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La migración hacia EU parece haberse estabilizado

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Sinopsis

La migración de mexicanos hacia Estados Unidos es un hecho social total, con una historia que atraviesa ya tres siglos y características que atañen a ambas naciones en el campo laboral, familiar, demográfico, económico, de políticas gubernamentales y de seguridad nacional.

 

En su trabajo Tendencias de la migración México – Estados Unidos. Elementos de mediano plazo para la política pública, Rafael López Vega, investigador del Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados (CESOP), señala que la reflexión técnico–cuantitativa en torno a este fenómeno se ha realizado por distintas disciplinas desde hace varias décadas.

Agrega que, no obstante las notables y diversas contribuciones científico–sociales y la riqueza de materiales en torno a este tema, se requiere de un mayor análisis y reflexión sobre los pros y los contras, así como los alcances y las limitaciones del proceso migratorio.

“Este trabajo aborda algunos de los esfuerzos académicos e institucionales en México y en Estados Unidos que han dado cuenta de los cambios, continuidades, y tendencias del proceso social migratorio entre ambos países. En particular, se destaca el contexto cuantitativo, en el que la pérdida de la población por efecto de la migración, para el caso de México parece haberse estabilizado”, acota el analista de asuntos migratorios.

López Vega, quien ha desarrollado diversos trabajos sobre este tema, precisa que, de acuerdo con las proyecciones vigentes, es difícil cuantificar la evolución poblacional en nuestro país como resultado de la motilidad social entre ambas naciones. Precisa que la incertidumbre tal vez está en el propio contenido de este proceso social, aun para los nuevos métodos estadísticos aplicados:

“Debido a que resulta un gran reto metodológico la estimación de la migración internacional para los métodos estadísticos, se cuenta con resultados inciertos”, acota el investigador del CESOP.

Rafael López sostiene que la agenda del desarrollo social y económico de nuestro país requiere del balance entre el propio desempeño de la seguridad social y del manejo y distribución de los recursos; la fuerza de la migración –que tiene sus propias fuentes de producción y reproducción-, y los condicionamientos geopolíticos, económicos y culturales allende la frontera.

El investigador afirma que pesar de las limitaciones que conlleva establecer visiones a futuro, se requiere de escenarios que hagan posible prever situaciones a mediano plazo, con el fin de que la política pública disponga de elementos objetivos y actualizados sobre la dinámica de los fenómenos demográficos.

El trabajo prospectivo contribuiría al conocimiento de tópicos como el comportamiento económico y salarial, los cambios en la estructura demográfica de ambos países, y la trayectoria de la migración con un precedente de 30 años.

El analista del CESOP apunta que se requiere de nuevos métodos, como el probabilístico, que abriría la oportunidad de contar con intervalos de confianza. Asimismo, plantea que sería deseable que los resultados de los nuevos ejercicios fueran monitoreados y evaluados continuamente, así como sus hipótesis contrastadas con la evidencia empírica. 

Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública

Cámara de Diputados

 

TENDENCIAS EN LA MIGRACIÓN MÉXICO-ESTADOS UNIDOS. ELEMENTOS DE MEDIANO PLAZO PARA LA POLÍTICA PÚBLICA

 

Rafael López Vega, investigador del CESOP

Introducción

El estudio de la migración entre México y Estados Unidos implica el conocimiento de una historia que atraviesa ya tres siglos, en la cual han participado investigadores de México, Estados Unidos y de otras latitudes. Existe un vasto acervo de análisis cualitativos y cuantitativos que datan desde su inicio. La investigación de sus volúmenes y perfiles ha utilizado información censal y registros administrativos de los servicios estatales de migración en ambos países. Asimismo ha impulsado el diseño, levantamiento y explotación de encuestas especializadas en el tópico migratorio, y el desarrollo y aplicación de métodos específicos para su conocimiento, caracterización, medición y estimación.

No obstante, la riqueza de materiales documentales, estadísticos, visuales y gráficos, y de las notables contribuciones y desarrollo de enfoques propios de diversos estudiosos del tema, desde los estudios pioneros de Redfield, Taylor y Gamio hasta las perspectivas de Galarza, Bustamante y Durand, hoy persisten varios retos para el mejor conocimiento de su pasado, presente y evolución futura. Por ejemplo, aún hay la necesidad de revalorar los alcances y limitaciones, los pros y contras de la regulación migratoria que abarcó casi un cuarto de siglo y que en los años setenta fue materia de reflexión del ejecutivo federal y al inicio del siglo XXI fue parte sustantiva de las posibilidades de una agenda bilateral; continuar la investigación del retorno-repatriación de los años veinte del siglo pasado y de lo ocurrido en los años de la Gran Depresión; o lograr una evaluación de los métodos y procedimientos que han dado origen a las estimaciones hechas hasta ahora sobre su volumen y nivel reciente.

En esta última dirección, este trabajo aborda algunos de los esfuerzos académicos e institucionales en México y en Estados Unidos que han dado cuenta de los cambios, continuidades y tendencias del proceso social migratorio entre estos dos países vecinos. En particular, se destaca el contexto cuantitativo, en el que la pérdida de población por efecto de la migración, para el caso de México parece haberse estabilizado. De acuerdo a las proyecciones de población vigentes en el país, las hipótesis de su evolución futura, aunque próximas a la realidad inmediatamente anterior, como lo evidencian los ejercicios de prospectiva previos, son sin duda inciertas. Inciertas incluso para los nuevos métodos estadísticos aplicados para prever su volumen en los próximos años.

 

Preámbulo

En su especificidad espacial y temporal el fenómeno migratorio se expresa en diversas corrientes, flujos, modalidades, duraciones e impactos sociales, culturales, económicos, políticos y demográficos. Por su volumen histórico, antigüedad, carácter laboral y familiar, acciones de política gubernamental, percepción social y su vínculo forzado o no con la seguridad nacional estadounidense, la migración de mexicanos hacia Estados Unidos es un hecho social total que desde hace varias décadas es un campo de investigación para distintas disciplinas.

En el área demográfica es un reto lograr una aritmética que permita aproximarse a su mejor cuantificación, estimación o proyección. Entre los componentes demográficos que mayor complejidad presentan en México para su captación, medición o estimación, la migración internacional representa un gran reto metodológico, a pesar de que todavía es en su gran mayoría de destino único: Estados Unidos. Esta situación también se extiende a la investigación del fenómeno en el vecino país del Norte., su exploración analítica implica tener en perspectiva su historicidad y sus vínculos con condiciones socioeconómicas, políticas, demográficas y de percepción social en el origen y el destino.

