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Jean Tirole ha sido galardonado con el Premio Nobel de Economía 2014. Ingeniero de base por la École Polytechnique de París, doctor en Matemáticas por la Universidad de París IX, y doctor en Economía por el Massachusetts Institute of Technology. Tirole es reconocido por sus aportaciones al estudio del poder de los mercados y su regulación, haciendo énfasis en los temas de teoría de la organización industrial. La obra del francés –frecuentemente lograda en colaboración con Jean-Jacques Laffont—ha roto paradigmas. Para fortuna de los especialistas en el campo de la competencia, el Nobel de Tirole llega en tiempos apropiados, dada la efervescencia regulatoria que se vive en la actualidad en México a partir de las reformas constitucionales de 2013. La investigación del profesor Tirole ofrece una teoría unificada y mensajes que bien pudieran ser tomados en cuenta por el gobierno mexicano. De hecho, aunque el Nobel nunca ha dedicado tiempo de manera específica al caso de México, varios de sus planteamientos parecen haber sido diseñados justo para éste. En particular destacan los ámbitos de la regulación de los mercados de red como son las telecomunicaciones, el mercado financiero, y el de energía eléctrica. ¿Qué lecciones pueden tomar los reguladores mexicanos de las enseñanzas de Jean Tirole, dado el brillo que el premio otorga a sus postulados?
Las aportaciones de Tirole a la teoría económica son vastas, y han sido utilizadas extensivamente en el análisis microeconómico relacionado con la conducta de los oligopolios y las consecuencias de la información asimétrica en la actividad económica. La apertura comercial, los procesos de privatización, y la evolución de la globalización inspiraron a Tirole a crear nuevos enfoques metodológicos con el propósito de contrarrestar la escasez de investigación que en dichos ámbitos prevalecía a principios de la década de 1980. Antes de Tirole, las aplicaciones reduccionistas de los cánones regulatorios de aquel entonces causaron efectos contraproducentes en varias economías del mundo. Ejemplos de esto son algunos controles de precios a monopolios, o la prohibición de todo tipo de cooperación entre competidores, lo cual puso en riesgo procesos de innovación que, por su naturaleza, sólo se pueden dar mediante alianzas estratégicas. En sus trabajos, Tirole ha subrayado el carácter dinámico de la regulación y la necesidad de que su diseño sea particular a la realidad de cada país, sector e incluso región. Asimismo, Tirole ha contribuido al análisis económico del derecho, al exponer las implicaciones de la captura regulatoria (complicidad entre regulador y regulados), proponer soluciones mediante la teoría de juegos y la teoría de los contratos, y analizar los efectos competitivos de las patentes.
A pesar de la creación de nuevos reguladores de competencia económica, telecomunicaciones, y la reestructuración de los mismos en el sector energético, en su forma de implementar las recientes reformas en dichas materias, el gobierno mexicano está enviando, de manera constante –a veces de forma subrepticia-, señales peligrosas de pretensión de control político en detrimento de mayor desarrollo. El trabajo de Jean Tirole apunta fundamentalmente a cuestionar el alcance óptimo de la intervención del gobierno en los mercados, asumiendo que en la realidad existen muchas industrias que no son competitivas y operan en mercados imperfectos. Los matices que el gobierno federal, los reguladores autónomos y el Poder Judicial -quien al final juzgará mediante sus tribunales especializados- dibujarán en los procesos de diseño y aplicación de la regulación, son asuntos cruciales para el futuro de la economía. Sería oportuno que legisladores, funcionarios públicos y empresas reguladas escuchen las lecciones prescritas por Tirole. Sin embargo, la buena intención puede contrastar con el interesante dilema con el cual el gobierno se enfrenta: privilegiar el profesionalismo técnico a fin de establecer condiciones propicias para un funcionamiento óptimo de los mercados, o dar preferencia a la sujeción a un proyecto político que no necesariamente persigue en la realidad el desarrollo económico del país.
