Columnaria
Juan Chávez
Se esperaba un golpe fuerte de los maestros de la Coordinadora en cuatro estados.
Afortunadamente, solo Chiapas y Oaxaca resintieron las puñaladas contra la educación de los niños por parte de los maestros empeñados en rechazar la reforma educativa.
En Guerrero 99% de las escuelas abrieron y en Michoacán el 97.
¿Dónde está la falla? Incuestionablemente en los gobiernos de los estados. Todo indica que Manuel Velasco y Gabino Cué le dejan toda la carga del conflicto magisterial al gobierno de Peña Nieto.
El presidente, por cierto, dejó claro que “primero es la educación; después el diálogo”.
Una declaración de este tipo equivale a un rompimiento. En tal situación hay que preguntarse si va a continuar la tolerancia del peñismo a los paros en escuelas de Chiapas y Oaxaca y las marchas, bloqueos y actos violentos de los cenecistas que están dañando a la economía.
El secretario de Educación Aurelio Nuño escuda sus acciones en los “daños a terceros” que están generando los profesores que se niegan a regresar a las escuelas y le echan gasolina a sus actos de protesta.
Peña Nieto está a 8 días de rendir su cuarto informe de gobierno y aparte de los cambios que se espera hará en su gabinete, es importante que su alfil en la SEP consiga que todos los planteles escolares estén funcionando en forma normal esta semana.
A mi parecer, a Nuño le está faltando sabiduría en esa “enorme sabiduría” que adquirió en aulas privadas desde su enseñanza básica hasta las post grados que hizo en universidades estadounidenses.
Necesita aceptar que los niños sin escuela es peor desastre que la cuestionada reforma al sistema educativo que no termina de imponer a la totalidad de profesores.
Algo así como lo que dijo en respuesta a la pregunta que Pepe Cárdenas le hizo en Radio Fórmula
en el caso de Alfredo Castillo como dirigente de la Conade.
“No fueron malos los resultados de la delegación mexicana en los recién concluidos Juegos Olímpicos de Río”.
Lo obtenido, según el titular de la SEP, dependencia a la que Castillo está amarrado, equivale al promedio de la actuación de México en Olimpiadas pasadas. Por eso “no hay que cortarle la cabeza; hay que evaluar bien las cosas”.
O sea: Castillo recibe a la mejor la corona de laurales para que la luzca en esa cabeza que no da una.
La cuestión es que de los cinco medallistas mexicanos, cuatro pertenecen a las fuerzas armadas. En otras palabras: la Conade de Alfredo Castillo, en el mejor de los casos, solo preparó bien a uno de los cinco medallistas. Así, habría que entregar la actividad deportiva como parte del gobierno de Peña Nieto al Ejército y a la Armada.
En las instituciones armadas si impulsan el deporte y dan a quienes apuntan como ganadores, todo el tiempo que requieran para un gran rendimiento en competencias internacionales.
La beca deportiva no debe existir en la Conade; ya está, y bien administrada, con los soldados y los marinos, convertidos ahora en policías desde que Felipe Calderón declaró la “guerra” a los narcotraficantes.
México, se acepte o no, está hecho bolas.