Durante el siglo XX y en este inicio del nuevo siglo el camino recorrido por el fenómeno migratorio entre ambos países ha sido matizado por su inicio en el último cuarto del siglo XIX y su continuidad hasta el fin de la Revolución Mexicana, fenómeno que se habría forjado en un régimen de uso de fuerza de trabajo bajo enganche, que se fortalece por su expresión coyuntural en los años precisos de la revolución mexicana.

Tal vez sea razonable asumir que se trata de un régimen de uso de mano de obra en un largo periodo de bonanza económica para Estados Unidos. Algunos autores[1] al mismo tiempo que establecen este periodo para los Estados Unidos y otros países (Alemania) como de economía en rápida expansión, documentan que a nivel internacional acontecieron diversas crisis económicas y financieras, exploran su originen geoeconómico e impacto antes de la Gran Depresión, se trata de las crisis de 1873, 1890, 1893 y 1907, casi todas ellas originadas en Estados Unidos.[2]

A este periodo le siguió el retorno masivo forzado, prefigurado por el clima antiinmigrante de los años veinte y de la Gran Depresión, diríase que se trata de una etapa de grandes deportaciones, contexto en el que tuvieron lugar diversos estudios sobre este proceso, como los de Manuel Gamio y de Gilberto Loyo, que llaman la atención sobre la pérdida de población por efecto de la emigración internacional.[3]

El fenómeno migratorio continuó su andar bajo un programa bilateral de carácter laboral que duró poco menos de un cuarto de siglo (1942-1964), y que se constituyó en su época en objeto de investigación y crítica en sus aristas sociales geoeconómicas, políticas, culturales y raciales.[4]

Programa Bracero bajo cuya sombra se alimentó y reforzó una migración no autorizada, la cual a pesar de las limitaciones de la información disponible en la época (estadísticas del Servicio de Inmigración y Naturalización sobre aprehensiones) presentaba ya incrementos porcentuales mayores a la de Braceros[5] y que se hizo claramente masiva sólo hasta los años ochenta, ésta se fusionó en los mismos años con el esfuerzo gubernamental allende la frontera de regularizar a miles de migrantes que ya vivían en Estados Unidos sin autorización, así como a sus familiares. Imagen y esfuerzos que perdurarían hasta el fortalecimiento de las respuestas que el gobierno estadounidense venía haciendo desde los años noventa y especialmente a partir de los acontecimientos del once de septiembre. En los años noventa ya estaban en operación los programas Bloqueo (1993), Guardián (1994), Salvaguarda (1995) y Rio Grande (1997)[6], si bien a éstos les precede el fortalecimiento financiero y de personal en los años ochenta del Servicio de Inmigración y Naturalización estadounidense.

Así el vínculo económico y sociocultural de los migrantes mexicanos, de la migración con aquel país encontró en su trayectoria que las viejas reglas se hacían nuevas y de mayor violencia, que sus regularidades temporales, espaciales, de volumen y las condiciones socioeconómicas allende la frontera vislumbradas, analizadas o enunciadas con menor o mayor critica por diversos estudiosos como Gamio, Loyo, Galarza o Bustamante están hoy en una nuevo régimen de ocupación de la mano de obra inscrito en una dinámica de múltiples complejidades económicas, políticas, culturales y de inercias demográficas y sociodemográficas desafiantes de las acciones estatales en el origen y el destino para su regulación o detención.

 

El tiempo en el proceso social migratorio: de Gamio y Loyo a Galarza y Bustamente

Si bien, es un lugar común aseverar que la migración es tan vieja como la historia de la humanidad, en nuestra contemporaneidad las migraciones internacionales de población, entendidas como el desplazamiento de las personas o grupos de personas de un país a otro con fines de cambio de residencia, han establecido su propia escala de importancia territorial y configurado su propio tiempo social.

La migración y los migrantes de México a los Estados Unidos ha sido objeto de estudio desde diversas narrativas disciplinarias y multidisciplinarios, se les ha abordado analizando su configuración histórico-geográfica y política inicial, así como los vínculos de su formación y continuidad en el siglo XX con decisiones estatales de alto nivel en ambos países, y su caracterización como problema social, político y económico que requiere regulación especial, ligado a situaciones de seguridad y soberanía nacional en los Estados Unidos.

La situación del desplazamiento con cambio de residencia de un país a otro nunca ha sido tan clara en la migración hacia el Norte, su análisis, medición o estimación, e interpretación aún hoy inscribe “categorías” polisémicas como: temporal, circular, permanente o definitivo, acotadas a los métodos utilizados para su análisis, recabado y diseño de información estadística.

En el vínculo migratorio México-Estados Unidos se arribó a la segunda década del siglo XXI con antecedentes de larga data en materia de migración internacional. Algunos de éstos se han fijado incluso hacia el final del siglo XIX, justo cuando la segunda ola migratoria del viejo continente a territorio estadounidense dejó de ser masiva, observándose que la migración de trabajadores mexicanos y sus familias se inició en el contexto del desarrollo regional allende la frontera del último cuarto del siglo XIX, particularmente en la última década de ese siglo. Convergiendo en ello el contexto geopolítico y económico, así como los cambios sustantivos en la organización sociopolítica de ambos Estados Nacionales. [7]

Estados Unidos ya contaba entre 1875 y 1900 con 50 mil mexicanos emigrados que se habían sumado a los nacidos en México residentes en dicho país, haciendo un total de alrededor de 130 mil connacionales viviendo en la Unión Americana, cuyo número en la propia escala cuantitativa de su tiempo informa de una emigración poco numerosa.[8] De acuerdo al Censo General de la República Mexicana de 1900 el número de habitantes en el país en ese año fue de 13.6 millones.[9]

El número de emigrantes hacia Estados Unidos en el periodo de la Revolución no fue de carácter millonario como algunos estudios han supuesto, aunque en mayor cuantía que su precedente inmediato. La información recopilada por diversos autores con base en los censos de población estadounidenses de 1910 y 1920 muestra que su número pasó de 222 mil a 468 mil en esos años.[10] Los censos mexicanos de 1910 y 1921 indican que había en el país 15.16 y 14.33 millones de habitantes, respectivamente, en consecuencia el mayor porcentaje de mexicanos en Estados Unidos se sitúa en alrededor de 3% de la población total del país en 1921. Es decir, casi se triplicó la cifra acumulada de emigrantes del último cuarto del siglo XIX.

En este punto conviene mirar la información censal en México, que a pesar de sus limitaciones es un referente necesario para informar de la población que salió del país en el espacio de esas dos décadas. Los tabulados publicados en relación con la estructura y composición demográfica de la población del país, en la clasificación usual en ese periodo, son un insumo para aproximarse a los faltantes de población por mortalidad (usual, por violencia y epidemias) y emigración internacional.[11]

La gráfica 1 muestra la Relación Hombres–Mujeres que se deriva de esta información censal para 1895, 1910, 1921 en las edades de los cero hasta los cuarenta años de edad, y en correspondencia con ello se presenta la misma curva para el censo estadounidense de 1920.

