Yo Campesino
Miguel A. Rocha Valencia
A qué le tiramos como país si permitimos que en cada generación, cientos de miles de jóvenes se pierdan por la falta de oportunidades de empleo o trabajo y se les arroja a la frustración, enojo, rebeldía, revancha y en muchos casos, a la vagancia y delincuencia.
Como cada año, decenas de miles de jóvenes que sueñan con alcanzar un nivel escolar que les permita aspirar a un mejor nivel de vida, se quedaron sin oportunidad. El sistema público escolarizado de nivel superior, los rechazó, no hay lugar para ellos y sólo podrán aspirar a sumarse a la creciente fuerza de trabajo que sirve a los capitales extranjeros.
Una vez más, las políticas oficiales que tienen como fin crear una masa maquiladora, acabó con las aspiraciones de quienes deseaban alcanzar una licenciatura que al menos les permita competir por un mejor estadio de vida junto con sus familias y ofrecer a sus hijos oportunidades que hoy, son tan escasas que sólo uno de cada 10 aspirantes a nivel superior, tiene cupo en la escuela pública.
Por el contrario parece que las plazas universitarias se reducen; esta vez 117 mil no alcanzaron sitio en la UNAM, ya que por un lado, el número de aspirantes aumenta y las matrículas se congelan. Y como siempre muchos dirán que los rechazados no fueron aceptados porque no alcanzaron el mínimo de aciertos, pero la verdad es que no hay espacios.
Pero más allá de esas consideraciones está el hecho de ¿A dónde irán esos jóvenes que se ven frustrados y caen en la angustia de no tener a dónde ir? llegará un momento en que se consuelen, “total, me pongo a trabajar”, pero tampoco hay empleos. Irán entonces a la calle a vagar, a pedir y luego…. Dicen que los jóvenes hoy, cerca de siete millones de individuos, son fácil pasto de la delincuencia.
Las cuentas son claras; de acuerdo con los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) y del Consejo Nacional de Población (Conapo) en México existen 119.5 millones de personas, de las cuales 52.08 millones conforman la Población Económicamente Activa (PEA), y de éstas últimas 49.5 millones están ocupas en algún sector de la economía; el 58 por ciento, está en la informalidad.
Pero además, las cifras que plantea el INEGIO resultan engañosas ya que al abordar el tema desempleo, indica que sólo tres millones de personas carecen de actividad remunerada, pero se refiere a quienes buscaron y no encontraron, no apunta a quienes luego de insistir se dieron por vencidos y hoy, no se sabe de qué viven. Ahí se inscriben los ninis, donde se acumula también el pasivo educativo tanto de nivel medio superior como superior.
Porque más allá de si hay empleo o cupo en universidades, la pregunta es ¿Qué se hace con quienes no tienen ni una u otra cosa, a qué se dedican? dado que no se les apunta en las estadísticas de empleo formal o informal, simplemente no están.
De tal suerte que ese es el problema a analizar y resolver. Los sin trabajo y sin escuela, ¿qué alternativas tienen? ¿Delincuencia, mendicidad, prostitución, vagancia, mantenidos, cuál?