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Los 7 Sabios de la Universidad

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AAcento

SALVADOR  FLORES  LLAMAS

Vicente Lombardo Toledano y Manuel Gómez Morín, compañeros en la Escuela Nacional de Jurisprudencia y de los más inteligentes, formaron la Sociedad de Conferencias y Conciertos el 5 de septiembre de 1916, después llamada “Los 7 sabios de la Universidad”, con Teófilo Olea y Leyva, Andrés Caso Lombardo, Alberto Vázquez del Mercado, Antonio Castro Leal y Jesús Moreno Vaca, el más joven.

 

Ese grupo continuó la renovación cultural iniciada por el  Ateneo de la Juventud con José Vasconcelos, Antonio Caso, Pedro Henríquez Ureña, Alfonso Reyes, Julio Torri y Nemesio García Naranjo, entre otros.

Cuando Armando Ávila Sotomayor, director del periódico “Reforma Universitaria”, me encomendó entrevistar a los miembros aquella destacada generación universitaria, me puso en contacto con el Lic. Gómez Morín quien gentilmente me recomendó y consiguió citas con sus ilustres compañeros y amigos, una oportunidad muy señalada en mi carrera reporteril.

Moreno Vaca muró joven; Olea y Leyva falleció en 1956, por tanto no pude entrevistarlos. Del Lic. Vázquez del Mercado, Gómez Morían me explicó que tras haber destacado en el foro mexicano, se retiró y recluyó en su casa, donde difícilmente recibía a alguien: “Con decirle -me explicó D. Manuel- que a veces no me contesta las llamadas telefónicas. Por eso considero que es mejor ni intente verlo”.

De Olea y Leyva me comentó que cuando el presidente Ávila Camacho lo invitó a ser ministro de la Suprema Corte, contestó que le agradecía la distinción, mas primero debía pedir autorización a su partido político, el PAN, sobre si aceptaba su invitación.

Ávila Camacho le indicó que no sólo respetaba su decisión, sino lo admiraba por ella, pues le confirmaba que había acertado en su selección, porque pretendía más equilibrio en la, sentencias del Máximo Tribunal del país.

Gómez Morín, a la sazón presidente del PAN, dijo a D. Teófilo que lo autorizaba a aceptar la invitación presidencial, pues coincidía con el propósito de Ávila Camacho.

“Te lo agradezco, Manuel –le replicó- pero yo quiero dar este paso con todas las de la ley. Por eso te ruego lo pongas a consideración del Comité Ejecutivo Nacional”.

Así se hizo, y desde luego se aceptó con beneplácito. Tal era la entereza de Olea, quien no se dejó deslumbrar por el alto cargo en la judicatura; sino dio el paso con entereza y según sus convicciones. ¡Qué distinto actúan quienes sólo andan en busca de chambas políticas y mandan a volar las convicciones que ostentan, porque sólo les sirven de disfraz!

Lombardo Toledano me recibió un mediodía en sus oficinas del PPS (Partido Popular Socialista) que fundó y presidía, en una esquina de las céntricas avenidas Morelos y Bucareli (frente al “Café la Habana”).

Para abrir boca me pidió que si quería que platicáramos, guardara mi libreta de apuntes, pues él confiaba en que yo fuera suficientemente inteligente para seleccionar después lo que estimara más importante de la conversación y lo publicara. Él se reservaba su derecho de réplica, en todo caso.

De otro modo -dijo- si usted se pone a escribir y aunque traiga preparado un cuestionario, interrumpirá el fluido normal de la charla y de preguntas incidentales. Y manifestó estar dispuesto a contestar todas mis preguntas.

Así, por las buenas, mandé al diablo la libreta.

Mi pregunta inicial fue si era cierto que él había sido católico y luego se hizo marxista.

“No sólo eso, sino hay un dato curioso por lo aparentemente contradictorio: cuando jóvenes yo era ‘mochilón’ por tradición familiar, como dicen a los muy católicos, y Gómez Morín era marxista. He aquí una de las paradojas de la vida”.

A partir de ahí Lombardo me soltó una de sus verborreas acostumbradas y casi no dio oportunidad de hacerle preguntas. A las quinientas puede solicitarle su opinión sobre sus compañeros del grupo “Los 7 Sabios de la Universidad”.

Mire, no me sienta bien eso de los 7 sabios, éramos estudiantes inquietos, inteligentes sí y tuvimos la fortuna de contar con grandes maestros. D. Antonio Caso para empezar. Me delineó la opinión que le merecía cada uno de ellos, muy encomiástica.

¿Qué le puedo decir –expresó- de Alfonso, que se casó con mi hermana Concha? Todos son muy queridos para mí.

(Alfonso y Concha fueron los padres de Andrés Caso Lombardo, titular de Comunicaciones  con Salinas de Gortari, quien le llamaba “tío”).

Al llegar a Gómez Morín, Lombardo me dijo: somos los que más nos estimamos.

–¿No obstante sus posturas políticas antitéticas?, logré colar la interrogante.

–Qué bueno que cita nuestras posiciones políticas muy opuestas; pese a ellas siempre nos hemos respetado: ni yo lo ataco por las suyas ni él por las mías; muchas veces han tratado amarrarnos navajas, sin lograrlo, pues ambos somos lo suficiente inteligentes para eludir que nos enfrenten.

Y me narró una de esas intentonas:

Un día Manuel me habló por teléfono al mediodía para preguntarme si iría a la comida a que me había invitado el Gral. Miguel Lanz Duret, dueño del “El Universal”.

Le respondí que sí y, a mi vez, le interrogué cómo se había enterado.

Porque también me invitó a mí; te aviso que no asistiré, pues con una controversia entre nosotros quieren armar una buena noticia para publicarla en El Universal”.

–Por favor, tú finge que no percibes la artimaña. Ya me platicarás cómo te fue. (Yo me disculparé poco después de las 15 horas, la hora de la cita, para que ya no puedan dar marcha atrás).

En efecto, cuando Lombardo llegó al comedor del diario, en la Avenida Bicareli, estaban al centro de la mesa una grabadora de aquellas grandes, cuadradas y de carrete y un grupo de periodistas con el Gral. Lanz Duret (muy puntuales): el director, el jefe de redacción, el cronista parlamentario y otros dos versados en política.

En eso avisan al Gral. Lanz Duret que le llamaban por teléfono. Fue D. Manuel, quien se disculpó muy cortésmente de no poder asistir por una causa imprevista de fuerza mayor, explicó al general.

La comida transcurrió en muy buen ambiente. Al final el anfitrión inquirió a D. Vicente si aceptaba responder algunas preguntas de sus reporteros. Lombardo asintió.

La primera despejó toda duda sobre el objetivo de la comida: fue sobre si se llevaba bien con Gómez Morín, su compañero universitario y “fundador del partido más conservador y retrógrado del país”.

–“Les ruego no expresarse en esa forma de un ausente, a quien, a pesar de su postura política tan opuesta a la mía, respeto por su inteligencia, cordialidad y porque es mi gran amigo de juventud”, comentó contundentemente Vicente Lombardo Toledano.

[email protected]

@chavafloresll

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