 

 

En relación con el gráfico es usual que la corrección demográfica identifique fallas en los eventos censales por diseño y cobertura. En este caso, la concavidad que se forma alrededor de las edades laborales en los censos de 1895, 1910 y 1921 y que se presenta también pero no de manera tan pronunciada en la población residente de Estados Unidos en 1920. Conviene reflexionar para el caso mexicano ¿se trata de omisión de población o este es motivado por la emigración y la mortalidad de varones? La Relación Hombres-Mujeres para el total de los nacidos en México que viven en Estados Unidos alcanzó su valor más alto en 1910 (156 hombres por cada 100 mujeres) en el periodo que va de 1880 a 1940.[12]

Una situación adicional que llama la atención en relación con el gráfico es que hay interpretaciones no del todo complementarias sobre el retorno de emigrantes a México en la década de los años veinte y que podrían haber sido captados inicialmente en el censo de 1921. Sin retorno, sería posible advertir que la caída en el indicador en comento de hombres por cada cien mujeres sería notable pasado el tiempo, por ejemplo una década, en el tramo de edad correspondiente diez años después, pero en el caso de los censos de esta época esto no sucede, los niveles bajos del indicador se mantienen en cada censo para las mismas edades ¿es posible asumir que el retorno fue importante terminado el conflicto revolucionario? Sin duda éste tiene un ritmo o ritmos y su despliegue en el territorio nacional originó huellas, hendiduras que se funden con el proceso inicial.

“la decisión de retornar, de volver al terruño, es una resolución semejante a la que se da en el momento de la partida. Se podría decir que se reinicia el proceso migratorio en sentido inverso y por tanto se ingresa nuevamente a una fase de toma de decisiones.

Por otra parte, el fenómeno del retorno está relacionado con lo que le sucede al migrante durante su estadía y con los cambios que se dan en el contexto internacional de los países de origen y destino…Sin embargo… el retorno tiene especificidades que obligan a repensar teóricamente el fenómeno.”[13]

Aunque el retorno se puede relacionar desde siempre con la estacionalidad de los empleos en Estados Unidos, puede argumentarse que es la transformación de la agricultura estadounidense desde el siglo XIX y la impronta de la ocupación masiva de mano de obra regulada o administrada (1942-1964) u ocupada bajo un régimen paralelo (no autorizada o indocumentada en el lenguaje de la época), la que lo condiciona. Autores como Manuel Gamio en el primer tercio del siglo XX al recabar información de viva voz y estadística sobre los migrantes identificó situaciones importantes de retorno después de los años veinte. Ya Gilberto Loyo en entrevistas hechas a migrantes de retorno en el segundo lustro de los años veinte recoge el testimonio de las causas de la migración.[14]

Durante la Gran Depresión, el proceso social migratorio fue impactado por las condiciones económico-políticas adversas, convirtiéndose (revirtiéndose) en un retorno a “gran escala”, alimentado por el desempleo, el hambre, la xenofobia y las deportaciones, en éste quiebre durante 1929-1934 más de 400 mil mexicanos regresaron a México.[15] Situación que en el marco de los ciclos económicos de mayor duración, puede ser valorada como estructural al mismo tiempo que de coyuntura, ya que apenas una década después inició en Estados Unidos una demanda de mano de obra mexicana que se artículo a las necesidades de la economía de guerra, para en ese mismo periodo e inmediatamente después involucrar como necesidad empresarial a cientos de miles de trabajadores mexicanos en la agricultura y en diversas actividades relacionadas con la industria agrícola, en el mantenimiento del ferrocarril y en la industria manufacturera. [16]

Una década después de concluido el Programa Bracero, resultaba claro que la emigración al vecino país del norte no había cesado, la emigración no autorizada continuaba de manera importante aunque no masiva, los registros del Servicio de Inmigración y Naturalización estadounidense dan cuenta también de la entrada legal de mexicanos a territorio de la Unión Americana. Elementos que forman parte del contexto en el que la investigación del fenómeno migratorio planteó una tipología de la inmigración mexicana a los Estados Unidos, cuyos componentes están anclados a una historia, a una economía, a un mercado o mercados de trabajo compartidos, por ejemplo los “inmigrantes legales” tienen ya una historia de más de cien años, y los trabajadores braceros se ubican en una época en particular, entre cuyos rasgos se haya la temporalidad de la contratación y el retorno regular. Periodo en el que la reflexión sobre el fenómeno migratorio también ha sistematizado y discutido el contenido de las categorías de “migración indocumentada”, “trabajador migrante”, “migración circular”, “ciclo migratorio”, “migradólar”, entre otras ofreciendo un marco analítico amplio en el que se unen elementos espaciales (geografía de la migración, la frontera, el origen y destino, la residencia permanente) y temporales (de corto, mediano y largo plazo) como en el caso de los ciclos migratorios.[17]

Es oportuno también plantear que en el retorno aspectos microsociales a nivel de individuo o grupo se conjugan con un modelo macroestructural de ocupación de mano de obra, figurando un componente imbricado con la permanencia, recurrencia y renovación de un proceso social de reconocida complejidad, al que si bien se le impusieron tiempos ha logrado hasta cierto punto establecer los propios. La población mexicana y la de origen mexicano en Estados Unidos por su propia fuerza se han construido su lugar en la economía, la política y la cultura de ese país.[18]

A pesar de la riqueza que implica la exploración de la historia del proceso social migratorio entre ambos países, aquí sólo se han situado algunos de sus acontecimientos clave, planteándolos como elementos que permitieron su investigación en relación con los ritmos de emigración a veces vertiginosos y masivos como durante el Programa Bracero, a veces un poco más lentos como en los años setenta del siglo XX, modelando acciones de política pública en uno o en los dos países, hasta el dejar hacer-dejar pasar. Políticas para las que el mejor conocimiento cuantitativo de los volúmenes de emigración y de la pérdida de población son necesarios, a fin de valorar adecuadamente situaciones coyunturales o situaciones cuyos componentes y duración implican un cambio no sólo en la lógica de ocupación de la mano de obra migrante, sino en las relaciones sociopolíticas y de bienestar de los respectivos Estados con las comunidades, las familias, las organizaciones y los actores individuales que en uno y otro lado se hallan vinculados directa e indirectamente al proceso social migratorio.

