Salvador Flores Llamas
El último destape de un candidato presidencial priísta, a la usanza del PRI imbatible, fue operado por Ernesto Zedillo en favor de Francisco Labastida Ochoa en 1999, y terminó en contundente victoria de Vicente Fox, apoyado en el PAN, mas no panista de convicción.
Ante la falta del primer priísta de México, el presidente de la República, Roberto Madrazo, jerarca máximo del PRI, se erigió en candidato para 2006, con oposición de sectores priístas, sobre todo de la entonces poderosa lideresa del SNTE Elba Esther Gordillo, su feroz enemiga, que lo empujó al fracaso, tras una campaña desorganizada y sin calar, que mucho se dijo fue ideada así por el tabasqueño para quedarse con los grandes fondos que él mismo le destinó.
Tras la imposición de Ávila Camacho por Lázaro Cárdenas como candidato del entonces Partido de la Revolución Mexicana, después PRI, cimbró a éste el destape de Luis Echeverría (LEA), que estuvo a punto de ser removido de candidato por Díaz Ordaz (GDO) por la falta de ortodoxia tricolor con que inició su recorrido por el país: en Morelia guardó un minuto de silencio por los estudiantes caídos en Tlatelolco en 1968, sin incluir a los militares que también murieron allí.
GDO estuvo a punto de relevarlo, pero no lo hizo y lo lamentó toda su vida.
LEA resolvió su sucesión al destapar a su amigo López Portillo (JLP), con azoro de las mayorías priístas que daban como “bueno” a Moya Palencia, en segundos términos a Muñoz Ledo, Gómez Villanueva y Cervantes del Río y en último a quien resultó “el agraciado”.
De la Madrid (MMH), Ojeda Paullada y García Paniagua fueron los más mencionados para suceder a JLP, quien se inclinó por su ex discípulo en la UNAM y secretario de Programación y Presupuesto MMH.
Ojeda confiaba por ser compadre de JLP, y García Paniagua, quien era líder del PRI, hizo gran berrinche al no ser el destapado; se disciplinó y fue enviado de secretario del Trabajo, el cuarto cargo que ocupó en el sexenio.
Casos singulares fueron los de Reyes Heroles, secretario de Gobernación los primeros tres años, quien se descartó de ser “el bueno” por ser hijo de española y fue el valladar para que Hank González, jefe del Departamento de DF, vástago de alemán, no lograra se modificara el artículo 82 de la Constitución, que prohibía ser presidentes a los hijos de extranjero.
El profesor Hank lanzó para ello una campaña astuta que pedía “reformar el 82 para el 82”, año de la sucesión de JLP.
El destape de Salinas de Gortari por MMH fue también traumático, porque provocó que el poderoso líder petrolero “La Quina” se saliera del mitin en que CSG fue proclamado candidato y apoyara a Cuauhtémoc Cárdenas, quien se llevó del PRI la corriente democratizadora porque él no fue “el bueno” y se sentía con derecho por ser el herero del Tata.
Sabido es que el triunfo de CSG fue impugnado como fraude electoral por Cárdenas, quien llevó al Congreso fuertes grupos de diputados y senadores y acordó en secreto con Salinas deponer su actitud, si bien no lo reconoció, a cambio del registro de su partido el PRD.
Muy crítico fue asimismo el destape de Colosio por CSG: Camacho Solís, el amigo del alma de Salinas se emberrinchó y boicoteó a Luis Donaldo, hasta que la víspera de que éste fuera asesinado hicieron las paces; pero ya el rijoso no pudo sustituirlo porque disgustó a tirios y troyanos.
Diría Fidel Velázquez: Camacho se movió mucho, por eso no salió en la foto.
Zedillo quedó en lugar de Colosio. CSG lo respaldó con toda la maquinaria tricolor y un acuerdo bajo cuerda con Fernández de Cevallos, el candidato del PAN, quien les dio un repazón a Zedillo y al perredista Cárdenas en un debate, encabezó las preferencias, y abandonó su campaña pian pianito.
