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Capturas y medallas

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El cristalazo
 
Rafael Cardona
 
La confusión nacional es verdaderamente absoluta. Al parecer nada de cuanto aquí ocurre cabe dentro de una lógica simple. Se podría decir con simpleza superficial: la mala costumbre nacional de interpretar las cosas por encima de su raíz, realidad o verdad; las hace incomprensibles, difusas y a la larga merma su mérito o real significado.
 
Pongamos por ejemplo el caso del señor “Z-40”, Miguel Ángel Treviño Morales.  Ya sabemos su profesión y su devoción por la violencia. Ya conocemos su monstruosa conducta, ya sabemos sus crímenes y ya lo vemos tras las rejas. 
 
–¿Tiene caso, entonces, seguir con cantaletas estériles como si lo debieron haber presentado con esposas, cadenas en los pies; grilletes y hasta un bozal como si en verdad fuera un antropófago capaz de ingurgitarse a sus víctimas tal nos dicen las leyendas escritas o verbales?
 
Obviamente no. Discutir esas pavadas no lleva a ninguna parte, como a ninguna parte fuimos cuando los otros capos, los del sexenio pasado, eran exhibidos junto a policías federales militares o marinos, armados hasta los dientes y protegida su identidad bajo pasamontañas “zapatistas”.
 
Pero hemos llevado la discusión, de la mano de las superficiales y ociosas redes sociales, hasta extremos delirantes, como también se ha llevado a límites extravagantes la escrituración de los méritos de quien cpturó al capo. 
 
La inteligencia mexicana se lo atribuye. El Presidente lo confirma y lo exhibe. El señor Barack Obama nos manda felicitaciones y palmaditas en la espalda,  de la misma forma como lo hacia en los infecundos tiempos fe Felipe Calderón y sugiere cosas nunca aceptadas con la simple frase, ahora sí… 
 
“El presidente de Estados Unidos; Barack Obama, le aplaudió a Enrique Peña Nieto por la captura del líder de Los Zetas, Miguel Ángel Treviño Morales, El Z-40.
 
“Obama afirmó la que la detención, ocurrida la madrugada del pasado lunes, representa un logro para el gobierno mexicano y alienta a Washington a seguir apoyando la lucha contra el narcotráfico.
 
“Creo que el hecho muestra que la nueva administración de Peña Nieto tiene el compromiso de continuar los esfuerzos para desbaratar estas operaciones internacionales de la droga”, dijo el estadunidense, en entrevista con la cadena televisiva Univisión”.
 
Frases sacadas del cajón, como estas con las cuales el gobierno de Obama felicitaba en su tiempo (febrero del 2010) a Felipe Calderón: 
 
“… Expuso que López Uriarte, alias ‘el Muletas’ y García Simental, alias ‘el Chiquilín’, presuntamente pertenecen al cártel de Sinaloa y se cree que son responsables de múltiples asesinatos y secuestros violentos relacionados con el narcotráfico ‘a gran escala’ en Tijuana.
 
“La administración del presidente Obama se mantiene plenamente comprometida con la cada vez más estrecha cooperación entre México y los Estados Unidos para la procuración de justicia, al igual que con la Iniciativa Mérida’, recalcó.
 
“Asimismo, reconoció que ‘la creciente capacidad operativa del gobierno de México de detectar, investigar y detener a peligrosos narcotraficantes demuestra el compromiso de México con el Estado de derecho y la seguridad de sus ciudadanos’.
 
Todo mundo aplaude, todo mundo tira cohetes. ¿Y? Y nada, detuvieron a un narcotraficante  peligrosísimo, como han  detenido a otra veintena a de ellos. Punto. Nada más.
 
Nada menos, va a decir alguien y tendrá razón. 
 
Pero mientras eso sucede el NYT, periódico estadunidense cuya función en casos de esta naturaleza es servir de bocina y amplificador de las consignas del gobierno de su país, nos echa agua en la fiestecita jubilosa del capo aprehendido: 
 
“…En la captura del capo mexicano Miguel Ángel Treviño Morales, El Z-40, líder de Los Zetas, autoridades estadunidenses tuvieron un papel esencial tras bambalinas, pues luego de su arresto ratificaron su identidad mediante pruebas biométricas y de ADN, aseguraron funcionarios de ambos lados de la frontera, lo que confirma que ambos gobiernos coadyuvaron en el arresto, de acuerdo con una investigación difundida por el periódico The New York Times (NYT)”.
 
Y por si eso fuera poco para apagar los fastos y los cohetones, se publica (La jornada) esta poco comedia sugerencia: 
 
“…Días antes de la aprehensión de Miguel Ángel Treviño, El Z-40, líder de Los Zetas por parte de la Armada de México, el General Salvador Cienfuegos Zepeda y el Almirante Vidal Francisco Soberón Sanz, titulares de las Secretarías de la Defensa Nacional y de Marina, respectivamente, emprendieron “una gira de trabajo por América del Norte, como parte de las acciones del gobierno de la República, para ampliar y fortalecer la presencia de México como un actor con responsabilidad global, que permita consolidar las relaciones militares con sus contrapartes de Estados Unidos y Canadá”.
 
“La visita inició el 13 de julio, 72 horas antes de capturar a uno de los hombre más buscados por las autoridades mexicanas y estadunidenses, y se prolongará hasta el sábado 20”.
 
A fin de cuentas nadie podría en todo caso llamarse a sorpresa. Basta con reconocer la intervención constante del gobierno de Estados Unidos y la dependencia tecnológica, logística y profesional de todas las fuerzas mexicanas de la política estadunidense (me refiero a las eficientes). No es un asunto de cooperación; es una asunto de dependencia, de sumisión, de división del trabajo. 
 
Quien dude la forma como los americanos han ocupado vastas zonas del país, no debe ir demasiado lejos.  Este es un ejemplo simple pero significativo. 
 
Por las tardes el Hotel María Isabel, en un costado de la embajada americana, cuya extensión territorial ya abarca varias calles aledañas y medio camellón del Paseo de la Reforma debidamente cercado y alambrado como si fuera su pequeño muro berlinés, exhibe su condición de hospedería para “marines”, rigurosamente uniformados, cuyos infantes salen al mediodía a comprarse su cafés al Starbuck´s, con ropas de camuflaje y mochilas de bastimento. 
 
–¿Quién ha visto soldados o marinos mexicanos, uniformados, en los restaurantes y cafeterías  de Washington D.C.? 

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