Columnaria
Juan Chávez
Apostarle a la juventud, es apostarle al futuro… que suele visualizarse y hasta construirse a partir del presente.
Por eso es osado irle –¿con su resto?—a ese futuro. Máxime si se trata de los ideales de los jóvenes tras de los detestables acontecimientos de los normalistas de Ayotzinapa.
El presidente Peña Nieto, encajonó la frase en su breve mensaje de año nuevo a la nación, transmitido la noche del domingo por cadena nacional. Dijo textual:
“México se la va a jugar con sus jóvenes, con sus ideas y sus proyectos”.
Lo dijo tras de ofrecer, para los mexicanos de 18 a 30 años, apoyos para que abran un negocio o quieran hacer “crecer el que ya tienen”.
Una forma, muy romántica, en la pretensión por generar empleos o bien formalizar el trabajo de la población informal, que en México supera a la que se halla encuadrada en las consideradas maneras de ganarse el pan de cada día.
Fox, en sus tiempos iniciales, llamó a abrir un puesto de tamales para tener trabajo. Es cosa, definió, de hacerse de un anafre, un bote ¡y ya está!
Me pareció que por breve, el mensaje presidencial “era dos veces bueno”, como reza el popular proverbio. Ya en frío, cambié de opinión. Los periódicos del lunes 5, me daban la razón. Salvo Crónica y La Razón, para los demás, la palabra presidencial no mereció más de una columna en sus portadas.
Y es que el enojo por la desaparición de los 43 y el ocultamiento de la verdad, siguen dominando a la opinión pública.
La ira nacional, no cede. La gran decepción sigue imperando. Además, parece que nos siguen pasando la charamusca para darle nueva lamida. No cabe duda: no pasamos de perico perro…