Yo Campesino
Miguel A. Rocha Valencia
La verdad es que de los pocos personajes que se salvan de la quema por mentirosos, es Agustín Carstens Carstens, actual Gobernador del Banco de México. De hecho, a él debemos que el país no esté sumido en una crisis donde millones de compatriotas deambularían sin empleo y muchos otros, habrían perdido su patrimonio. Desde luego, como ocurrió en 1994-95, no faltaría quien se hubiese privado de la existencia.
Porque lo ocurrido en la crisis permanente en que ha vivido nuestro país desde 2008 a la fecha en que se ha logrado evadir con mínimo daño la peor situación económica en muchas décadas en Estados Unidos y Europa donde gobiernos enteros quebraron, otros estuvieron al borde del “no pago” y fueron obligados a súper endeudarse apretando el gasto al máximo, generando con ello desempleo para millones de seres y revueltas populares.
Se nos olvida que a contra pelo del expresidente Felipe Calderón, Agustín Carstens mantuvo firme el timón de las finanzas, propició, ahora sí, de acuerdo con el Ejecutivo la acumulación de reservas y la disciplina monetaria, con lo cual, la actual administración tiene agarraderas firmes para intentar el salto hacia mejores estadios de vida para los mexicanos.
También se olvida que en el entorno externo, Estados Unidos estuvo a punto del no pago, de la parálisis administrativa y financiera, que empresotas y bancotes de ese país quebraron y desaparecieron en medio de escándalos; que en Europa países como España, Grecia, Portugal, Francia y Alemania vivieron y algunos todavía viven horas oscuras precisamente por crisis financiera.
Frente a todo eso México sobrevivió a pesar de los augurios de pulmonía que todos esperábamos por el gripón financiero de Estados Unidos.
Por eso cuando el señor Carstens se sienta y expresa su optimismo respecto de la economía mexicana allá en el foro económico de Davos, Suiza, nos regresa la confianza, máxime si acá, se anuncian programas constructivos que obligadamente reactivarán la economía interna. Liberarán la presión derivada de la inmovilidad financiera.
Pero además, en ese foro, al cual, por razones no explicadas no asistió el Presidente Enrique Peña Nieto, no se puede mentir pues los participantes conocen perfectamente la condición de los países invitados.
Nos preocupa empero que el economista Carstens no es quien conduce la economía de México, que en él no está la disposición, operación e instrumentación de las políticas, sino en todo caso el área corresponde a Luis Videgaray Caso, quien dicen los que sí saben, no ha dado pie con bola, se ha equivocado en todas sus expectativas, empezando por la recaudación hasta llegar al crecimiento.
Y eso es grave. Carstens tiene una visión positiva pero necesitaría que los demás operadores de las políticas públicas, coincidieran en con él en los objetivos, estrategias y acciones para efectivamente no sólo librar temporales sino aprovechar las oportunidades de crecimiento que por cierto, ahí están, pero se desperdician por falta de talento, aunque algunos dicen que es por exceso de soberbia, de “yo mando y se hace lo que digo”.
Así las cosas, desde este espacio se ven los fundamentales económicos y financieros más que puestos para la estabilización, recuperación y crecimiento, especialmente cuando nos dicen que el peso no se devaluará más, pero no sabemos si quienes por ley deben aplicar políticas para alcanzar los objetivos tengan las capacidades o disposición para hacerlo. De eso dependería en todo caso que los pronósticos de Carstens Carstens se hagan realidad para bien de los mexicanos.