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Agora Política

Jesús Yáñez Orozco

Fenece la capacidad de asombro y dolor que duele, cuando muerte y violencia se convierten en espectáculo, cotidiano Reallity Show. El drama, de las armas y el verbal, reducido a su mínima expresión como espectáculo por la Telepatria: Televisa.

 

No hay mucha diferencia con lo que miramos con la peruana sexagenaria Señorita Laura.

Ninguna, más bien.

Pero es ilimitada la sevicia de la organizada delincuencia, el terrorismo, grupos paramilitares y las “puntadas” alcohólicas,  cuando se trata de exhibir un absoluto desprecio por la vida humana. Más cuando se difunde por el Ojo de Vidrio.

Garantía de amplio rating: morbo y dolor ajeno igual a dinero.

Sea por el motivo que sea. Nada lo justifica.   

Me sentí agorzomado cuando supe que cada vez más se expande un curioso deporte en varias partes del mundo: jugar futbol con cabezas humanas.

Balompié Jíbaro –cuya tradición ancestral es la reducción de cabezas—o cavernícola, lo define esta agorera columna.

Y no es que tenga grima por la violencia, que cada vez se humaniza más. Forma parte de la cotidianidad. Ya ni se siente algo cuando hay cifras dantescas: en los últimos seis años en la lucha contra la organizada delincuencia en México hay 120 mil muertos.

And counting.

Sino porque, reflexiono, al margen del hecho violento en sí y sus móviles, qué significado tiene echar cascaritas con testas.

Quizá esté relacionado con el más absoluto desprecio por la vida del otro u otros, producto del deterioro social y económico de la aldea globalizada: indefensión y desesperanza.

En ocasiones fundamentalismo religioso disfrazado de pugnas políticas. O viceversa.

Más allá del macabro mensaje que representa degollar a un individuo.

Cuántas toneladas de saña se requieren, primero para decapitarlo a un individuo y luego patear la cabeza como balón de futbol. Rueda sobre una interminable cancha de dolor.

Dinero y poder mediático es lo que al final de cuentas se reduce el rodar cabezas en una cancha imaginaria de balompié.

“A ti te puede pasar lo mismo”, es la advertencia que no se verbaliza, y que va dirigida a los adversarios de cualquier grupo delincuencial. 

Y ocurre en Colombia, Siria, incluso Rusia, aunquen por otros motivos.

Bonito deporte de un deporte: chutar penalties con cabezas.

En México aún no se practica, pero reguero de cabezas hay. Y por todo el país. De costa a costa y de frontera a frontera. Como canicas, cuando jugábamos en el barrio, al centro de una circunferencia, cocol, rombo.

Corrijo: al menos no ha sido un tema mediático.

Como el comercial televisivo de finales de los años 60s, de aquellos sombreros que decía más o menos así: de Sonora  a Yucatán se usan sobreros tardan.

Así: el sembradío de cráneos por todo el territorio nacional, insisto en la insistencia.

Y no tardarán en jugarlo, si tomamos en cuenta que existen más de 90 cárteles de la droga en México que luchan por el control de plazas.

Viene a mi mente, por asociación libre, la temática futbolística de la historieta Chanoc de principios de la década de los años 70s. Cuando Tsekub Baloyán y el “cachorro”, enfrentaban  en partidos de soccer, con el representativo de Ixtac, a Puk y Suk –malosos caníbales que se querían papearse a quien se parara enfrente a ellos– con cocos de agua vacíos a sus pieseses.

Pero acá son cabezas humanas.

El perfume de la guayaba

Colombia es el país donde más se practica este peculiar deporte en la lucha gubernamental contra la guerrilla, los cárteles del narcotráfico, la narcoguerrilla, grupos paramilitares y narcoparamilitares.

Una nota periodística publicada por el diario La Jornada, el 31 de julio de 2008, fechada en Bogotá, narra:

El jefe paramilitar desmovilizado Enrique Banquez Martínez confesó ante la justicia colombiana que esos grupos de ultraderecha colgaron de árboles y degollaron, al son de la música, a más de 60 campesinos en la región de El Salado, en febrero de 2000.

Más: “jugaron futbol” con las cabezas de las víctimas en la plaza del pueblo.

La confesión fue hecha ante la fiscalía de la ciudad de Barranquilla por Banquez (alias Juancho Dique), quien se acogió al proceso de negociaciones entre el gobierno de Álvaro Uribe y las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), que entre 2003 y 2006 permitió la desmovilización de cerca de 32 mil integrantes de esos grupos.

Explicó que los hechos ocurrieron cuando unos 300 miembros de las AUC llegaron al caserío de El Salado, en el departamento de Bolívar, con la intención de asesinar a los campesinos a quienes consideraban simpatizantes de las guerrillas, en el contexto de una política de contrainsurgencia que contaba con el apoyo de ciertos sectores del ejército.