 

Escenarios cuantitativos

La emigración mexicana los Estados Unidos a lo largo del siglo XX y en el transcurso de este nuevo siglo ha sido y es importante para ambos países. Sobre la residencia de connacionales en otros países, aunque menos relevante, se cuenta para su conocimiento con distintos instrumentos, como la matriz global origen-destino (Universidad de Sussex), de datos censales recientes y registros administrativos actualizados de algunos países como Canadá y España. La actualización de la matriz global de origen-destino de la Organización de las Naciones Unidas permitirá en esta segunda década del siglo XX disponer de nueva información por lugar de nacimiento, nacionalidad y ciudadanía.

Estimar el volumen y el flujo de migrantes hacia Estados Unidos y de ese país hacia México nunca ha sido una tarea fácil de realizar. Hace más de tres décadas los esfuerzos de cuantificación del volumen de mexicanos en la Unión Americana-principalmente indocumentados[19] contaban con pocas fuentes de información, básicamente los registros del entonces Servicio de Inmigración y Naturalización estadounidense (INS, por sus siglas en inglés) y los censos de población y vivienda.

Los estudios sobre la migración México-Estados Unidos llevados a cabo hasta el inicio de los años ochenta del siglo XX ofrecieron un rico panorama sobre los orígenes, continuidad, cambios y tendencias en más de cien años en la perdurabilidad del fenómeno entre ambos países. Éstos dieron cuenta de las situaciones coyunturales y especificidades que han modelado su trayectoria. Uno de los balances históricos y de tendencia cuantitativa de la migración con el vecino país del norte llevado a cabo en la primera década del siglo XXI muestra, entre otras elementos, que en la primera década del siglo XXI tienen singular importancia los trabajadores temporales y los inmigrantes legales.[20]

La disponibilidad de las muestras censales estadounidenses de 1990 y 2000, así como de información sobre la población mexicana y de origen mexicano en varias encuestas, entre ellas la Encuesta Continúa de Población (CPS, por sus siglas en inglés) y la Encuesta de la Comunidad Americana (ACS, por sus siglas en inglés), la Encuesta sobre Migración en la Frontera Norte de México (EMIF), la Encuesta de la Dinámica Demográfica (1992, 1997 y 2009), la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) y las muestras censales mexicanas de 2000 y 2010 han permitido llevar a cabo distintas estimaciones sobre:

  • el número de mexicanos que viven en Estados Unidos,
  • el número de mexicanos que salen anualmente de México con destino al vecino país del norte y a otros países,
  • el número de nacidos en México y no nacidos en México que tuvieron residencia previa (un año antes) en México y viven en la Unión Americana,
  • el número de quienes retornan al país cada año o de quienes al principio del quinquenio previo al levantamiento de la información vivían en Estados Unidos o en otro país,
  • el número de personas que cada trimestre se van a vivir o a trabajar a los Estados Unidos y el número de los que retornan,

Si bien las estimaciones que se derivan de estas distintas fuentes se inscriben en metodologías y diseños estadísticos distintos, en conceptos y categorías migratorias que a pesar de que difieren forman un vasto acervo que ha servido de soporte a distintas aproximaciones para conocer la pérdida neta de población en México por efecto de la migración. Al respecto se identifican cuatro ejercicios recientes realizados tanto en Estados Unidos como en México. El Esquema 1 muestra las instituciones o centros que han llevado a cabo dichos ejercicios y las fuentes de información utilizadas.

Esquema 1. Ejercicios de estimación de pérdida neta de población por migración internacional y fuentes de información utilizadas

Investigadores de la Oficina del Censo Estadounidense (2011)

Consejo Nacional de Población (2002, 2006, 2013)

INEGI (2008 a la fecha)

Pew Hispanic Center (2012)

Fuentes de información

  • Encuesta de la Comunidad Americana
  • Estadísticas vitales de Estados Unidos
  • Muestras censales 1990 y 2000 (Estados Unidos)
  • Encuesta Continua de Población (CPS)
  • Encuesta de la Comunidad Americana (ACS)
  • Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE)
  • Censo de Población y Vivienda 1990, 2000 y 2010, y II Conteo de Población y Vivienda 2005 (México)
  • Muestras censales 2000 y 2010 del 10% (México)
  • Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE)
  • Encuesta Continua de Población (CPS)
  • Encuesta de la Comunidad Americana (ACS)
  • Encuesta sobre Migración en la Frontera Norte de México (EMIF)
     

Fuente: elaboración propia.

  • Estimaciones de la Oficina del Censo Estadounidense

Los censos de población y vivienda de Estados Unidos incorporaron hasta 1990 en el cuestionario básico una pregunta sobre el lugar de nacimiento de la persona de referencia y sobre el año de entrada o ingreso a territorio estadounidense, preguntas que se aplicaban también en el cuestionario para la muestra censal correspondiente (cuestionario ampliado).

En el año 2000 estas preguntas sólo formaron parte del cuestionario ampliado. No obstante, el diseño e incorporación de reactivos especialmente orientados hacia la captación del fenómeno migratorio en la Encuesta Continua de Población y posteriormente en la Encuesta de la Comunidad Americana, ofrecieron “mayores” elementos de conocimiento de éste desde mediados de los años noventa del siglo XX hasta la fecha. Los nuevos reactivos son genéricamente conocidos como “Residencia hace un año (ROYA)” y “Año de ingreso (YOEP)”, a los cuales debe añadirse la clásica determinación del país de nacimiento.

La Oficina del Censo Estadounidense (U.S. Bureau of the Census) ajusta a sus proyecciones de población las estimaciones que se derivan de las encuestas, mediante los llamados controles de población. Como se hará notar enseguida las categorías relativas a la fijación geográfica del origen o a la composición étnica de la población residente en Estados Unidos presentes en las proyecciones de población sólo inscriben el origen hispano/no hispano y de raza en seis categorías. Situación que ya marca una diferencia en relación a la información de los censos estadounidenses y de la que se obtiene con encuestas como la CPS y la ACS.[21] El cuadro 1 ilustra las categorías censales, de proyecciones y de la ACS relativas a origen y raza.

 

Los elementos de origen y raza se constituyen en factores clave para el control de la expansión de las diversas poblaciones que se estiman, por ejemplo por lugar de nacimiento que tendrían como referentes de control a la población según esas dos clasificaciones, lo que para el caso Mexicano implica estadísticamente considerar el volumen de la población hispana en el censo más reciente y de éste a su ajuste por análisis demográfico en las proyecciones, y de éstas a su valor de expansión en encuestas como la ACS y la CPS, pero también en otras encuestas de hogares en Estados Unidos.

