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S&P dice que las perspectivas de la economía son estables

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La calificadora onfirma calificaciones soberanas de México

Comunicado de prensa de la calificadora:

La implementación de la histórica reforma energética, apoyada por cambios en el marco fiscal, favorece las perspectivas de crecimiento de México y su flexibilidad fiscal durante los próximos tres años, pese a la baja de los precios del petróleo.

 

Las acusaciones de corrupción y las persistentes preocupaciones en torno a la seguridad serán un desafío para las capacidades de liderazgo del presidente Peña Nieto pero no es probable que afecten de manera importante la implementación de la política económica.

Estamos confirmando nuestras calificaciones soberanas de largo plazo en moneda extranjera de ‘BBB+’ y en moneda local de ‘A’, de México.

La perspectiva es estable, lo que refleja el balance entre los desafíos de la implementación de estas ambiciosas reformas en 2015 y 2016 con la mayor flexibilidad fiscal y dinamismo que esperamos en la economía durante los próximos dos a tres años.

Acción de Calificación

México D.F., 18 de diciembre de 2014.- Standard & Poor’s Ratings Services confirmó sus calificaciones soberanas en moneda extranjera de largo y corto plazo de ‘BBB+’ y ‘A-2’, respectivamente, de México. También confirmamos nuestras calificaciones soberanas en moneda local de largo plazo de ‘A’ y de corto plazo de ‘A-1’. La perspectiva de nuestras calificaciones de largo plazo se mantiene estable. Asimismo, nuestra evaluación del riesgo de transferencia y convertibilidad (T&C) para México se mantiene en ‘A+’.

Fundamento

Las calificaciones de México reflejan su historial de políticas fiscales y monetarias cautelosas que han contribuido a que el país mantenga bajos niveles de déficits gubernamentales e inflación, así como moderados niveles de deuda fiscal y externa. Sin embargo, la históricamente limitada flexibilidad fiscal del soberano y el bajo crecimiento del PIB  constituyen debilidades crediticias en el nivel actual de calificación. Aproximadamente una tercera parte de los ingresos presupuestales totales del país todavía provienen del sector hidrocarburos, lo que hace al gobierno vulnerable ante la volatilidad de los precios del petróleo. Además, la base tributaria no petrolera es baja, en 10% del PIB.

Pese a ello, y contrario a lo que ocurre con muchos otros mercados emergentes, México ha logrado combinar una creciente tradición de políticas macroeconómicas prudentes con un ambicioso conjunto de reformas que buscan impulsar las perspectivas de crecimiento del país y reforzar su flexibilidad fiscal. Durante los últimos dos años el gobierno logró que el Congreso aprobara reformas significativas, entre ellas la fiscal y la de energía. La reforma fiscal busca contener la dependencia del gobierno de los ingresos petroleros en un periodo de cuatro años mediante el incremento de la participación de los ingresos no petroleros en un estimado 2.8% del PIB. Esta vulnerabilidad estructural es particularmente importante en el contexto actual del descenso de los precios petroleros. El uso de instrumentos de cobertura limitará el impacto de la baja de los precios del petróleo sobre el presupuesto del gobierno en 2015, pero si dicho descenso se vuelve permanente, el gobierno mexicano tendría que ajustar su inversión pública en línea con ello en 2016, como lo ha hecho en el pasado. La dependencia de los ingresos fiscales petroleros explica el hecho de que la política fiscal de México sea pro-cíclica, lo que constituye un impedimento importante desde la perspectiva de la calificación crediticia.

La aprobación de la histórica reforma energética debe impulsar las perspectivas de crecimiento de México y su flexibilidad fiscal en el mediano plazo. Esta expectativa fue la razón detrás de nuestra alza de calificación de México en diciembre del año pasado después de que el Congreso mexicano y las legislaturas estatales aprobaron una enmienda constitucional para abrir el sector de la energía a la inversión privada. Fue un momento decisivo para México. En 2014, el Congreso aprobó todas las leyes secundarias necesarias para la implementación de la reforma, y se espera que el gobierno presente las primeras licitaciones para empresas del sector privado sobre mantos existentes en julio de 2015, bajo acuerdos de producción compartida.

En nuestra opinión, la apertura del sector de hidrocarburos al sector privado atraerá inversiones significativas para todo el sector de energía en el mediano plazo. La incursión en el vasto potencial petrolero de México deberá impulsar la inversión y el crecimiento de la economía. Asimismo, consideramos que los efectos tangibles de estas inversiones en la actividad económica estarán por verse en varios años.

Durante los próximos dos años, el ritmo de la inversión en el sector también dependerá de dos importantes eventos que se han desarrollado durante los últimos meses: la caída en los precios del petróleo y los desafíos para la administración derivados de la violencia interna relacionada con el narcotráfico.

No esperamos que la baja en los precios del petróleo frene la inversión en las primeras licitaciones que se esperan en 2015 ya que todas ellas se relacionan con la explotación convencional de campos petroleros actualmente en operación por Petróleos Mexicanos (Pemex), la petrolera estatal. El costo promedio de producción de Pemex es de entre US$22 y US$ 25 por barril y, por consiguiente, estas inversiones siguen siendo rentables incluso con precios del petróleo cerca de US$55 por barril. Las operaciones no convencionales, cuyas licitaciones se supone que se anunciarán no antes de 2016, podrían estar en riesgo si persisten los actuales precios bajos del petróleo.

