Columnaria
Juan Chávez
¿Cómplices de la segunda fuga de El Chapo?
Todos, todos en los que usted piense, dentro de las estructuras del gobierno de Peña Nieto.
Desde los custodios, los responsables de la video vigilancia y los que no vieron nunca la remoción de toneladas de tierra para abrir ese túnel de más de kilómetro y medio de longitud por donde como Jhonnie Waker, salió El Chapo el sábado por la noche: campante.
Lo más triste ¿cómo no se advirtió de la obra negra de una casa, en las cercanías del penal del Altiplano?
Por sobre todo, cómo y cuándo se autorizó su construcción. Y más que nada ¿quién dio tal autorización si es que existe?
Ingenuidad, absoluta ingenuidad. O más claro: regadero de dinero, de mucho dinero, para que escapara por el área de regadera de la celda 20 de la unidad 2.
Ahora desde el secretario de Gobernación Osorio Chong y también todos los demás que usted quiera imaginar, incluida la titular de la PGR, Arely Gómez, se meten a la casucha en construcción y ven, estudian en busca de lo que no buscaron antes.
Andan desesperados tras la indagatoria que les conduzcan a su pronta recaptura.
Presumían, por supuesto, que el penal, efectivamente, era de “máxima seguridad” y que El Chapo no volvería a escapar.
¿Penal de máxima seguridad?
Pamplinas, Joaquín Guzmán Loera demuestra que de máxima, así como hay que entender el adjetivo, no lo son. Por lo menos para él. El 18 de enero de 2001 ya se había fugado del de Puente Grande.
O sea, el rey del narcotráfico es algo así como el mago Harry Houdini que en sus tiempos sorprendió por sus trucos de escapismo.
No estoy de acuerdo con la declaración presidencial producida en París. “Afrenta al Estado la fuga de El Chapo”. Él, Peña Nieto, gobierno a ese “Estado afrentado”. La sociedad, nosotros que formamos partes del Estado ¿qué?
Pagamos impuestos para que las cosas se hagan bien. Para que el Estado sea eficiente y bien gobernado. Más no podemos hacer. La Constitución es nuestro propio valladar. Punto.