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En las nubes

Carlos Ravelo Galindo, afirma:

Allá en Polonia acaba de suscitarse una agresión a golpes contra marinos mexicanos que se asoleaban en la playa. Un acto más de discriminación en contra nuestra. Lloramos, gritamos, proclamamos justicia. El gobierno se desgañita. Las cámaras protestan, pero nadie, nadie les presta atención.

 

Acaso un usted  disculpe diplomático. Como aquí en México nos sucede con “harta” frecuencia. Claro que es una vergonzante realidad lo que  pasa en territorio azteca. Su  capital no se escapa. Uno de cada tres ciudadanos y ciudadanas reclaman haber sido sojuzgados. Satanizados por sus mismos congéneres. Sobre todo las y los  homosexuales; los indígenas, los de piel morena, los chaparros, los pobres, los viejos, los gordos. Sometidos a una conducta antisocial. Pero eso, aclaremos, no se acaba por decreto o por ley. El sentido común de las personas, esgrime la ofensa, la humillación, la deshonra, la ignominia, para escapar de su frustración. Son éstos, también, los grupos más vulnerables, los que se sienten diferentes. Pero no solamente en las calles. Mas ofensas se reciben en las oficinas públicas, en donde los burócratas, insuflados por su cargo, aun el más humilde, ironiza sobre la condición de quien reclama un derecho a ser atendido. Las instituciones públicas, sobre todo, deben garantizar el buen trato para todos, sin distinción, como no ocurre. Las vejaciones también son comunes en el transporte, en los espacios públicos, en los salones sociales. La tarea, aceptamos, no solo compete al sector oficial, vaya al gobierno federal o local, sino a todos y a cada uno de nosotros. No sentirnos superior a alguien, al vecino, al colega, al compañero. Como sí lo hacen los políticos. Diputados y senadores, principalmente, sin descartar a los líderes que se sienten superiores a todos. Sobre todo a los que apenas, con su trabajo, sea cual sea, no rebasa los sesenta pesos diarios. Se habla de combatir a la discriminación, como otros temas seculares. Pero, como ahora el gobierno, no se actúa. Deja pasar el tiempo, que todo lo borra. Permite todo, con el único fin de mantener la hegemonía, incluso a costa del hambre por falta de dinero, ni de empleo. Y mucho menos de la necesidad ingente de que los niños y jóvenes estudien gratis como dice y debe respetarse la Constitución Mexicana. Insistimos en que la discriminación es algo socialmente inaceptable. Reconocemos que las escuelas, cuando haya clases, valga, como los medios de comunicación, todos, se abonen al combate a esta conducta. Porque la discriminación es algo socialmente inaceptable, sobre todo cuando nuestros ancestros fueron y son de piel morena. Gritamos, como explicamos al inicio, protestamos cuando a cualquier connacional se le veja, se le discrimina en el extranjero. Vemos la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio. Tiene razón quien proclama, con sabiduría, que no puede haber alegría, donde hay profundo dolor.

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