El otro dato
Jojutla, 1953
Juan Chávez
Lo conocí como un pequeño y olvidado pueblo. Apacible, con una destartalada terminal de autobuses que le comunicaban con la ciudad de México y los balnearios de la zona, y dos o tres pequeñas fondas.
De ahí se partía a Las Estacas, el paraíso sofisticado de Morelos o al que se tenía como balneario “más nuevo” por llegar a él a través de breve puente colgante, cuyo nombre no recuerdo. No tan a tiro de piedra está el lago de Tequesquitengo.
Nunca imaginé que iba a ser devastado por el temblor de la una de la tarde de este 19 de septiembre.
En ese pueblito de aquel lejano entonces de mi vida, hice, con mí recién esposa, el punto central de nuestra luna de miel. El hotel, hasta donde mi memoria lo recuerda, costaba unos ocho pesos la noche.
Llegar a los balnearios, incluido el pasaje de ella, no alcanzaba los cuatro pesos. Ir a Tequesquitengo ya eran palabras mayores: 10 pesos el viaje redondo.
Me duele ahora ver las fotografías de su destrucción, de la destrucción del nuevo Jojutla porque a lo largo de 64 años su parque central, sus calles, su palacio municipal, dejaron de ser las construcciones antiguas y calles de terracería, de la época colonial quizá por formar parte de los campos cañeros explotados siempre por campesinos más explotados.
Por Jojutla y Zacatepec, municipios ya conurbados, la reforma agraria pasó de noche y a toda velocidad.
Sin embargo, y por la proximidad de Oaxtepec y la inversión enorme que el IMSS hizo en el balneario que en dimensiones hace competencia con El Rollo, Jojutla siguió padeciendo los infortunios de la pobreza.
Ahora, castigado por la naturaleza, el poblado y sus habitantes –los que sobrevivieron—han recibido la visita del presidente Peña Nieto que mucho les ha alentado en sus tristezas, dolores y miedos.
No es común que el epicentro de un temblor como el del pasado marte, se localice en el centro del país. La lógica de los sismos había apuntado siempre a las costas mexicanas. Guerrero, Oaxaca y Chiapas fueron siempre los más socorridos por esos dañinos epicentros.
Pero este desgreño a esa porción de Morelos y le pegó fuerte a la ciudad de México, más que nada por la cercanía.
Según la unidad sismológica de la UNAM el terremoto se debió a una ruptura en la Placa de Cocos y el problema fue que se manifestara a 12 kilómetros al sureste de Axochiapan, otro poblado modesto pegado a los balnearios y a la zona cañera.
El saldo hasta la hora de esta entrega, era de 230 muertos en la Cdmx, Morelos, Puebla y Edomex, las entidades más castigadas por el 7.1.
Lo más doloroso ha sido el desplome de los tres pisos de la escuela “Rubén Rebsamen, donde 32 niños y cinco adultos quedaron sepultados bajo los escombros. Ahí, en este plantel, se viven los momentos más dramáticos después de la trágica sacudida de la tierra: los trabajos de rescate son acelerados y las 24 horas de los días que han seguido al fatídico 19 de septiembre (en la misma fecha hace 32 años, la Cdmx fue arrasada.
