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Agora Política

Jesús Yáñez Orozco

Mientras en Colorado – y pronto llegará a 25 entidades que la legalizarán de las 50 que conforman en país de Las Bardas y las Estrellas— inició con bombo y platillo la venta de mariguana para consumo recreativo, no entiendo la negativa de su Alteza Serenísima de mantener la férrea prohibición del uso popular de la mota, si no es por una hipotética razón de peso:

 

Entre las altas esferas de la política mexicana hay personajes vinculados, directa o indirectamente, en el tráfico y trasiego de drogas, mariguana en particular. Sucede en la mayor parte del país.

Los narcocárteles no habrían crecido como enredadera hasta haber más de 90 en todo el país, según versiones periodísticas, si no ha sido al amparo, la sombra, de políticos, sobre todo los eufemísticos tricolores.

Aunque no todos, aclaro.

Uno de los principales estados donde ocurre este fenómeno es Hidalgo. De ahí son originarios dos de los personajes medulares en la lucha contra los barones de la droga y garantes de la seguridad nacional: Miguel Angel Osorio Chong, titular de Gobernación, y Jesús Murillo Karam, procurador General de la República.

Ambos deben de realizar una investigación a fondo para detener, enjuiciar y, en su caso, encarcelar a los presuntos responsables. No sólo en su estado, sino en el resto del país, sobre todo el norte.

Porque más allá de la aparente motafobia del grupo en el poder, una vez legalizada, no le cae el veinte que su industrialización coadyuvaría a la reactivación del anoréxico-bulímico campo  mexicano:

De entrada reduciría sensiblemente la existencia de cárteles de la droga —así como de muertes a manos de la delincuencia organizada– y crearía fuentes de empleo: siembra, cosecha, producción, distribución y venta.

Querer es poder: ya puso el ejemplo el presidente de Uruguay, José Mújica. Su gobierno tiene el control sobre la grifa. Vende a dólar el gramo de la yerbita vaciladora.

Mas México tiene el honroso y glorioso honor de haber sido  primero en legalizar la “hierbabuena” del mundo. El llamado Doctor Verde, Leopoldo Salazar Viniegra, entonces secretario de Salud, convenció al presidente Lázaro Cárdenas del Río, para que despenalizara la plantita mágica.

Y se autorizó su consumo popular con fines recreativos y médicos. Se vendía en estanquillos autorizados  y dispensarios. Se daba trato preferencial a los adictos.

Aunque el gusto sólo duró algunos meses, pues por presiones de los Cara Pálida, el particular de William Raldolph Hearst, poderosísimo magnate de periódicos del imperialismo yanqui, su uso se volvió a castigar.

Porque al paso que vamos, quizá antes del 2020, la mayoría de los 49 estados que habitan nuestros Primito norteños–el 50 es el estado libre (sic) asociado: Puerto Rico– despenalizaran la droga, pues ya comenzó Colorado a consumir de la verde.

Cuando sea así, pregunto y me pregunto: ¿dónde se enviará la droga que se produce en México? ¿Qué harán los políticos, priistas, principalmente, que se encuentra vinculados con el narco?

Durante el sexenio de José López Portillo circuló la versión de que para generar divisas había abierto las puertas de par en par a los cárteles de la droga, nacionales e internacionales. Quizá hacía honor a su apellido materno, que sí tenía, aunque pocos lo mencionan: y Pacheco.

Pues aquello de que íbamos a administrar la a abundancia debido a que el país tenía mares de petróleo, era una absoluta falacia. Como hasta la fecha. Igual será en el futuro próximo inmediato (un auto-sic).

Comenzamos a ser, más bien, un país motorizado.

De acuerdo con miembros del equipo del columnista político Manuel Buendía su asesinato, al comienzo del sexenio de Miguel de la Madrid, había tenido un móvil: acallar un próximo texto, que podría incendiar políticamente al país, donde daba pelos y señales de cómo y a quiénes dio las llaves Jolopo para que abrieran el cerrojo de la puerta de cristal para el trasiego –y producción– de drogas en territorio nacional.

Y nada se sabe al respecto porque la Dirección de Federal de  Seguridad, el brazo político de la secretaría de Gobernación, durante varios sexenios, requisó todos los archivos que Buendía guardaba bajo siete llaves en su oficina, cercana a la Zona Rosa del Distrito Federal.

Otra manchita al tigre: un amigo de este agorero albañil de la palabra, que fungió como comandante de una zona del norte del país, durante varios años, tenía la orden de dejar pasar cargamentos de mariguana, por vía terrestre y área, pertenecientes a un entonces candidato a la presidencia de la República — ¿de qué partido cree el lector que era? Si, adivinó: — del PRI.

