Hugo L. del Río
¿Morir por Ucrania o Crimea? Ni madres. Estados Unidos fracasó en Irak y Afganistán: su potencia bélica está en entredicho; la OTAN y la Unión Europea redujeron sus Ejércitos de seis a tres y medio millones de efectivos, al tiempo que estrecharon su colaboración militar con Rusia.
Ucrania no podría defenderse ni siquiera de una invasión del Ejército de Haití: con una inflación del doce al catorce por ciento, debe 19 mil millones de euros al Fondo Monetario Internacional y 37 mil millones de dólares a diversos bancos y naciones. Del presupuesto, que era de 50 mil millones de euros al año, desaparecieron, por obra y magia del gobierno de Víctor Yanukóvich, 26 mil millones y el precio del gas natural –exportado de Rusia— sube de 280 euros por millar de metros cúbicos a 480. Además, los ucranianos perdieron mil 700 millones de dólares adicionales: valor de las instalaciones militares que tenían en Crimea y que se agandayaron los rusos. “Si este país fuera una empresa, ya habría quebrado”, declaró Arseni Yatsenvik, primer ministro adjunto. La Asamblea General de la ONU aprobó la más tibia de las resoluciones: declara inválida la anexión de Crimea, pero sin mencionar a Rusia, el villano de la película. Bueno, hasta Yuri Sergeyev, embajador de Ucrania bajó el tono de voz para musitar que
“la resolución no está dirigida a condenar a ningún Estado miembro”. Estados Unidos, Dinamarca y el Reino Unido tienen en el aire a 34 cazabombarderos F-16 y un par de AWACs –plataformas volantes de supercomputadoras—dizque para vigilar que los rusos no amenacen a Polonia, Rumanía y los países bálticos. El Presidente Obama truena contra la OTAN y la Unión Europea y exige que dupliquen el gasto en ferretería militar. El danés Anders Fogh Ramussen y la Presidenta de Lituania, Dalia Grybauskaite,
Coincidieron: ¿Para qué decimos que no si sí? Rusia ni suda ni se preocupa. La popularidad de Putin –el Rasputín del Tercer Milenio— subió del 48 al 53 por ciento, y aunque en la Bolsa el Índice MICEX bajó 1.6 por ciento, Moscú se cae al suelo de risa cada vez que Occidente lo “amenaza” con sanciones económicas. Con una producción diaria de diez millones de barriles de crudo y una cifra astronómica de gas natural vendido al exterior, los rusos saben perfectamente que no los pueden castigar. “Rusia es un socio muy poderoso y lo mejor que se puede hacer es no aislarlo”, advierte el europeo Vivien Pertusot, analista en asuntos financieros y militares. Las democracias europeas no la hacen sin el gas natural y el petróleo rusos. Pero, además, los tres gigantes energéticos de Rusia, Gazprom, Lukoil y Rosneff –aportan la mitad del presupuesto nacional— están asociados con los más importantes de sus homólogos norteamericanos y europeos: Exxon, de la Unión Americana; ENI, de Italia; Statoil, de Noruega; Total, francesa, la Royal Dutch Shell, angloholandesa y por ahí nos vamos. No más en el último trimestre del 013, la Royal Dutch, dueña del 19 por ciento de las acciones de Rosneff, ganó mil millones de dólares. ¿Castigar a Rusia? Por favor: estas megacorporaciones son dueñas de países y gobiernos. La crisis –muy, pero muy relativa: Ucrania no es miembro ni de la OTAN ni de la Unión Europea— sólo tendrá dos consecuencias: subir el gasto en ferretería de guerra, pero sin ánimo de disparar un solo tiro; y ahondar la distancia entre Washington y la Unión Europea, aliados que en público intercambian sonrisas y en privado se mientan la madre.
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