Francisco Gómez Maza
Análisis a Fondo
- Comparece Joaquín Coldwell ante la Comisión de Energía
- Nada nuevo qué contar, salvo el método para vender un país
Y todavía presumen. La verdad es que no tienen ni tantita vergüenza.
Son los que nos mandó el imperio del mal – es decir el que se asienta en el 1600 de Pennsylvania Ave NW, en Washington, DC 20500, Estados Unidos – por órdenes del Club Bildelberg para que “nos gobernaran” y se apuraran en vender a México, la manera de hacer realidad ese mandato subliminal de Saving México, inventado por los genios de la tolucocracia y de la pachucocracia.
El pretexto, repetido hasta la saciedad, es modernizar la economía nacional; hacer de la de México una economía moderna, productiva y competitiva. Perdón. Ya llevan con ese cuento cuatro años y en vez de mover paralizan la economía y descontrolan la carestía creciente y sostenida de la vida (la inflación: el impuesto que sólo pagan los pobres). Y dieron al traste, so pretexto de la caída de los precios, con la otrora empresa de México: Petróleos Mexicanos, invadida por la corrupción de las administraciones y de las dirigencias sindicales.
Este martes se presentó un buen ejemplo del plan de negocios de los mandatarios en turno, que están decididos a entregar al país a manos de la plutocracia naca y de la del exterior, porque el Estado ya no puede ni siquiera garantizar la seguridad pública, a pesar de usar a las fuerzas federales, el ejército, la marina e incluso la fuerza aérea.
El vendedor – no crean que El Vendedor Más Grande del Mundo. Éste es tercermundista convertido al neoliberalismo trasnochado – de empresas productoras de energía eléctrica y campos petroleros en tierra y en aguas profundas – hace muchos años, integrante de las fuerzas revolucionarias tricolores -, Pedro Joaquín Coldwell, hizo la pala de informar a la comisión de energía de la Cámara de Diputados del proceso de venta-regalo del sector energético, principalmente a poderosos empresarios del exterior, de Estados Unidos, de Canadá, de Alemania, y hasta de Marruecos (Moroco).
Lástima que no les puedo poner aquí los mapas en donde se ve cómo se ha repartido el país, tan sólo en el sector de generación de energía eléctrica. No del petróleo, que indudablemente volverá a manos extranjeras, como estaba antes de que el patriota Lázaro Cárdenas del Río expropiara las empresas para hacer del energético un generador de riqueza para su dueño, los mexicanos.
Pero bueno, como siempre, la comparecencia fue otra simulación con el total apoyo de los diputados priístas y sus patiños, los verdes principalmente. Los de las “izquierdas” (un día les dije que la izquierda no está en los partidos. Ni siquiera en el tal Morena del señor López, que presume de ser el puro, el santo, sino en los cubículos de la UNAM y de las universidades, inclusive las de carácter particular como el Tec de Monterrey, y The Capital es el libro de cabecera de los economistas del mundo. Qué curioso. No funciona ya las leyes del mercado, las de la oferta y la demanda y acuden a un enemigo mortal, Karl Marx, para entender lo que pasa en la realidad jodida por los grandes capitalistas del imperio y de sus satélites, los chinos, los japoneses, los europeos.
Pero no es vendiendo al país – eso no lo aconsejaría ni Samuelson, ni el gran Keynes, ni menos don Charly, por supuesto – como se va a modernizar una economía. Me lo dijo a mi don Antonio Ortiz Mena, hombre de derecha, pero un secretario de hacienda honesto y realista, tanto que dirigió muchos años al BID, que el secreto de lograr que la economía crezca y cree empleos es la administración. La palabra mágica sugerida por don Antonio: ad-mi-nis-tra-ción. Si una economía no se sabe administrar, y ésta actual no la saben administrar los jovencitos que nos gobiernan, nunca crecerá, nunca logrará el pleno empleo, ni menos el salario justo y remunerador. Sin buenos administradores se da el derrumbe de una economía y el aumento exponencial de la pobreza, de la miseria y el hambre. ¡Cuántos mexicanos mueren de hambre o de enfermedades curables!
Dejémoslo ahí. Que de la comparecencia de Joaquín Coldwell no hay mucho que contar, si no es que mentiras piadosas. Pura simulación.
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