Joaquín Gutiérrez Niño
De frente y de perfil
Y por esas coincidencias, este jueves -en el Café Gran Premio- el investigador Antonio Avitia hizo alusión a la disciplina del escritor. Quién sabe por qué, evoqué de inmediato a Marco Aurelio Carballo, quien, me consta, anduviera donde anduviese se apartaba a cubrir su cuota diaria de cuartillas.
Hoy que el periodista y escritor tapachulteco trascendió este plano terrenal, recordé que fue precisamente en el Gran Premio donde lo vi por última vez, hará ya un par de años. Contra su habitual hosquedad, fue él quien esa vez se levantó a saludarme.
Varias veces coincidí con Carballo en eventos, incluyendo una botaniza en su legendaria “Mesa redonda”, en La Perla del Soconusco. Y alguna vez nos pusimos de acuerdo para botanear con Alberto Domingo, en las inmediaciones de la Revista Siempre!
Reportero y jefe de información, cronista y entrevistador, Carballo dio vida a una columna en la que muchos ansiaban aparecer. Dos que tres veces tuve el honor de ser mencionado ahí e incluso otro tanto aparecí en sus famosas crónicas.
Para llevar una buena amistad con Carballo me estorbó el paisanaje, y un par de tundemáquinas de mi pueblo que se me adelantaron y con quienes no quedó en buenos tratos. Pero, a cambio, tuvimos muchos y muy buenos amigos en común.
Al final, Marco Aurelio me extendía gustoso su mano de pugilista, precedida de un ronco ¡paisano! Hasta otros polvos ardientes, Figura de Siempre!