De Frente y de Perfil
Ramón Zurita Sahagún
Uno de los temas más manejados durante la selección de candidatos priistas a los gobiernos estatales es el de la unidad, sellada por el compromiso de los aspirantes no beneficiados de respaldar al favorecido.
La dirigencia del partido tricolor se ha vanagloriado de ello, de reunir a todos los prospectos de su partido, con o sin posibilidad de contender, para darle forma al destape del seleccionado con antIcipación.
El proceso hace pensar que la dirigencia nacional del partido pudo amarrar alianza entre el candidato y los que se quedaron en el camino y que, finalmente, se produjo el milagro de que como una gran familia, los priistas marchen juntos en la campaña.
La dirigencia priista que encabeza Manlio Fabio Beltrones parece conforme con eso, ya que los priistas salen contentos de las reuniones que se realizan en la sede nacional del partido.
Ya fuera de ella, saltan las inconformidades y la unidad queda rota, corriendo su suerte cada uno de los candidatos seleccionados.
Es cuando se conocen las diferencias y sobresalen los rencores acumulados y se pone en entredicho la tan cacareada unidad y se conoce el riesgo que se corre de perder los comicios.
Uno de los estados con mayor conflicto para los priistas es Puebla, una entidad en la que los tricolores eligieron como candidata a la mejor posicionada, la única que según perfiles arroja posibilidades de triunfo.
Blanca Alcalá Ruiz, senadora de mayoría y quien debió ser la candidata hace seis años resultó nominada para enfrentar al trabuco que le presentará el PAN en Puebla.
Ex alcaldesa de Puebla, Blanca inició con buenos pronósticos, ya que los panistas no consiguieron la alianza pretendida con los partidos de izquierda y marcharán solos en apoyo de José Antonio (Tony) Gali Fayad, el favorito del gobernador Rafael Moreno Valle Rosas.
Los poblanos saben que la decisión está en sus manos y que un triunfo del candidato panista allanaría el camino de su gobernador hacia la candidatura presidencial del partido blanquiazul. En caso contrario, empedraría la misma ruta.
Moreno Valle se juega su futuro y Gali Fayad es su apuesta casi segura para ese propósito.
Sin embargo, los priistas saben que no todas cartas están en poder del gobernante y que sus bonos han ido a la baja, por lo que requería de esos cinco o seis puntos porcentuales que podía arrojarle la alianza con el partido de izquierda.
Hace seis años le favoreció al hoy gobernador la mala fama de Mario Marín Torres y la campaña sucia contra el candidato del PRI, Javier López Zavala, perteneciente al círculo cerrado del gobernador poblano.
Ahora las cosas son distintas y los priistas podrían recuperar ese territorio si mantienen la cohesión y unidad alrededor del la candidata seleccionada.
Pero es aquí donde surge la duda si esa unidad es real, ya que varios de los priistas que cuentan con cierto peso se muestran reacios al apoyo a la senadora Alcalá Ruiz.
De Blanca dicen algunos de los principales personajes priistas de Puebla que es temerosa y poco dada a cumplir con los compromisos, que se deja manipular y que la línea le es enviada desde el Senado de la República, por los lisonjeros de Emilio Gamboa, que ya le empiezan a sembrar personajes poco recomendables en el equipo de campaña.
También le critican sus dudas sobre participar o no en este proceso o esperar la de seis años, lo que hizo alentar esperanzas a otros prospectos.
Los problemas para la aspirante priista se multiplican cuando Enrique Doger, ex rector de la BUAP, ex alcalde de Puebla y ex diputado federal precisó que a ella le falta trabajo de campo, mayor presencia en todo el estado, pues la presencia de Blanca es en la capital del estado.
Doger llegó a la final con Blanca Alcalá por la nominación y se considera que al igual que otro exrector, Enrique Agüera, será difícil se integre a la campaña de la candidata.
Hace tres años, Agüera fue el candidato priista derrotado en los comicios de la capital poblana y reveló que a Blanca le faltó compromiso para apoyarlo.
Pero no son los únicos priistas poblanos que mantienen reservas hacia Blanca, ya que Mario Marín muestra la misma desconfianza de hace seis años, igual que el entonces candidato, Javier López Zavala, que intentó repetir.
Las cosas no se detienen ahí, ya que la mención de que Ricardo Urzua se haría cargo dirigir la campaña de Blanca Alcalá desde la dirigencia estatal del partido desató los demonios contenidos y surgieron las conspiraciones, ya que se considera que Urzua es un favorecido, sin carrera partidista.
Y es que el mencionado Urzua fue diputado federal suplente y senador suplente, pero en ambos casos asumió como propietario y se pasó el tiempo saltando de una curul local a una federal, para regresar a la local y pasar a un escaño.
El priismo poblano se encuentra sumamente descontento y los nombres de Alejandro Armenta, Víctor Giorgana, Juan Carlos Lastiri y la propia Ana Isabel Allende, no están conformes sobre la forma en que se hacen las cosas en Puebla.
El ex gobernador Melquíades Morales tampoco apuesta por la candidatura de Blanca, ya que es ampliamente conocido que Rafael Moreno Valle le debe parte de su desarrollo a este mentor, quien lo promovió como aspirante al gobierno estatal, aunque la nominación recayó en Mario Marín.
Para consuelo de Blanca, Melquíades se encuentra sumamente entretenido como delegado del PRI en la zona norte del país, donde el proceso electoral de Durango es una bomba a punto de estallarle en la mano a los priistas.
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