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POR LA ESPIRAL
 
Claudia Luna Palencia
 
  
Esta semana la noticia saldrá desde el mismísimo corazón de Washington, de los prolegómenos de la reunión entre el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial; desafortunadamente será negativa: en 2016 la ralentización del crecimiento global será mayor de lo anticipado.
Básicamente tendremos el plato fuerte, el postre será servido por cortesía de las reacciones negativas de los agentes económicos y los mercados, ante los ajustes y las expectativas grisáceas.
Recordemos que inicialmente el FMI, en voz de Christine Lagarde, directora gerente del  organismo internacional, anunció un PIB estimado del 3.6% para la economía mundial; en menos de veinte días, los primeros de enero, aconteció el primer tijeretazo en las perspectivas: de 3.4% para el PIB este año y un traslado del 3.6% para el 2017.
Empero, el primer trimestre del año no ha sido precisamente holgado ni para las economías industrializadas ni para las emergentes que tiraron del carro del crecimiento en la última década.
Si bien el año arrancó con la incógnita despejada acerca del rumbo de la política monetaria de Estados Unidos, tras la decisión de Janet Yellen, titular de la Reserva Federal, de romper con la atonía de las tasas de interés cero luego de  mantenerlas baratísimas a partir de junio de 2006. 
Y finalmente aconteció un reajuste del 0.25% a mediados de diciembre, con esa variable despejada con su consecuente grado de incertidumbre colado en los canales financieros mundiales desde el arribo de Yellen al fente de la FED, se esperaba que la incertidumbre fuera menos acuciosa este año.
Una determinación no menos criticada a diestra y siniestra, precisamente Donald Trump en su agresiva campaña  retrógrada y antitodo ha señalado que la economía estadounidense está al borde del retorno a la recesión, el punto muerto, en parte por una precipitada -a su juicio- resolución de la FED.
Hace unas semanas,  Yellen salió arropada por otros exdirigentes de la FED, para argumentar que la economía americana está creciendo y deja atrás los peores recuerdos de un larguilargo estancamiento.
La verdad es que hay una endeble recuperación como acontece con varios países de la Unión Europea (UE), todavía son pacientes convalecientes que se han querido echar a correr sin muletas, después de una operación de rodillas. 
Una vez que culminen en Washington, los encuentros entre la crema y nata del mundo financiero y de la política monetaria, a propósito del convite de las  Reuniones de Primavera del FMI y el Banco Mundial que hoy lunes comienza; la FED sostendrá su cónclave en la última semana de abril donde decidirá si nuevamente ajustará las tasas arriba  o las mantendrá ceteris paribus.
A COLACIÓN
Las malas noticias son que Brasil registra una mayor desaceleración de la esperada, a Rusia le está pegando bastante fuerte la caída de los petroprecios ya el año pasado su PIB cayó 3.7 por ciento.
Japón, que es la tercera economía del mundo, tira del carro del crecimiento con muchas dificultades y ahora amenaza con hacer lo mismo que China con el  renminbi… devaluar  el yen.
Y a mi juicio, como economista, lo que nos tiene sumidos en una lenta y sangrante recuperación económica deriva de esa guerra velada entre las grandes divisas internacionales porque los bancos centrales están echando mano de una artificiosa política de depreciación para a su vez estimular sus exportaciones y no perder posicionamiento en un comercio global cada vez más competido y competitivo. Y que además desacelera.
Aunado a la goleada incesante en los presupuestos y por tanto al gasto interno que los petroprecios siguen anotando en buena parte de los países exportadores de hidrocarburos y sobre todo monodependientes financiera y fiscalmente de dichas divisas. Veamos a Venezuela ya como una economía fallida. 
Así es que no esperemos un aluvión de positivismo, España que el año pasado remontó el PIB hasta el 3.2% con un  desempleo incesante; no ha podido evitar la contaminación de su marisma político -tres meses sin poder formar Gobierno tras las elecciones del 20 de diciembre de 2015-, el propio Luis de Guindos, ministro de Economía en funciones, ha declarado que en el primer trimestre del año se han encontrado con indicadores contradictorios. La meta es crecer 3% este año, ¿con incertidumbre política?.

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