En el caso del trabajo presentado por funcionarios de la Oficina del Censo Estadounidense en la Reunión Anual de la Asociación Americana de Población (2011) en relación con la inmigración neta de mexicanos a Estados Unidos destacan tres aspectos:

  1. Se aplica un método residual con base en tablas de vida del Centro Nacional de Estadísticas de Salud (NCHS, por sus siglas en inglés) para estimar emigración de personas nacidas en México que vivían en Estaos Unidos, esto para quienes entraron entre 1990-1999 y antes de 1990.
  2. Se utilizan las estimaciones provenientes de la Encuesta de la Comunidad Americana según los procedimientos de residencia hace una año (ROYA) y año de ingreso (YOEP).
  3. Se establecen dos posibles escenarios para la estimación de la migración neta con base en los dos procedimientos indicados, en ninguno de los dos se establece un valor “Cero” como pérdida de población (véanse las tablas 1y 3, y la gráfica 5 del documento de Scopilliti et al).
    1. Hacia 2008-2009 el número de emigrantes de México a Estados Unidos se sitúa en 156 mil (ROYA) y 223 mil  (YOEP), mientras que la salida de población de Estados Unidos hacia México se sitúa en 105 mil personas, en consecuencia el Saldo Neto Migratorio en ambos casos no es Cero, implica para México pérdida y para Estados Unidos ganancia de de población.
    2. Para 2009 la información que presentan las autoras no cubre un año de referencia, es de julio 2009 a marzo de 2010, y en ambos países la situación es de pérdida y ganancia, respectivamente pero a un menor nivel.

Cabe acotar que las proyecciones de población que realiza la Oficina del Censo (U.S. Bureau of the Census) en cuyo marco se prevén los valores que presentará la migración neta internacional, en el año 2004 se presentaron con base en el censo estadounidense del año 2000; en 2008 y 2009 se presentaron actualizaciones de las mismas, en las que se ajustaron las hipótesis de evolución de la migración neta internacional; en 2012 con base en los resultados de su nuevo censo de población y vivienda (2010) se presentaron las nuevas proyecciones de población 2012-2060. Las hipótesis de migración internacional tienen como base el análisis de la tendencia del fenómeno en los pasados treinta años (1980-2010).

 

  • Los reportes ENOE del INEGI

En 2005 INEGI inició el levantamiento de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) en sustitución de la Encuesta Nacional de Empleo (ENE). Interesa aquí destacar que el INEGI indica que la ENE contó con los siguientes instrumentos de captación: Cuestionario Básico (CB), Tarjeta de Registro de Hogares (TRH), y de las formas de control; Forma Única de Proceso (FUP), y la Hoja de no entrevista. En algunos trimestres la ENE también llevó a cabo levantamientos de módulos especiales, es el caso del Módulo sobre Migración del último trimestre de 2002.[22]

El instrumento denominado Tarjeta de Registro de Hogares (TRH) fue de utilidad para actualizar el listado de registro de viviendas mediante la identificación del número de viviendas adicionales que estén dentro del predio de la vivienda seleccionada, y determinar el número y tamaño de los hogares existentes en las viviendas seleccionadas, las características generales de la vivienda (tipo, tenencia, tamaño, materiales y servicios) e información de las características sociodemográficas de los integrantes de cada uno de los hogares: edad, sexo, situación conyugal o estado civil, fecundidad, escolaridad, condición de residencia y migración por lugar de nacimiento.

En la ENOE la TRH fue modificada de manera importante para dar origen al actual Cuestionario Sociodemográfico (CS). En éste último se inscribieron algunos reactivos que permiten, dado el diseño estadístico de la encuesta en panel rotativo (en el que una vivienda está en muestra por 5 trimestres consecutivos siendo sustituida por otra al finalizar éstos), identificar a partir del segundo trimestre, con base en la “Condición de residencia” a quienes de los residentes continúan viviendo en el hogar, o en otros términos a quienes no han estado en un proceso de transición de residencia, así como a los ausentes definitivos y a los nuevos residentes. Al respecto cabe acotar, que el diseño conceptual de la encuesta inscribe en sustitución de la noción de ausencia temporal y definitiva del hogar sólo la de ausencia definitiva.

Con el Cuestionario sociodemográfico de la ENOE se identifica entonces a quienes ya no se encuentran por haber partido a otro lugar por diversas causas entre éstas por mortalidad (AUSENTES DEFINITIVOS) y distingue quienes son nuevos en el mismo hogar por haber arribado de algún otro lugar por diversas causas entre ellas el nacimiento (NUEVOS RESIDENTES).[23]

En los glosarios respectivos de la ENEU y de la ENE se dice que el ausente temporal del hogar “Es la persona que en la semana de referencia se encontraba ausente del hogar por cualquier motivo, pero que tiene la intención de volver dentro de tres meses o menos. La ENEU clasifica a los ausentes temporales de acuerdo al motivo de ausencia y al lugar donde se encuentran.”, y distingue a los ausentes temporales en emigrantes y no emigrantes. Por su parte la ENE indica que para determinar a los “Residentes de la vivienda” se incluya a los que se encuentran temporalmente ausentes. Por su parte, en el glosario de la ENOE se indica que un “Ausente definitivo del hogar” es la “Persona que dejó de ser integrante del hogar”. En el flujo del CS y de acuerdo a las instrucciones del Manual del entrevistador[24] una vez determinado el motivo principal por el que se fue del hogar la persona de referencia se ubica (en caso de que la causa no sea fallecimiento) el lugar al que la persona se fue.

El Esquema 2 ilustra el diseño de panel y las transiciones a partir del segundo trimestre para los integrantes de los hogares en muestra.

 

 

 

De acuerdo a la información metodológica que se ha hecho pública en diversos foros y seminarios la estimación de los indicadores se basa (pero no es) en el Método de Encuesta Demográfica diseñado por el Centro Latinoamericano de Demografía, mediante el cual se “…recoge en la primera visita los datos referentes a las características de cada miembro del hogar; mientras que en visitas subsiguientes a partir de la actualización y corroboración de algunos rubros se identifican y contabilizan la magnitud y tipo de cambios ocurridos en la composición del hogar observado: fechas en que han ocurrido nacimientos, muertes, así como los cambios de residencia de los integrantes del hogar, y de otras características.”[25]

El método propuesto de Encuesta Demográfica haría posible que la información recabada estuviera sólo ligeramente afectada por efecto de omisión de los eventos vitales ocurridos, de modo tal que si la población fuese encuestada permanentemente sería casi imposible omitir los hechos vitales.[26]

Con la información de la trayectoria de los paneles y las transiciones en lo que INEGI denomina “Condición de residencia” el INEGI calcula indicadores que ha denominado de migración internacional (inmigrantes, emigrantes y saldo neto migratorio). Con base en éstos presenta con regularidad un comunicado de prensa sobre la dinámica de la migración internacional en el país y estimaciones del volumen de migrantes.[27] Como se observa en el gráfico siguiente las tasas que el INEGI estima de migración internacional nunca han sido cero (emigración, inmigración y saldo neto migratorio –SNM), aunque se aprecia que debido a los valores de las tasas de inmigración el SNM presentó dos momentos (en 2007 y 2009) en los cuales su valor fue positivo.

