Entresemana
Moisés Sánchez Limón
En la tarea legislativa es recurrente que diputados y senadores utilicen lugares y frases comunes para aderezar sus declaraciones, unas alarmistas otras optimistas, las menos tolerantes y conciliatorias pero, sobre todo, discrepantes respecto de un mismo tema.
Tal postura no tiene nada de sorprendente, pero entre compañeros de bancada y de partido evidencia falta de comunicación o ausencia de acuerdos internos en torno de un tema en específico. Cierto que, suelen decir los políticos, en esta praxis no puede arribarse a la unanimidad o plena coincidencia. También entre pares hay discrepancias. Y eso es bueno para la salud política.
Sin embargo, cuando un actor político como el senador poblano Miguel Barbosa Huerta ha tomado la ruta del estrellato y, como don Fidel Velázquez Sánchez en sus tiempos de gloria y petulancia, habla de todo y aparenta saber de todo, se asume hombre de izquierda y coquetea con las vanidades de la derecha, hay que dudar de sus convicciones partidistas.
Y es que, Barbosa suele descalificar al trabajo de los diputados y olvida su paso por el Palacio Legislativo de San Lázaro, cree que no hay memoria entre los reporteros cuando presume de demócrata y enemigo de las cuotas partidistas en los órganos que debieran estar vacunados contra las veleidades y los convenios cupulares, como el Instituto Nacional Electoral y el Instituto de Acceso a la Información Pública y Protección de Datos.
Sus posturas alarmistas o de supuesta advertencia de riesgos que dañarían al camino de México en busca de la democracia perfecta o de desarrollo industrial, de plano evidencian que, o bien el senador Barbosa y su grupo buscan una negociación a modo, o de plano fuerza condiciones de una pelea políticamente arreglada, es decir, como tirarse al piso en el tercer round para garantizar una buena paga.
Pero, vaya, el senador Barbosa no es el único legislador que sube a la tribuna a anunciar el parto de los montes o que México está en riesgo de la debacle y que los mexicanos perderemos hasta el modo de andar a consecuencia de la Reforma Energética.
Son estos personajes como Manuel Bartlett Díaz, a quien molesta le contradigan con la verdad, o Ricardo Monreal Ávila que descalifica al adversario y llama ignorante al crítico.
Son diputados y senadores que, incluso, se elaboran auto entrevistas y las divulgan en la peregrina convicción de que los reporteros somos menores de edad.
¿Usted cree que el país se va a desbaratar porque no salgan a tiempo las enmiendas a leyes secundarias que hagan viable el camino y aplicación de las reformas estructurales? Para todo rezago hay una solución. Los acuerdos políticos que impulsan consensos y aprobación de dictámenes en el pleno de los diputados o de los senadores, no se dan como maná caído del cielo.
Todo tiene sus razones y fundamentos, perogrullada legislativa cuando de aterrizar asuntos torales se trata. Los disensos forman parte básica del esquema de negociones y éstas implican desencuentros elementales. Pero cuando el catastrofismo es el factor de una postura política, cuando el sentido común indica que un tema, como la reforma político electoral, debe prosperar porque los tiempos legales así lo indican, entonces hay elementos para asumir que se trata del tongo legislativo.
Veamos: Con fecha domingo 20 de abril, 2014, mediante un boletín de prensa, cabeceado con la frase: “Elecciones de 2015, en “alerta roja” ante ausencia de leyes reglamentarias”, Barbosa advierte que el “INE se encuentra “atado de manos” porque debe trabajar con viejos ordenamientos”.
Y acota: “La ausencia de leyes reglamentarias en materia político-electoral ha encendido la “alerta roja” de cara a los comicios federales de 2015, es momento de realizar esfuerzos extraordinarios para que antes de terminar abril tengamos listos los cambios electorales”.
Aún más, siempre de acuerdo con su comunicado, “el líder senatorial advirtió que de no aprobar las reformas habría una situación verdaderamente “grave e inédita” en el sistema electoral mexicano, cuya consecuencia sería una vulnerabilidad institucional que pondría en riesgo la organización, realización y calidad de las elecciones del próximo año”.
¡Ah!, pero luego le entra al martirologio legislativo: “No nos dejaremos presionar, ni legislaremos sobre las rodillas. Las y los senadores del PRD ejerceremos plenamente nuestros derechos y obligaciones en este importante tema”.
¿Le creemos al catastrofismo de Barbosa? Porque, en el otro lado de la acera, su contraparte, el coordinador de los diputados federales del PRD, Silvano Aureoles Conejo, respecto del mismo tema declaró:
“(…) el PRD está dispuesto a que de manera responsable se analicen las iniciativas de reforma político-electoral, puesto que el único interés de su grupo parlamentario es fortalecer y dar mejores herramientas de transparencia a los próximos procesos electorales en el país”.
Y mire usted que en la Cámara de Diputados no hay hermanas de la caridad. Pero las principales fuerzas políticas han privilegiado el acuerdo por encima de los catastrofismos. ¿Qué busca Barbosa al encender la alarma? Digo.
LUNES.- Total, si no hay nuevo Cofipe, el actual fue respetado en su extensión por los actores de la elección federal de 2012 y nadie prohíbe su uso porque nadie lo ha abrogado. En otro tema, ¿sabe usted quién se opone en el Distrito Federal a la aplicación de la Cruzada Nacional contra el Hambre? Luego se lo platico. Conste.
