Columnaria
Juan Chávez
La muerte de dos periodistas en el estado de Virginia, Estados Unidos, fue por venganza.
El asesino, luego de ejecutar a sus ex compañeros, se suicidó, cuando se vio acorralado por la policía que le perseguía, tras su acto sanguinario en plena calle.
El alguacil Bill Overton del condado Franklin en Virginia, informó que Vester Flannagan, el asesino de una reportera y un camarógrafo de la televisora local, fueron asesinados cuando llevaban a cabo una entrevista en vivo a Vicki Gardner, dirigente de la Cámara Regional de Comercio.
El hecho, transmitido en vivo, tuvo como escenario de fondo el centro comercial de la localidad de Moneta y causó consternación internacional.
El asesino subió a las redes sociales los momentos en que hace ocho disparos, por la espalda, a la periodista Alison Parker, de 24 años, y el camarógrafo Adam Ward, de 27.
Facebook y Twitter, suspendieron sus transmisiones para evitar que la escena siguiera apareciendo en las cuentas del criminal, que él mismo filmó y subió a las redes sociales.
Flannagan había sido despedido de la televisora y, al parecer, fue sustituido por Parker, a quien liquidó justo cuando hacía la que fue su última entrevista.
Se dice que ella le había agredido con una transmisión en la que discriminaba a Flannagan, pero la realidad es que, por su carácter violento, fue despedido de la televisora WBDJ.
Escribir sobre la muerte de periodistas, me hace recordar que en el siglo pasado, arriba de los 50, el oficio fue considerado como el segundo más peligroso de todos los trabajos.
En primer lugar se ubicaba al piloto de autos de carreras. Eran los tiempos en que el Premio Fórmula Uno, apenas asomaba como la competencia estelar en el mundo en ese tipo de espectáculos, donde la velocidad de los coches llega a los 300 kilómetros por hora.
Pero ya no es igual. En los tiempos que corren, mueren más periodistas que pilotos de carreras. Las cifras, en tal sentido, son contundentes. Tan sólo en México ya rasguña el centenar de periodistas liquidados por el plomo de sicarios, sean del narco o de otros grupos.
