Columnaria
Juan Chávez
Para el estado de México ya se apuntó, para rifársela por el PRD, Juan Zepeda.
Es un mero “escape” en el proceso electoral de la entidad apenas iniciado este 1 de octubre, un proceso que va a sonar fuerte en la sucesión de Eruviel Ávila en 2017.
Pueda ser que lo de Zepeda se convierta en mero petate del muerto si finalmente se da la alianza PAN-PRD, cuestión que ahorita, con el “zepedazo” habría que considerar ya muerta.
Con Zepeda tremolando ya la bandera amarilla es de suponerse que el partido azul también irá con candidato o candidata propia.
Como sea, hasta el momento el ganancioso es el PRI y el que se apunta como su abanderado, Alfredo del Mazo… salvo que por el panismo finalmente Josefina Vázquez Mota decida meterse al palenque mexiquense.
Lo que sí es un hecho, es que el comal ya está tendido aunque sea sobre fuego lentó.
En esto que he intitulado “La voz de Dios”, puedo darle un capotazo a los dos nombramientos que ayer martes soltó el presidente Peña Nieto: Arely Gómez, de la PGR pasa a la secretaría de la Función Pública, sin titular desde hace buen tiempo y a la PGR, que se convertirá pronto en Fiscalía General, el constitucionalista Raúl Cervantes, hombre del PRI.
Cervantes, ahora senador con licencia, fue boicoteado por el propio Senado cuando fue propuesto por Los Pinos para ministro de la Corte. Ahora, como nuevo titular de la PGR también tiene que ser ratificado por la Cámara alta, nombramiento transexenal ya que como fiscal nacional figuraría 9 años.
De lo que realmente quería ocuparme en este espacio, es de la declaración del nuevo Nuncio Apostólico, Franco Coppola, que no comulga, para nada, con el jefe clerical Norberto Rivera Carrera.
El nuncio, de cualquier forma, ya adelantó que no mediará entre el gobierno peñista y la iglesia católica en el caso de los “matrimonios igualitarios”.
“No me meteré”, señaló rotundo. Y hace bien, la Constitución se lo impide como practicante que es de culto religioso, aparte su representación diplomática del Vaticano.
Para Coppola la posición del papa Francisco es el ejemplo a seguir.
Habló, digo yo, el representante del representante de Dios en la Tierra, según la tradición muy arraigada en los creyentes.
Recordó que al representante máximo de la Iglesia Católica no le gusta echar fuera a nadie, “ni condenar”.
En otras palabras, para el nuncio no cuenta el editorial del semanario Desde la fe en el que la Arquidiócesis Primada de México busca cerrar el paso a la iniciativa de ley que otorga libertad y derechos a la comunidad lésbico-gay.
Por lo menos, no como mandato divino porque “como pastor tengo que acompañar a todos a la cima”.