Parcialmente la interpretación de estos 27 puntos que conforman la estimación públicamente disponible de los indicadores se contextualiza en una década marcada con los eventos del 11 de septiembre, hecho que amplió el reforzamiento de la vigilancia en la frontera con México por parte de las autoridades estadounidenses, y la crisis económica financiera de 2008.

 

 

Respecto a este gráfico y en relación los indicadores de migración internacional estimados por el INEGI, convendría:

  1. Tener en cuenta los criterios de residencia que orientan el recabado de los datos sociodemográficos establecidos con base trimestral.
  2. Evaluar si la población que se determina con base en la muestra común y el nuevo panel en cada trimestre cumple con el requisito de población expuesta al riesgo para generar las tasas:
  • el evento de transición ocurre entre un trimestre y el siguiente, en el cual un quinto de la muestra con su población inicialmente expuesta ya no aparece en el siguiente trimestre.
  1. Evaluar la calidad de la información sobre los hechos vitales que precede a la ENOE y que se recababa con la TRH.
  2. Disponer a partir de la ENOE de los indicadores de los hechos vitales, y de migración interna, y compararlos con los registros administrativos.
  • Finalmente, como resulta usual en la evolución de algunos instrumentos de captación es conveniente evaluar el impacto que implica en el levantamiento la continuidad de los encuestadores en el levantamiento con el nuevo instrumento, ya que ello puede implicar la permanencia de conceptos y prácticas entre dos instrumentos distintos, introduciendo sesgos en el recabado del dato.
  • En relación con los entrevistadores “Cabe mencionar que una indicación que tiene el personal a cargo de la Encuesta es rotar a los entrevistadores, con la finalidad de que éstos no visiten las mismas viviendas en dos o más ocasiones consecutivas; con ello se trata de evitar la posibilidad de algún sesgo en la captación debido al conocimiento previo de la información.”(INEGI; 2005, 46)

En relación con estos elementos, y para lograr una aproximación adecuada a la serie 2006-2012 que INEGI presentó en abril de 2013 con la siguiente precisión:

“Cabe señalar que las tasas reportadas desde el primer trimestre de 2011 y hasta la última observación utilizan información ponderada para representar los totales de población que sirven de base a la ENOE; sin embargo, estos resultados tienen carácter preliminar en tanto los factores de expansión de la encuesta no sean recalculados con base en las proyecciones de población 2010-2050.”

También habría que advertir que tanto entre 2004 y 2009 (ENADID) como entre 2005 y 2010 (Muestra censal) en el cuarto trimestre de cada año la emigración internacional disminuye y la migración de retorno aumenta.[28] A efecto de matizar el comportamiento de ambos componentes del proceso social migratorio y en consecuencia del SNM, si se toma sólo la información de la ENOE del primer al tercer trimestre, y se toma el promedio de las tasas estimadas por INEGI, la denominada tasa de emigración entre 2010 y 2012 se habría estabilizado entre 3.8 y 3.5 por cada mil habitantes, mientras que la tasa de inmigración ya no aumentó sino que descendió en más de un punto al pasar de 3.21 a 2.26 por cada mil habitantes, por consiguiente sería de esperar un comportamiento suave del SNM (Véase siguiente gráfico).[29]

 

 

 

  • El balance cuantitativo del Consejo Nacional de Población

Por otro lado la corrección demográfica hecha por el Consejo Nacional de Población (CONAPO) en sus dos series recientes (Conciliación 2000-2005 y 1990-2010) y las proyecciones de población que se derivaron de ambos ejercicios (2005-2050 y 2010-2050) resultan por demás relevantes dada la participación del INEGI y de especialistas de El Colegio de México en la primera de las conciliaciones indicadas; y de especialistas de la Sociedad Mexicana de Demografía, y de varias dependencias de la Administración Pública en la segunda.[30]

En el CONAPO la prospectiva demográfica se ha llevado a cabo por el método de componentes. En principio, es indispensable disponer de una población armonizada y coherente con el pasado demográfico como elemento clave en esta tarea. Además una adecuada estimación de la fecundidad, mortalidad y la migración interna e internacional, así como las hipótesis de evolución o comportamiento futuro de éstos son los elementos técnicos sustantivos en la elaboración de las proyecciones.

La estimación de las tendencias recientes de cada componente prefigura las hipótesis que se formulan, mientras que la población base contiene una evaluación técnica de toda la información disponible a fin de asegurar congruencia entre el dato de población (volumen, estructura y composición) y los eventos e indicadores demográficos. Por tanto, los resultados de las proyecciones en su esfuerzo por definir como puede ser el futuro están sujetas a las fortalezas y limitaciones de la coherencia demográfica entre la población base y los componentes demográficos, así como a la bondad de las hipótesis establecidas. El comportamiento demográfico aunque tiene una fuerte carga inercial que ofrece la posible tendencia que seguirán los fenómenos, también depende de diversos factores socioeconómicos, culturales e incluso políticos y de estabilidad social. Algunos de estos factores son de mayor complejidad predictiva que el crecimiento de la población.

Para el caso de la migración internacional, ya Gamio abordaba hace más de tres cuartos de siglo la dificultad de establecer el número de mexicanos que vivían en Estados Unidos y los que salían anualmente de México. Él evaluaba la calidad y pertinencia de la información censal, y de los registros de migración de ambos países.[31] Al respecto, es por demás interesante notar que en años recientes en CONAPO se haya indicado que “En las últimas décadas, el componente migratorio para el caso de México ha resultado difícil de cuantificar, por lo que esta variable genera incertidumbre en las proyecciones de población.”[32]

Desde mediados del siglo XX y hasta el inicio de los años ochenta del siglo XX los diversos ejercicios de prospectiva demográfica llevados a cabo en México estimaron la tasa de migración neta internacional en valores muy pequeños, el mayor de ellos de 1.74 por cada mil habitantes para 1960-1965. En los ejercicios de proyecciones desde 1985 y de finales del siglo XX y de la primera y segunda década del siglo XXI las estimaciones de migración internacional han dispuesto de un mayor número de fuentes de información.