La desaparición y muerte de 43 estudiantes en la ciudad de Iguala, en el Estado de Guerrero, en septiembre de 2014, subraya los significativos desafíos que plantea el control de la violencia relacionada con el narcotráfico en México. Aunque tal violencia no es nueva en el país, lo acontecido en Iguala generó nuevamente cuestionamientos sobre la capacidad del gobierno para lidiar con este tema crítico y sobre el impacto que la violencia pudiera tener sobre las perspectivas económicas. En el corto plazo, estos eventos constituyen un desafío para el liderazgo del Presidente Peña Nieto y, por consiguiente, para su capacidad para implementar su agenda económica. En nuestra opinión, la menor popularidad del gobierno derivada de esto podría afectar marginalmente su capacidad para implementar su agenda de política económica, pero dado que la mayoría de las reformas importantes ya se aprobaron, no esperamos que su efecto se vuelva crítico. Consideramos que el gobierno seguirá comprometido con políticas macroeconómicas prudentes.

Más allá del aumento en los ingresos tributarios no petroleros, los recientes cambios en el marco presupuestario fiscal de México consolidan las perspectivas para que continúe una sólida administración fiscal. El gobierno ya ha introducido una mayor transparencia en su objetivo fiscal. Aunque la aprobación de estas nuevas políticas es una señal importante de las intenciones del gobierno, solamente podrá establecer una trayectoria a través de la implementación efectiva de las mismas. Proyectamos que el déficit del gobierno general rebase 3% del PIB en 2014, pero que descienda posteriormente. También esperamos que la deuda neta del gobierno general se sitúe en 40% del PIB durante los siguientes años.

Aunque la flexibilidad fiscal sigue limitada, la política monetaria se ha convertido en la herramienta económica contracíclica más poderosa, con base en un sistema creíble de objetivos de inflación y un régimen de flotación cambiaria libre –a pesar de la intervención más reciente del banco central en el mercado cambiario. El peso mexicano se mueve libremente, y de acuerdo con nuestra definición de criterios, es una moneda activamente negociada. Tras mantener la tasa de interés en 4.5% durante casi cuatro años, el banco central inició un proceso de reducciones en marzo de 2013 que llevó la tasa de referencia a 3.0% en junio de 2014. La tasa de interés de referencia se ha mantenido en ese nivel desde entonces. Sin embargo, sigue siendo limitada la capacidad del banco central para influir en la demanda agregada por medio de cambios en la tasa de interés de referencia, debido al todavía bajo nivel de la intermediación financiera en México. El crédito interno representa solamente 24% del PIB.

Esperamos un crecimiento real del PIB de México de 2.2% en 2014 y de 3.2% en 2015, niveles más altos frente al 1.4% en 2013. Este crecimiento todavía modesto refleja el repunte de la economía estadounidense y la reversión de algunos factores excepcionales en México que apuntalaron el bajo crecimiento en 2013. El PIB per cápita de México se mantiene en un moderado nivel de US$11,000 (esperado) para 2014.

El sólido sector externo de México debe ayudar a sortear el impacto de la baja en los precios del petróleo. Además, esperamos que la recuperación en marcha de la economía estadounidense sostenga la demanda de productos industriales mexicanos en el mediano plazo. Pese a la amplia participación de no residentes en las tenencias de deuda gubernamental emitida en el mercado local, la deuda externa del país, neta de activos líquidos, se sitúa en un manejable 42% de los ingresos de la cuenta corriente en 2014, y esperamos que se mantenga en niveles similares. La ausencia de desequilibrios significativos en la cuenta corriente (en torno a 2.0% del PIB) se traduce en necesidades de financiamiento externo comparativamente bajas en comparación con algunos de sus pares. 

Perspectiva

La perspectiva estable pondera los desafíos de corto plazo respecto a la implementación efectiva de las numerosas reformas aprobadas en 2013 y 2014 con sus beneficios —mayor margen de maniobra fiscal y una economía más dinámica— que probablemente traerán solamente en dos a cinco años. Esperamos que las mejores expectativas de inversión privada derivadas de la reforma energética tomen tiempo para generar un crecimiento económico mayor y una base de ingresos más fuerte y menos volátil. Es probable que un sector de energía más dinámico fortalezca a los sectores no energéticos, como el de manufacturas, al paso del tiempo. También prevemos que el gobierno adopte medidas para contener el déficit fiscal en caso de que persistan los bajos precios del petróleo después de 2015.

Podríamos subir las calificaciones si una implementación efectiva de estas reformas recientes, más rápida que lo esperado, fortalece rápidamente el crecimiento y el perfil fiscal de México, al mismo tiempo que mantiene las vulnerabilidades externas bajo control. Por el contrario, no lograr la implementación efectiva de las reformas recientes en los próximos años podría contribuir a un bajo crecimiento y al debilitamiento de la confianza de los inversionistas. La incapacidad de reducir gradualmente la dependencia de los ingresos volátiles de la energía, en combinación con cambios inesperados en las políticas fiscales, podría incrementar la vulnerabilidad de las finanzas públicas a los shocksadversos. El deterioro resultante del perfil económico y financiero de México podría indicar una baja de las calificaciones del soberano.

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