Tópicos Legislativos
Ignacio Álvarez Hernández
La nota de “8”, la esperanzadora, más allá de capos, violencia y fraudes, fue sin duda el acuerdo de Certidumbre Tributaria que, de manera unilateral, anunció el secretario de Hacienda Luis Videgaray Caso, el cual compromete al gobierno a no modificar o crear nuevos impuestos hasta el 2018, es decir hasta el final del sexenio.
En el acuerdo integrado por ocho componentes, acordado entre la clase gobernante, nos la pintan bonito, al afirmar que la Reforma Hacendaria, tiene el bondadoso fin de impulsar el crecimiento, el empleo y cuidar el ingreso de la gente, con la promesa de que ahora sí, el presupuesto se ejercerá con eficiencia, sin corrupción y total transparencia.
En realidad el acuerdo, no sólo es una bella estrategia electoral a ojos y oídos ciudadanos de aquí al proceso federal intermedio del 2015, sino un acercamiento político de una reforma que acabó generando inconformidad y puntos de vista discordantes entre el sector público y el privado, que inició el año pagando más impuestos, con menos deducciones fiscales, sin ventas y cobranza rezagada.
El compromiso, afirma que ni IVA, ni ISR, ni IEPS, son lo único que no se va a “mover” en México, que ahora sí como lo exige el sector privado, se meterá al orden la informalidad, se combatirá elusión y evasión fiscal, el gasto público será eficiente y transparente y, el déficit fiscal, se irá reduciendo año tras año, promesas que, en otros gobiernos, son obligaciones.
Sin embargo, como reza sabiamente Juan Pueblo, en México siempre se va del gozo, al pozo, pues después de declaraciones estridentes y aplausos de gran impacto mediático, bastará leer con cuidado el punto sexto del Acuerdo de Certidumbre Tributaria, que en unas cuantas palabras, lo transforma en “Incertidumbre Tributaria”.
Y, remontémonos al punto: Sólo si hay alguna catástrofe en la economía nacional o internacional, este acuerdo no tendrá validez, es decir si a nivel mundial, como ha sido el pretexto por años, le pegan a la dependiente economía nacional, y se obligue al gobierno a no “haber de otra”, pues se volverán a replantear impuestos, a realizar ajustes o a cambiar exenciones.
No hay que olvidar que en una economía como la nuestra, colgada de la globalización, interesada en comprar, no en producir, y a sobrevivir de la inversión extranjera, pues la verdad es que está inerme, de ahí la excepción de que sólo estaremos a salvo de modificaciones impositivas, si no ocurre como cada cuatro años en México, otra catástrofe económica.
El propio líder de los diputados del PRI, Manlio Fabio Beltrones Rivera, aceptó que no estamos exentos ya sea por la reforma energética, o bien por causas económicas, se haga imperativo realizar ajustes tributarios, como el continuismo del inflacionario gasolinazo que aparentemente termina en 2014 y que, por algo, no fue incluido en el festejado acuerdo… Dios tenga piedad de nosotros.