La trayectoria hipotética de los volúmenes o las tasas de migración internacional, en cada una de los ejercicios de prospectiva, muestran la dificultad técnica de anticipar con certeza un valor numérico sobre su comportamiento, por lo que los niveles de migración estimados para el quinquenio previo al año base se mantienen constantes en el horizonte de la proyección (Véase Gráfica 4). Asimismo no es de menor complejidad lograr establecer la adecuada estructura y composición demográfica de este componente, así como su distribución geográfica acorde al origen, es decir inscribir principios de prospectiva demográfica que consideren el intercambio de población entre países, y de las entidades federativas con el extranjero.

 

 

Interesa destacar que en ningún caso la pérdida en volumen es cero, y en el caso de las respectivas tasas tampoco se estimaron o sus hipótesis han sido de alcanzar un nivel de cero, los valores de éstas habrían sido establecidos como sigue:

  • en la trayectoria de las proyecciones 2000-2050, para el año 2000 la tasas por cada mil habitantes tendría un valor de 3.87, para 2005 de 3.76 y en 2010 sería de 3.63, y hacia el 2030 habría descendido a un valor de 2.85 por cada mil habitantes, lo que implicaba una previsión de pérdida de población de 362 mil personas en dicho año.
  • el valor estimado para 2000 en la conciliación demográfica de las proyecciones 2005-2050 fue de 6.35 por cada mil habitantes, en 2005 tendría un valor de 5.61, para 2010 de 5.12, y en 2030 descendería a un valor de 3.91 por cada mil habitantes. Esta estimación en volumen significa que se preveía la pérdida de población de 472 mil personas por efecto de migración internacional.[33]
  • la conciliación demográfica 1990-2010 estimó para el año 2000 un valor de la tasa en 6.12 por cada mil habitantes, en 2005 el valor estimado fue 4.45, para 2010 de 1.60, y en 2030 se ha previsto que descendería a un valor de 2.38 por cada mil habitantes, como puede verse en el gráfico precedente eta tasa equivale a una pérdida de población por migración internacional en ese año de 327 mil personas.


 

Comentarios finales

La reflexión técnico-cuantitativa sobre la migración internacional entre México y Estados Unidos cuenta actualmente con numerosas fuentes de información, que responden a diversos diseños estadísticos, que lo mismo inscriben procedimientos específicos para la captación del fenómeno migratorio que conceptualizaciones propias sobre éste. La convergencia de diferentes ejercicios estadísticos y de estudios específicos sobre el largo panorama de un fenómeno prácticamente ininterrumpido desde finales del siglo XIX, muy bien podría orientar el trabajo analítico por hacer.

En México la agenda del desarrollo económico y social deberá encontrar un balance entre el presente del proceso social migratorio, condicionado por estrategias geopolíticas, económicas y culturales allende la frontera, por el propio desempeño económico y de seguridad social en México, así como por la fuerza de la migración que en tanto proceso social encuentra sus propias fuentes de producción y reproducción, que la han convertido en un factor de largo aliento lo mismo a escala macroeconómica como para la supervivencia personal, familiar y a nivel de comunidad que de ruptura en esos niveles. Al respecto tómese sólo como ejemplo, el hecho lamentable del gran número de fallecidos en el territorio de la frontera sur estadounidense en el mismo periodo en que se fortalecieron las medidas de vigilancia fronteriza que venían desplegándose desde los años noventa del siglo XX, y que no sólo persisten sino que a la vez que han encontrado cauces internos legales para su aplicación también tienen respuesta desde las comunidades de migrantes que se han visto afectadas, así como la emergencia de nuevos actores sociales que actúan en defensa de los derechos humanos.

Por otro lado, generar escenarios sobre las tendencias que seguiría la dinámica de la migración entre México y Estados Unidos, ha tenido ya la necesidad de llevar a cabo previsiones de mediano plazo del comportamiento económico y salarial en ambos países, así como del análisis de la trayectoria previa de la migración con un precedente de hasta 30 años, y más recientemente de los cambios en la estructura demográfica de ambos países. Elementos que en estricto sentido se constituyen en recursos que permiten inspeccionar posibles futuros, y como tales son inciertos, a pesar de los elementos que los hacen previsibles.

Al inicio del siglo XXI, parte del discurso demográfico en México preocupado por el carácter determinante de las proyecciones de población elaboradas ha llamado la atención sobre la necesidad de orientar los esfuerzos técnicos hacia nuevos métodos, como el probabilístico, que abriría la oportunidad de contar con intervalos de confianza para las proyecciones de población. Sería deseable que con fines de política pública, los resultados de los nuevos ejercicios de prospectiva demográfica fueran monitoreados y evaluados continuamente, que sus hipótesis fueran contrastadas con nueva evidencia empírica. Ello podría ayudar a prever situaciones como las que enfrentaron los ejercicios de prospectiva demográfica de la primera década del siglo XXI, en consecuencia a que la política pública disponga de elementos objetivos y actualizados sobre la dinámica de los fenómenos demográficos.

Sobre la prospección del futuro aún hay tareas de reflexión por hacer, tal vez está en su propio contenido ser incierto.

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[1] Véanse Neal y Weidenmier (2002: 486-501).

[2] Crisis que afectó el mercado de trabajo estadounidense. En su marco el Gobierno de México tuvo que actuar apoyando el retorno de connacionales que laboraban en el vecino país del norte. Délano (2006: 150) resumiendo a Cardoso indica para el caso de los emigrantes que “…el gobierno mexicano no consideraba estos flujos representaran un problema. El presidente Díaz argumentaba que la migración era un fenómeno natural que el gobierno no debía prevenir ni controlar y que el papel de las autoridades se limitaba a proveer protección consular en casos de discriminación y explotación laboral, y mantener los lazos culturales de las comunidades con su país de origen…”. Véase también Verduzco (2000: 14-15).

[3] Véanse Gamio (1930), Loyo (1960: 29) Durand (2009) Alanís (2010) y Welti (2011). En particular, Loyo plantea que por la política de inmigración de Estados Unidos México no pierde anualmente medio millón o al menos un cuarto de millón de personas en los años cincuenta del siglo XX. Corwin (1972: 203) plantea que los estudios de Loyo sobre la migración se incorporaron al Plan Sexenal de Lázaro Cárdenas básicamente en relación a eliminar las causas que provocan la pérdida de población.

[4] Bustamante (1994:3) indica que la perspectiva de Galarza (1964) sobre dicho Programa, fue de conocimiento del Ejecutivo Federal ante la posibilidad de plantear en la década de los setenta su renovación (1975).

[5] Véase Bustamante (1983: 15-16).

[6] Véase López (2003).