 “Lo que voy a decir es muy duro, pero es bueno contarlo. A algunas de las víctimas de la matanza de El Salado las guindaron con cáñamos en los árboles y las mataron con bayoneta, fusiles que tenían bayonetas, y eran degolladas”, dijo el hombre en la audiencia de este martes, según declaraciones citadas por el diario El Tiempo de Bogotá.

Dijo que “mientras mataban, los otros, de puro ocio, tocaban gaitas, tamboras y violines. Eso fue durante la matanza que duró entre tres o cuatro horas”, agregó este hombre, que además participó en otros 565 homicidios al citar diversas masacres como la de enero de 2001 en el caserío de Chengue, en el departamento de Sucre, que dejó 27 víctimas.

En el libro Bogotá, Ciudad Memoria, publicado por el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, Bogotá 2012, del capítulo la Epoca del Terror, llamada de “la violencia”, se describe lo siguiente:

“En los departamentos de Tolima, Antioquia, el Valle, los del Eje Cafetero, y en los Llanos Orientales, tenían lugar múltiples masacres, esos asesinatos colectivos en donde en forma indiscriminada son muertos cinco, diez o más personas de un solo tajo, incluidos niños y mujeres.

“Miles de familias enteras fueron expulsadas de sus casas y tierras. Agentes oficiales y sus aliados, los llamados “pájaros” –los paramilitares de aquella época–, llegaron a los peores extremos de crueldad y sevicia como lanzar niños al aire para ensartarlos en la punta de las bayonetas; cortaban las orejas de sus víctimas y las exhibían como trofeos en los cuarteles.

“Les abrían el pecho a las víctimas para sacar sus entrañas, o practicaban el macabro “corte de franela”; aviones de guerra descargaban prisioneros como bombas humanas para atemorizar a los campesinos.”

Y puntualiza:

“O se jugaba futbol con las cabezas de las víctimas.”

“No es necesario, es urgente, que el país conozca estos relatos’, dice Antonio Girón, director de ‘Gotas que agrietan la roca’, la película que se estrenó en el Centro de Memoria Histórica de Bogotá, escribió en el Espectador por Isabel Junca, el 23 de octubre de 2013

De luchas, impunidad, persecución, asedio, derechos humanos. De víctimas y victimarios. De sus voces, sobre todo las de las de las víctimas. Sobre todo, de la memoria. Esos son los temas que abordan los 85 minutos de la película del español Girón.

Colombia espejo pasado del presente de México.

 Los hermanos musulmanes

Terroristas “jugando al futbol con las cabezas de los civiles sirios” muestran las imágenes de un video difundido en las redes sociales por los mismos hombres armados que luchan desde hace más de dos años y medio para acabar con el Gobierno de Damasco.

Este video muestra las atrocidades que cometen los terroristas en particular, del Estado Islámico en Irak y el Levante (EIIL) y del Frente Al-Nusra contra los musulmanes chiíes sirios.

Desde el inicio del conflicto sirio, algunos países regionales, como Arabia Saudí, Catar, y otros occidentales, entre ellos Estados Unidos y sus aliados, brindaron ayuda tanto financiera como logística a los grupos armados con el fin de derrocar el Gobierno de Bashar al-Asad.

La semana pasada el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, declaró que los países occidentales admiten que la permanencia de Bashar al-Asad en el poder en Siria es mucho mejor que los terroristas tomen el control de este país.

En el marco de ese conflicto armado se ha sucedido cascaritas con cabezas humanas.

Desde Rusia con amor

En Rusia dos adolescentes mutilaron a un indigente y después de patear el cráneo lo tiraron a la basura. Las agresoras, que estaban alcoholizadas al momento de cometer el sanguinario ataque, justificaron el hecho porque, según coincidieron en afirmar, el hombre “las miró mal”.

Fueron detenidas luego de cortarle la cabeza a un vagabundo y utilizarla para jugar el futbol. Por ese motivo, podrían ser condenadas a 15 años de prisión.

Con un hacha y varios cuchillos le cortaron la testa, y una vez que lo lograron no tuvieron mejor idea que jugar un partido de futbol con esa parte del cuerpo.

Luego, dejaron el cráneo en un cesto de basura, pero los restos de sangre condujeron a la policía al departamento de una de ellas, donde encontraron las armas blancas que las incriminaron y terminaron siendo el motivo de su detención.

Remate:

Y sí, desde esta agorera columna, pido una cabeza: la de la Señorita Laura y no para jugar cascarita porque la señora está muy cáscara: que La Secretaría de Gobernación, que encabeza Miguel Angel Osorio Chong, le aplique el artículo 33: la expulsión del país, por ser nociva para el país.

Peor que la fauna de los Ratones Verdes, también al servicio de la telemierda: Televisa.

Pero lo más seguro, soy realista, aunque no soy el único que lo ha exigido, es que nada ocurra porque Emilio III, por lo que se mira en pantalla, la ha acogido como su madre putativa: espejo de sí mismo y su pensamiento ante cámaras y micrófonos.  

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