Así de fácil
Juan Chávez
A pesar del apresuramiento para despacharse al procurador, el gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, tendrá que apechugar las protestas que contra su gobierno se darán en varias ciudades del país.
Diez periodistas asesinados en su administración alientan las manifestaciones. El de Gregorio Jiménez, sin embargo, es el que ha derramado el vaso.
Y es que, si usted recuerda, el procurador “renunciado”, en una acelerada averiguación, aseguró que el periodista del sur de la entidad había sido ejecutado “por una venganza”. Dijo que por fricciones de una vecina, ésta habría pagado “20 mil pesos” para que balearan y eliminaran al informador.
Ese fue, sin duda, “uno de los motivos personales” por los que Amadeo Flores Espinosa le presentó al gobernador “su renuncia”.
Duarte había anunciado cambios en su gabinete a finales de la semana pasada. Pero no precisamente por el “caso Goyo”, si no porque la población, en general, no aprueba su descuido a la seguridad pública.
Hasta ahora, la prensa local no ha desatado campaña alguna en su contra. Dicen que tiene “comprados a los medios” y que por lo mismo no han aflorado sus errores.
Inminente, entre los cambios en el gobierno veracruzano, está el de Gina Domínguez Colío que no obstante los “dineros derramados” dejará la Coordinación de Comunicación Social y la vocería gubernamental de la entidad.
La sustitución de Gina se preveía de un momento a otro, de tal suerte que el sucesor del área ya está designado: Alberto Silva Ramos, quien se desempeñaba como secretario de Desarrollo Social del gobierno duartecista.
Veracruz pues está de nuevo en el pandero de los escándalos. Más que nada, por la muerte de los periodistas, a pesar de que el periodismo veracruzano le esté perdonando la vida, mediáticamente hablando.
Las protestas, por lo mismo, serán a nivel nacional este domingo, más que nada, porque las organizaciones de periodistas no comulgan con las formas que Duarte ejerce para mantener el supuesto control de “su” prensa.