 

[7] La importancia de la inmigración a Estados Unidos de emigrantes de Alemania, Irlanda y Gran Bretaña ha sido ampliamente documentada. Véase Encyclopedia of American Immigration, History of U.S. immigration, 1783-1891, Salem Press 2010. Editor: Carl L. Bankston III, Tulane University March 2010, 3 volúmenes. Asimismo en Galarza (1964, Chapter 4) puede encontrarse que durante el periodo que cubre una tercera ola migratoria atravesando el final del siglo XIX y el principio del siglo XX la contratación de trabajadores mexicanos entró al relevo y en competencia con los trabajadores chinos y japoneses.

[8] Véase Romo (1993: 116).

[9] Véase Cuadro 1, pp. 149, en Gutmann, McCaa, Gutiérrez y Gratton (2000); y Tabulado Pob_1900_1.xls, en:

 http://www3.inegi.org.mx/sistemas/TabuladosBasicos/default.aspx?c=16770&s=est

[10] Véase Gutmann, McCaa, Gutiérrez y Gratton (2000).

[11] José Sanfilippo-Borrás recientemente (2010: 165) hace un recuento de los padecimientos más usuales en la época de la revolución mexicana, por ejemplo en relación con la influenza española. Alba (1974) en su ensayo sobre la población de México hecho para CICRED menciona tangencialmente el hecho de la influenza española indicando que provocó un elevado número de defunciones. Johnson y Mueller (2002:111) en su recopilación cuantitativa de la influenza española informan que entre 1918 y 1920 hubo en México 300 mil fallecidos por dicha pandemia.

[12] Gutmann et al, op.cit.

[13] Durand (2004: 104).

[14] Véase Loyo (1960: 28) y Gutmann, McCaa, Gutiérrez y Gratton (2000: 146).

[15] En materia de política pública, este retorno masivo ha sido poco estudiado en términos de la reinserción social en las comunidades de origen. Alanís Véase (2003). establece que fue de poco impacto dado la base económica existente en las comunidades orientada hacia la subsistencia. Como medida pública él comenta que el Estado mexicano buscó, en el marco de las estrategias imperante en la época,  la reubicación de los retronados.

[16] Las fluctuaciones cíclicas son una característica persistente de la vida económica. No sin controversia, en general la literatura especializada en ciclos económicos identifica tres principales tipos de ciclos: el de negocios cuya duración es de 3 a 7 años; el de construcción o ciclo de Kuznets que dura entre 15 y 25 años; y las ondas de larga duración o ciclos de Kondratieff de entre 40 a 60 años. Véase Sterman y Mosekilde (1992: 1). http://dspace.mit.edu/bitstream/handle/1721.1/46906/businesscycleslo00ster.pdf?sequence=1. Es interesante hacer notar que J. Schumpeter (1939: 17) refiriéndose a las fluctuaciones económicas de un país y de cómo ello afecta a otros países plantea que las migraciones están en particular obviamente condicionadas por las fluctuaciones de los “negocios”, y que ninguna descripción de los mecanismos de los ciclos (de la economía) puede considerarse completa sin incluirlas, y sin incluirlas al menos como un factor interno.

[17] Véase Bustamante (1983 y 1997),  Guerin-Gonzáles (2005: 241) y Gutmann et al (2000: 154).

[18] Durand (2007: 31).

[19] Característica que prevalece en la población mexicana radicada en Estados Unidos, se estima que cerca de 6.05 millones son indocumentados.

[20] Véase el estudio de Massey et al (2009).

[21] Para una explicación más detallada en el caso de la CPS véase García Vilchis y López (2009).

[22] En relación con el proceso de diálogo que llevó al surgimiento de la ENOE, véase el documento de INEGI: ENOE Una nueva encuesta para México, 2005. En particular las páginas 3 a 7 donde se da cuenta de las etapas en el diseño de la ENOE, incluidos los instrumentos de captación.

[23] Los nuevos residentes también pueden ser las personas omitidas previamente.

[24] INEGI (2009: 137).

[25] En 2009 en el Taller de Análisis Empírico de la Migración Mexicana organizado por el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, el INEGI presentó al parecer por primera vez públicamente el ejercicio de “Medición de la migración mexicana a partir de la ENOE”. En estricto sentido solamente se hace explícito el procedimiento operativo mediante el cual se hace uso de las fuentes de información, pero no se hace explícita la reflexión metodológica en torno a los conceptos de inmigración y emigración que se derivan del diseño estadístico y de la conceptualización de residencia que modela el levantamiento de la información. Por otra parte, el texto citado fue tomado de la presentación “Uso de Encuestas en Hogares en el Estudio de la Migración”, de Bustos y de la Tijera y López Vega en el Seminario sobre Migración y Remesas, organizado por la Universidad Iberoamericana y el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) en febrero de 2009.

[26] Arretex y Somoza (1973: 6).

[27] Al final de los impresos digitales de los comunicados de prensa el INEGI pone a disposición de los usuarios un número telefónico y la dirección de su portal en internet para disponer de mayor información sobre la metodología.

[28] La sección de migración internacional tato en la ENADID 2009 como en la muestra censal del 10% del año 2010 inscriben reactivos sobre el mes y el año de emigración y de retorno en el marco del quinquenio de referencia de la pregunta central que detona la aplicación o no de la sección.

[29] De hecho, las curvas de las series de emigración, inmigración y del SNM aceptan una línea de ajuste con polinomios de segundo grado con una R2 mayor de 0.99, 0.91 y 0.98 en cada caso, respectivamente.

[30] Los especialistas que participaron fueron de las siguientes Secretarías-: Educación Pública, Salud, Trabajo y Previsión Social, Desarrollo Social, y del INEGI.

[31] Gamio (1930: 20-21) indica que los censos (decenales) en Estados Unidos se levantan en otoño por lo que el retorno en invierno afecta el número establecido de inmigrantes mexicanos. Los censos estadounidenses durante la segunda mitad del siglo XIX y hasta 1900 se levantaron en junio, y desde 1910 se levantan en abril. En el caso de los registros administrativos consideraba más oportunos los del Departamento de Migración de México por el registro obligatorio de salidas y entradas de nacionales y extranjeros respecto a los de Estados Unidos que sólo exigían el registro al ingreso pero no la salida de territorio estadounidense.

[32] (CONAPO, 2009: 231).

[33] Las estimaciones de migración internacional para el periodo 2000-2005 y que sustentaron el cálculo del saldo neto migratorio internacional como elemento técnico para establecer la población base de las proyecciones 2005-2050 resultaron polémicas. Corona y Tuirán (2008:36) indican que la emigración hacia Estados Unidos fue sobrestimada. En el ejercicio técnico que ambos autores presentan encuentran que el promedio anual de emigrantes debió situarse en alrededor de 400 mil y no en 574 mil. 

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