Acento
Salvador Flores Llamas
A 30 años del fallecimiento de Reyes Heroles, el máximo ideólogo del PRI e incluso su presidente nacional, no mereció ningún recuerdo de ese partido, ni siquiera en una declaración mediante boletín, embebido en el registro de sus candidatos para la elección de medio sexenio.
Pero el diputado federal sinaloense Heriberto Galindo Quiñones –que fue su subdirector de información en Gobernación, junto al director Alfredo Álvarez Nolasco, también de Sinaloa– organizó un acto en su honor y delineó su extraordinaria trayectoria como alumno y catedrático de la UNAM, jurista, historiador, funcionario, líder político y sobre todo ideólogo, que abrevó en la mejor tradición liberal mexicana de Mariano Otero, Guillermo Prieto, Melchor Ocampo e Ignacio Ramírez.
Lo muestra su obra máxima “El Liberalismo Mexicano”, publicada en tres tomos, entre 1957 y 61, (que) es “piedra angular de la ciencia política de México y de Iberoamérica e incluye la biografía intelectual y la historia del nacimiento de la nación mexicana, el mapa de la formación del poder del estado y la crónica del combate entre dos proyectos fundacionales”, asentó Heriberto Galindo, líder de la diputación federal de Sinaloa.
Nacido en Tuxpan, Veracruz el 3 de abril de 1921, murió el 19 de marzo de 1985, como secretario de Educación en el sexenio de Miguel de la Madrid, a casi 64 años de edad. Fue hijo de padre español, lo que impedía en su tiempo ser candidato a la Presidencia de la República, por lo que no tuvo esa tentación, que inclusive rechazó cuando el presidente Díaz Ordaz lo sondeó en tal sentido, y combatió con ardor los intentos por reformar el respectivo artículo constitucional.
De secretario de Gobernación creó la Reforma política, impulsada por el presidente López Portillo, que abrió el ingreso de la oposición a la lid política y aún nutre nuestra convivencia democrática. Allí nacieron los diputados plurinominales para enriquecer el debate político, generar leyes más acordes con el sentir ciudadano, y elevar la política, aunque hoy los partidos olvidan y pervierten esa intención integradora y pluralista.
“Sus más grandes afanes fueron para estudiar y mejorar la política, depurar y mejorar al Estado, volviéndolo más sensible, abierto y humanista, más incluyente, razonado y respetable. Al PRI, al país y a las y los mexicanos nos dejó como herencia un legado ideológico con direcciones y hojas de ruta para seguir adelante en la evolución revolucionaria, como diría él”, recordó Galindo.
Sus textos antológicos y obras completas muestran su apertura a la universidad del pensamiento filosófico y político reciente, más allá de las lecturas de los clásicos del derecho y la teoría general del Estado, de los que se nutrió en sus años en la Universidad Nacional Autónoma de México. Allí conoció, aprendió y se unió al pensamiento de personajes que le atraían con pasión: D’Alambert, Voltaire, Montesquieu, Rousseau, Madame de Estael, Constand, Sismondi, Marañón, Mirabeau, Ortega y Gasset, entre otros.
“Trajo a México la frescura y la lucidez del pensamiento político mundial contemporáneo, con Gramasci, Bobbio y Habermas. En sus años mozos, convivió con su recordado maestro Frondizi, en Argentina”.
Obras inconclusas suyas fueron “En busca de la razón del Estado”, “Hacia un Estado social de derecho” y la investigación del pensamiento conservador mexicano, en que se basó el Tratado de Miramar, que trajo a México a Maximiliano de Habsburgo.
Joven abogado, fue asesor presidencial y aprendió de Ruiz Cortines, uno de nuestros políticos más sabios. Como asesor de la CANACINTRA, dirigida por el nacionalista José Domingo Lavín, participó en la Conferencia de Comercio y Empleo, en La Habana, antecedente del GATT, como miembro de la delegación mexicana, integrada por el secretario de Hacienda Ramón Beteta; Fidel Velázquez, líder de la CTM; el subsecretario de Economía Germán Parra, el propio Lavín y el periodista Alfredo Álvarez Nolasco, el único periodista mexicano asistente, enviado por la revista “Tiempo”, que dirigía su dueño Martín Luis Guzmán.
Miembro de la XLV Legislatura, primera del sexenio de López Mateos, destacó en la autoría de iniciativas de reformas; pero comentaba en privado, entre broma y veras, que cuando elaboró más iniciativas de ley fue como asesor de Ruiz Cortines.
Con Díaz Ordaz fue director general de PEMEX y se desempeñó con patriotismo y eficacia; director del complejo Industrial de Ciudad Sahagún, presidente del CEN del PRI y director general del IMSS con Echeverría.
Se encargó del contenido de mensajes y discursos notables de varios Presidentes.
Ensayista e ideólogo, sustentó con lucidez las bondades y vigencia del nacionalismo revolucionario mexicano, muy utilizado por el presidente De la Madrid, su discípulo en la UNAM.
Fueron notables sus ensayos, como “Mirabeau y la política”, que leyó al recibir el Doctorado Honoris Causa de la insigne Universidad de Salamanca, España. La Universidad de Alcalá de Henares le otorgó idéntica distinción
Autor de magistrales apotegmas: “La política requiere practicar un idealismo que tiene que ser operante” y “En el ejercicio de la política hay que aprender a lavarse las manos con agua sucia”, fueron unos de ellos, legados para las generaciones subsiguientes, nacidos de su patriotismo y práctica política en favor de México y de los demás, concluyó Galindo Quiñones, precandidato al gobierno de su natal Sinaloa.
