Columnaria
Juan Chávez
En términos de la fiesta brava, así es, así se dice cuando un torero se lanza al ruedo y tira su capote al astado para salvar de inminente cogida al que trapea el toro que le tocó en suerte: le entra “al quite”.
El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), desde ayer jueves está en el ruedo, listo para negociar una reforma de la reforma educativa.
Tiró el capote, ¿a quién?
En otra palabras, empieza a darse aliento a la contra reforma, como desde hace un par de semanas hemos venido insistiendo en este espacio.
Nunca vislumbre otra salida. Me mantuve firme en esa apreciación, dada la irreconciliable postura de las partes: gobierno de Peña Nieto y la Coordinadora de Trabajadores de la Educación (CNTE).
Los centistas, sin embargo, siguen en sus escandalosos y violentos bloqueos carreteros y marchas de protesta que siguen, también, pegándole directo a la enseñanza de miles de escolares y a la economía nacional.
Con todo, la contra reforma viene.
Por lo menos, es algo negociado ya entre el líder del SNTE, Juan Díaz de la Torre y el titular de la SEP, Aurelio Nuño.
El presidente Peña lo había previsto hace unos 12 días, en la reunión privada que tuvo con los periodistas de Radio Fórmula.
“Estamos negociando. Ambas partes tienen algo que ceder”, les comentó cuando una y otra vez le insistían hasta cuándo se toleraría los desmanes de la CNTE.
La papa caliente pues, va a parar en las mesas de trabajo que comenzarán el jueves en el Senado para negociar la “contra reforma” constitucional.
El líder de la SNTE entregó a Nuño “doce propuestas sobre la reforma educativa”, entre ellas revisar procesos de evaluación y regularizar el pago de salarios.
Como que el fuego está por ser apagado. Lo inexplicable es lo tardado.
Son innumerables los daños a millones de terceros que nada tienen que ver en la explosiva posición de la disidencia magisterial y la necedad de Nuño de no ceder.