Columnaria
Juan Chávez
El PRI tendrá como candidato a la Presidencia de la República a alguien que no sea del PRI.
La 22 Asamblea Nacional que tendrán los priistas el sábado 12, constituirá las exequias de los viejos estatutos cuyos candados impedían que el otrora partidazo designara como su candidato presidencial a alguien que no fuera militante y que tuviera como antecedente haber ocupado con anterioridad un puesto de elección popular.
Hoy, el líder del PRI, Enrique Ochoa Reza, señala que tal requisito “sería inconstitucional”.
Por eso, a los estatutos que fijaban tal cerrazón, les llegó la hora de morir y en la 22 asamblea serán sepultados.
El PRI, así, se abre a la ciudanía para nominar al aspirante que apoyará para presidente de México de 2018 a 2024.
Y triunfa la postura sostenida por la ex gobernadora de Yucatán y ex secretaria general del partido tricolor, Ivonne Ortega que, como lo hemos consignado, pugnó y pugna porque la nominación del hombre fuerte sea consulta a la base y a los simpatizantes del tricolor.
Ochoa Reza, en entrevista a un periódico de circulación nacional, declaró que “no son tiempos de candados para el PRI” y que en la asamblea no habrá imposiciones sino apertura total para que todos hablen y expongan sus criterios.
Se trata de revisar los documentos del PRI y parir nuevos, como lo exigen los tiempos que corren.
De esa suerte, hasta ideario deberá estrenar el instituto político fundado en 1929 por Plutarco Elías Calles y que desde entonces navegó con “dedazo” como figura principal de sus decisiones.
Por ese maldito “dedazo” perdió gubernaturas en 2016 y en 2017.
Y claro, desde mucho tiempo atrás, vivió la amargura, recordando así a vuela pluma, a Ricardo Monreal a quien le negó el respaldo y el PRD lo hizo gobernador de Zacatecas.
Ahora, sepultados los candados, el PRI aspirará a tener un candidato limpio, sin cola que le pisen.
Podrá participar así en la liza electoral que va a resultar muy competida y sin ningún temor a quien vaya apadrinar el Frente Amplio Democrático si es que el PAN y PRD alcanzan a integrarlo y regístralo ante el INE.
Tampoco deberá temerse a López Obrador (Morena), que lleva años de promoverse candidato.
El presidente Peña Nieto tirará la última paletada a sepultura de los candados. Va a asistir al final “para pronunciar el discurso de clausura”, señaló Ochoa Reza.
La asamblea, como órgano supremo del PRI, para entonces, ya habrá disparado toda su carga de plomo contra las cerraduras de los candados.
Abiertos éstos, el PRI tendrá un candidato del PRI y hará ganar al PRI.
Ese aspirante se llama José Antonio Meade, un político de carrera limpia que nunca ha pertenecido a partido alguno.
Un hombre que ha sido subsecretario de Hacienda, dos veces secretario de Hacienda, secretario de Desarrollo Social y secretario de Relaciones Exteriores. Todo, en gobiernos del PAN y del PRI en los últimos 18 años.
Un hombre bendito consignaría la biblia política.
