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ENTRESEMANA

MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN

¿Por qué Manuel Bartlett Díaz no fue candidato del PRI a la Presidencia de la República? Seguramente por las mismas razones que Mario Moya Palencia, Sergio García Ramírez, Manuel Camacho Solís y otros próceres no lo fueron. Y el ejemplo de algunas de esas razones, es Andrés Manuel López Obrador.

 

¿Por qué los políticos están a la cabeza del Top Ten de la mala fama de los servidores públicos? Personajes como Ángel Heladio Aguirre Rivero, Javier Duarte de Ochoa, Humberto Moreira Valdés, Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, Carlos Romero Deschamps y otros prohombres de diverso calibre cuya ideología se escancia con el factor corrupción.

Hoy, en el vecino país del norte hay una singular campaña de personajes republicanos, entre ellos un ex candidato a la Presidencia de aquel país, en contra del republicano Donald Trump, a quien han calificado amenaza para Estados Unidos y, por tanto, llaman a no elegirlo candidato del Partido Republicano. Dirá usted que esto no es privativo de México y tiene razón.

En todo el mundo se cuecen habas. Famas públicas caen sin rubor y muchas dan razón a sus críticos, a quienes en su momento les negaron el voto. Ahí tiene usted a Luiz Inázio Lula da Silva, quien la  madrugada de este viernes fue detenido para declarar respecto de actos de corrupción cometidos en la petrolera brasileña Petrobras.

Lula fue elegido presidente de Brasil con un amplio margen de votos frente a José Serra. Candidato por el Partido del Trabajo, Lula cargaba fama de honesto. Hizo un buen gobierno, aunque al final personajes cercanos a él fueron acusados de corrupción y encarcelados. En política no hay puros ni hermanas de la caridad. ¿Cuándo se vuelven una amenaza social?

Bueno. Ayer, en Dallas, Texas, Mitt Rommey, ex candidato presidencial republicano, advirtió del peligro de postular a Trump a la Presidencia de Estados Unidos. Lo calificó farsante, fraudulento que carece de juicio y temperamento para ser Presidente.

La falta de honradez, dijo Rommey, es característica distintiva de Donald, amén de que entre sus peculiaridades se encuentren la intimidación, la avaricia, la ostentación, la misoginia y la burla. Incluso sostuvo que no es “muy, muy inteligente”.

“Trump está dirigiendo nuestra ira con fines menos que nobles. Crea como chivos expiatorios a los musulmanes ya los inmigrantes mexicanos: exige el uso de la tortura, llama a la matanza de niños inocentes y miembros de la familia de los terrorista”, acusó Rommey.

Cualquier similitud con lo que ocurre en México no es mera coincidencia. Los políticos tienen una característica similar en cualquier parte del mundo. Por supuesto no es tabla rasa para calificar a dirigentes sociales, legisladores y gobernantes de cualquier nivel. Hay excepciones y en buen número. El problema es la minoría que se compacta en grupos de poder y asumen las dirigencias sociales y partidistas.

Imaginemos cómo habría sido un gobierno de Manuel Camacho Solís –con el debido respeto a sus deudos–, si hoy se evidencian sus maniobras de cooptación de grupos y personajes como la actual senadora María de los Dolores Padierna Luna y su esposo René Bejarano, para hacerse de la candidatura y cómo operó para descarrilar a Luis Donaldo Colosio Murrieta que, igual con respeto a sus deudos, no era precisamente un demócrata ni prístino aspirante presidencial.

Cómo habría sido la Presidencia de Manuel Bartlett Díaz, cuando la evidencia es su falta de congruencia política y personal. ¿Dónde, cómo y cuándo se cruzan las vidas políticas de Bartlett con Andrés Manuel López Obrador? Porque hoy por hoy, un personaje como Bartlett se alza en calidad del más recalcitrante seguidor de López Obrador, cuyo discurso gira en torno de la que llama pandilla en el poder, de la que Bartlett fue miembro distinguido como priista que aspiró a ser candidato a la Presidencia de la República, pero el dedazo de Miguel de la Madrid Hurtado y ungió a Carlos Salinas de Gortari,

¿Cuál será la fórmula que vacune a los electores contra una mala decisión en las urnas? Porque los políticos, elemental, son como las sirenas que cantan al oído de los argonautas de Ulises, endulzan el oído con ofertas del edén o el paraíso social; finalmente fueron un fiasco.

Sí, es cierto, han llegado a la Presidencia de México individuos como Ernesto Zedillo Ponce de León, José López Portillo, Luis Echeverría Álvarez, Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa junto con una pléyade de gobernadores que han hecho todo menos gobernar y han sumido en el atraso a los estados cuyos habitantes hicieron posible su triunfo.

Manuel Bartlett Díaz fue gobernador de Puebla y no se le recuerda como un buen gobernante, más abundan las historias respecto de su apetito de riqueza. Fue gobernador por obra, gracia decisión de Carlos Salinas de Gortari, quien primero lo hizo secretario de Educación Pública, cargo desde el que combatió una reforma educativa impulsada por Elba Esther Gordillo Morales, recién estrenada lideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, y luego gobernador. Las facturas se pagan, empero, con cargo a la población.

Pero, después, en el tránsito hacia la consolidación de su poder de mediana estatura, Bartlett renunció al PRI echándose en brazos de la dizque oposición de izquierda hasta llegar, como senador por el Partido del Trabajo, a la primera fila de simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador, calificado por Felipe Calderón y el panismo de pedigrí como una amenaza para México.

Ayer, Bartlett demostró su real estatura como político, el nivel de su presunto carácter duro, cuando discutió con su par, el perredista Miguel Barbosa Huerta por la forma en que cada partido de dizque izquierda se reparte favores políticos y la membresía para no perder canonjías y jugosas partidas presupuestales.

Ambos se acusaron de piratearse legisladores. Y es que la tlaxcalteca Verónica González se sumó a la bancada perredista y el tabasqueño Carlos Manuel Merino, en respuesta se unió a los petistas.

Manuel Bartlett acuso a Miguel Barbosa de provocador, pero éste le respondió: “Solamente responderle a Manuel Bartlett. Él dijo que andamos en la pepena, yo le digo que él deje de chillar, todos los días se le disuelve su bancada, va a chillar a Morena y desde Morena se la vuelven a reconstituir ¿Qué culpa tengo yo de que ya nadie quiera tratar con él?”

Este es el nivel de los políticos que han disfrutado de las mieles del poder. Manuel Bartlett fue gobernador de Puebla y Miguel Barbosa quiere ser. La rebatinga de integrantes de uno y otro grupo los evidencian en su justa dimensión. El poder por el poder. No, no sólo Andrés Manuel es un peligro para México. Conste.

VIERNES. Por cierto, quiénes de entre los aspirantes a gobernar las doce entidades que están en juego, son esas sirenas que endulzarán el oído y al final resultarán como Javier Duarte de Ochoa, o Ángel Heladio Aguirre Rivero, o… Digo.

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@msanchezlimon

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