Columnaria
Juan Chávez
La orden de aprehensión contra el verde ecologista Arturo Escobar denota dos cosas: lo sucio del juego político o supina ignorancia del gobierno de Peña Nieto.
El regreso a Los Pinos del PRI, con una votación de casi tres millones de votos más que el candidato que quedó en segundo lugar en las elecciones de 2012, fue en alianza con el partido de Arturo Escobar, acusado por la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade) y que hasta la noche del miércoles era Subsecretario de la secretaría de Gobernación.
Su nombramiento, apenas hace unos tres meses, ciertamente fue concebido como un pago al apoyo del Partido Verde Ecologista de México a la elección de Peña Nieto.
Pero es incuestionable que al llevarlo al Palacio de Covián, el titular Miguel Ángel Osorio Chong desconocía que la Fepade preparaba la acusación contra Escobar, como “delincuente electoral”.
Eso, a querer o no se llama ignorancia supina. Ausencia total de los aparatos de inteligencia del gobierno federal que parecen no operar con la eficiencia exigible para no colocar al presidente Peña en tal predicamento.
Los órganos de inteligencia están obligados a colocar en la mesa de trabajo del Presidente, las fichas de los que él piensa son sus candidatos para tal puesto de la envergadura del que se puso en manos de Escobar: subsecretario de Prevención y Participación Ciudadana.
Arturo Escobar, en gesto digno, ya renunció y su partido ha declarado que demostrará la inocencia del que, hasta ese nombramiento, fue su líder.
Son tres las averiguaciones en su contra por delitos cometidos en el marco de los comicios de 2015, principalmente en relación con la elección para gobernador de Colima.
No voy a entrar en detalles. A mí, lo evidente, me hace ver que Osorio Chong, por lo menos, estaba al tanto de lo que la Fepade de la PGR solicitaría para someter a juicio a Arturo Escobar, como “delincuente electoral”.
Usted, amable lector, debe recordar el ámpula que levantó la designación de Escobar. El PAN y PRD exigieron al Presidente que “lo renunciara”.
Pero el tiempo transcurrió y ¡saz!, la mano divina de la PGR pide a un juez que dicte orden de aprehensión contra el verde ecologista que despachaba tranquilo en su oficina de Bucareli esa noche del miércoles.
Toda una parafernalia del juego sucio de la política de arriba.
