Columnaria
Juan Chávez
No lo digo yo. Son los padres de los normalistas, los que viven el infierno en sus vidas, los que no ven claro y que de Los Pinos, luego de más de cinco horas de tratar la desaparición de sus hijoscon el presidente Peña Nieto, son los que se sienten en el desamparo.
Nadie desea que los 43 estudiantes aparezcan muertos. Los mismos padres suspiran la seguridad de que se hallan vivos “y se encuentran retenidos”.
¡Qué más diéramos!
La realidad que el país vive, lamentablemente, nos da otra lectura.
La reunión del Presidente con los familiares de los 43 normalistas desaparecidos ocupó los espacios principales de los medios, como tenía que ser. Pero eso, ¿a quién alivia?
Hay un capital político en juego y una desgracia que se debate en una incertidumbre diabólica que ante el Presidente, esos dolidos padres establecieron en las palabras recriminatorias o no –qué importa—que le dirigieron a Peña Nieto.
El rollo político, lastimosamente, sigue suelto. El periódico Milenio, con el coraje que solo es capaz de desatar la pasión por el periodismo y el dolor de los padres de los secuestrados, lo fijó claramente en el titular de su portada:
“Búsquenlos vivos, no en fosas, piden familiares a Peña”.
Reforma también le dio al clavo:
“Pactan, pero no confían”.
Ayotzinapa, con sus estudiantes desaparecidos, sigue bajo la lupa mundial, para desgracia de todos los mexicanos.