Francisco Gómez Maza
No es noticia novedosa, y menos principal, que el conteo final de votos, concluido este sábado al mediodía, por las juntas distritales del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Baja California, hayan concluido que el triunfador es Francisco “Kiko” Vega de Lamadrid.
Tampoco es noticia que el líder del PRI, César Camacho Quiroz, haya aceptado la “derrota”, luego de que el mismo domingo, en declaración nocturnal, haya proclamado el triunfo contundente del tricolor, en un intento feliz de calmar los ánimos de los priístas y panistas que votaron por Fernando Castro Trenti, agotados de 24 años de ineficiencia panista en el gobierno bajacaliforniano Tampoco perdió Manlio Fabio Beltrones. .
Noticia es que quien perdió fue Felipe Calderón y sus huestes, encabezadas por el senador Ernesto Cordero y los senadores que lo siguen, y que ahora tendrán que despegarse del michoacano y alinearse.
Los ganadores con el triunfo formal de Kiko – a quien le va a tocar bailar con la más fea para desfacer los entuertos de su partido en la administración local – son los panistas de Gustavo Madero y, sobre todo, Gustavo Madero, quien, hoy por hoy, quedó solo, sin adversario al frente, para seguir manipulando al PAN y continuar por la senda del pleno colaboracionismo con la administración federal priísta.
Los verdaderos ganadores en la elección de gobernador de Baja California son otros. Estos son los que cuentan. El reforzamiento de Madero significa el triunfo del presidente Enrique Peña Nieto, quien asegura así la existencia y la operatividad del Consejo Rector del Pacto por México, con la presencia, el entusiasmo, la colaboración plena de la dirigencia albiceleste y de la gerencia del Partido de la Revolución Democrática, compañera de viaje del PAN en la bienlograda aventura bajacaliforniana.
Ahora, Peña Nieto tiene los fortunios a favor. Y los necesita para sacar sus más importantes reformas estructurales en el Congreso, en donde entra Beltrones Rivera como operador en jefe tanto entre las hileras de curules de San Lázaro como en los escaños del Senado de la República.
Ahora la reforma petrolera para modernizar a la empresa de México y hacerla más productiva prácticamente está asegurada y ya los inversionistas extranjeros se frotan las manos porque pronto, muy pronto, podrán invertir sus dólares o sus euros en paquetes importantes de los activos financieros de la petrolera, hasta ahora de categoría paraestatal.
Pronto también el sistema financiero y bancario tendrá nuevas leyes y reglamentos para fortalecer su presencia y actividad en México con garantías para poder operar mayores volúmenes de crédito, e incluso para destinar importantes montos a inversiones en la propia Pemex.
Dos reformas que, imagina el escribidor, le quitaban el sueño a Peña Nieto y sus operadores, porque es un convencido de que la modernidad tiene que llegar a la economía mexicana y la modernidad significa apertura al mundo globalizado, sin miedos seudonacionalistas, que han castrado el ascenso de la economía nacional a los niveles reales de competencia con los grandes mercados mundiales.
Pero en una contienda, así como hay triunfadores, ganadores, también hay perdedores. Y en el caso, los perdedores son los ciudadanos bajacalifornianos, que tendrán que apechugar otros seis años de parálisis, de corrupción encarecida desde que el PAN, en la persona de Ernesto Rufo Apell, recibió graciosamente la gubernatura, de manos de aquel presidente, otrora “innombrable”, llamado Carlos Salinas de Gortari. Otros seis años de lo mismo para los bajacalifornianos. Más PAN de lo mismo.
Para el PRI, mientras tanto, Baja California sólo es una elección “episódica”, como la calificó César Camacho Quiroz. “El priismo nacional se puede sentir satisfecho y agradecido con los ciudadanos porque ganamos el domingo pasado más del 70% de las diputaciones locales y casi el 60% de los ayuntamientos; esos son números, no son discursos.”
Este sábado al mediodía, se cerró el ciclo de las contiendas electorales de 2013. No significan más que lo señalado. Pero el presidente Peña Nieto tendrá que acelerar los resultados que está acostumbrado a lograr, atestiguados por notario público, porque su popularidad va a la baja en comparación con la millonaria multitud que votó por él en las elecciones de hace un año, que lo llevaron a cumplir sus fantasías de sentarse en La Silla, para mover a México.
