo. ¡Felicidades!)


Comienza el 2023 con la misma esperanza con que los mexicanos recibimos cada año nuevo y cada sexenio: las cosas cambiarán, todo será mejor, no tendremos deudas, bajaremos de peso y los ineptos desaparecerán del escenario... por muy perennes que se crean.

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