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Niños, víctimas de la explotación en el campo

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Libros de ayer y hoy

Teresa Gil

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Decenas de niños mueren en los campos de cultivo del  país, por la terribles condiciones que viven los trabajadores del campo. Más cuando son migrantes que se contratan en campos cercanos a la frontera, Sonora, Baja California, Sinaloa, entre otros, en los que hay poca atención a sus derechos. La situación gira en torno a la concentración de tierras agrícolas  que crearon a los patrones, capitalistas que sustituyeron a los hacendados y a sus peones como siervos. Es un feudalismo sui géneris como el que ahora los  agricultores suelen usar, con trabajadores del campo llamados obreros agrícolas, para diferenciarlos de los que trabajan sus propias tierras como campesinos. La concentración de tierras, el poco control que existe de su situación en autoridades locales y la ausencia de organismos sindicales como en el pasado se dieron en partidos de izquierda, afectan en grado sumo a ese labriego o trabajador por salario, pero impactan más a los niños. Los años pasan y las cosas  no cambian. Se ha abordado de alguna manera  en este sexenio, pero es mucho lo que se viene arrastrando.

 

IGUAL DE GRAVE LA COMPARACIÓN EN CASOS DE HACE MÁS DE CUARENTA AÑOS

“Hay tiña, desintería  y diarrea, nos ha dicho Francisco Hernández representante de la Federación Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos de Sinaloa, mientras describe el mundo de ratas, pulgas, moscos y otras alimañas que acompañan la pobreza campesina. Por ningún lado se ven letrinas, y los habitantes de este ardiente lugar se esconden entre los mohotes para seguir el curso de su cuerpo. Los 250 mil habitantes del campo sinaloense, viven en esas condiciones, mientras en la ciudad los grandes terratenientes se regodean en palacetes que suelen  ocupar cuadras enteras. Algunos van al campo en sus avionetas o en sus carros galaxias bien refrigerados”. Eso me fue declarado por ese dirigente cuya organización ya no existe, hace 44 años, para un reportaje publicado en la revista Interviú y que por su actualidad reproduje recientemente en mi libro ¿Que pasó con aquella Expropiación? (Groppe. Marzo 2023). Actualmente, el titular de la Comisión Estatal para la Protección contra Riesgos, Randy Ross Álvares, declaró no hace mucho que las condiciones sanitarias en el campo sinaloense “son completamente inhumanas, insalubres, no cumplen con las medidas de higiene y no pueden seguir operando”  Cuarenta y cuatro años después nos repiten eso, cuando solo en lo que va del año han muerto en el campo de ese estado 20 menores de edad por cuestiones relacionadas con el entorno anti higiénico y sus patrones no han hecho nada.

¿HABRÁ CAMBIADO ALGO EN EL CONTROL DE TIERRAS Y ENORMES GANANCIAS?

Si se analiza el caso de ese estado, en todos en los que se contrata a personal de traslado o  permanente, se dan los mismos casos. No solo la concentración de tierras que genera las grandes ganancias, sino los malos pagos. En el tiempo de la publicación mencionada arriba, 56 familias tenían 80 mil hectáreas de cultivos de exportación y  solo en algunas exportaciones obtenían 3 mil millones de aquellos pesos. Y según declararon los trabajadores, ellos nunca comían carne porque el dinero no les alcanzaba. Cierro con este párrafo cuyo contenido aún debe campear en esos lugares: “ Allá lejos, como buitre vigilante, se ve al imprescindible abarrotero, suplente moderno de la tienda de raya, que funciona a lo largo de 60 campos legumbreros del Valle de Culiacán.  A un lado está el canal oscuro y profundo en donde varias muchachas campesinas lavan sus pelos negros. El agua contiene la resaca citadina por el desemboque de las aguas negras de la ciudad, pero sirve para lavar, bañase…y ¡tomar! Terrible, y aún es actual.

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