Dicho compa, del barrio de la colonia Pensil, murió hace poco. Durante una acción encubierta lo confundieron con narco y los federales, equipo del que él también formaba parte, estuvieron a punto de ejecutarlo. Falleció años después a consecuencia de esa acción se le desarrolló diabetes.

Estuvo postrado en su cama casi un lustro y murió hace un par de años de un dulce y empalagoso coma. Habíamos charlado sobre la posibilidad de novelar la historia del narco-político. Pero los detalles se los llevó a la tumba. Su nombre era Juan. Me reservo, obvio, los apellidos. 

Está, también, el caso del general Jesús Gutiérrez Rebollo, zar antidrogas del gobierno mexicano, quien falleció en diciembre pasado a los 79 años de edad.

Fue el primer militar mexicano de alto rango en ser encarcelado por vínculos con el narcotráfico, específicamente fue acusado de proteger al fundador del cártel de Juárez, Amado Carrillo.

Al momento de su muerte cumplía una condena de 40 años de prisión por delitos contra la salud, violación a la Ley Federal Contra la Delincuencia Organizada y cohecho.

Durante mi experiencia pachecosa (lo comenté en otra agorera columna) del barrio –cercano a las instalaciones de la Secretaría de la Defensa Nacional— íbamos a comprar juanita al Campo Militar Número Uno. Eran inicios de la década de 1970.

Siempre eran soldados rasos, nunca oficiales, quienes se encargaban de la venta, vestidos de verde olivo. La venta de carrujos se realizaba a través de una malla ciclónica.

Los Cara Pálida, con singular alegría, comenzaron a  quemarle las patas al chamuco, a partir del primero de enero pasado. Desde temprana hora del miércoles hicieron largas colas para la compra de mariguana, como si esperaran herencia.

Colorado es el primero de los 50 estados del país de las Bardas y las Estrellas que legalizó la mariguana desde el primer segundo de este año. Veinticinco ciudades y condados de dicha entidad permiten la venta legal y limitada de marihuana en cerca de 160 establecimientos.

Se convirtió, así, en uno de los primeros lugares del mundo en expenderla libremente para uso no medico a todos los mayores de 21 años.

La medida es el resultado de la Enmienda 64, aprobada por voto popular en noviembre de 2012 y quelegalizó posesión y uso de pequeñas cantidades de marihuana (hasta 28 gramos) por persona, así como su producción y venta de acuerdo al nuevo marco legal.

La norma establece unimpuesto del 25 por ciento por venta de esa sustancia y permite que cada persona cultive hasta seis plantas, con un límite de 12  por familia. Prohíbe, no obstante, el consumo de marihuana en lugares públicos.

Denver, incluso, cuenta ya con su primera directora ejecutiva de Política de Marihuana. Se llama Ashley R. Kilroy, nombrada el 20 de diciembre pasado, y que hasta ese momento ejercía el cargo de directora interina de Seguridad Pública en la ciudad.

Y, dado que a nivel federal la venta y consumo de marihuana es una actividad ilícita, no se podrá comercializar dentro del Aeropuerto Internacional de Denver.

La puesta en marcha de esta norma ha abierto un intenso debate en el país sobre las consecuencias que su aplicación podría acarrear en la sociedad de Colorado, con cuatro millones 300 mil habitantes.

Los establecimientos la venderán en paquetes listos para fumar, pero también ofrecerán otros productos como galletas y bebidas.

Ahora sólo falta que produzcan mota colorada. Pero por otro lado estaría chido porque ya no consumirán tanto alimento chatarra, como sucede en México.

Imagino: nopal, chiles rellenos, pozole, arrocito, carnitas y birria, taquitos al pastor; pescados y mariscos; aguas de horchata, jamaica, guayaba, limón, piña… todo con mota.

Estaría del one.

Para Michael Elliott, director de Medical Marijuana Industry Group (MMIG), la venta de grifa recreativa no afectará a la salud física y mental de los jóvenes ni provocará más accidentes de tráfico o delincuencia.

Puntualizó que la legalización será benéfica “para la salud pública” porque propiciará que menos jóvenes consumanalcohol o se suiciden.

En Colorado ya tienen el paraíso en la tierra.

Acá seguiremos viviendo en un permanente infierno, colorado, de plomazos y muerte, si no se despenaliza el uso popular de mariguana.

Falta que su Alteza Serenísima quiera entrarle al toro.

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