Columnaria
Juan Chávez
PRI sacude al mundo político mexicano. Propone poner fin al financiamiento público a los partidos políticos y la eliminación de los diputados plurinominales y senadores de minoría.
En tal sentido ayer lunes presentó la iniciativa de reforma constitucional a la Cámara de Diputados y el coordinador de la bancada tricolor César Camacho propuso darle trámite rápido para que11 mil 600 millones de pesos se destinen a la reconstrucción de ciudades y poblados destruidos por los sismos del 7 y 19 de septiembre.
Ayudar a la población afectada, que suma millones, es lo que cuenta y para ser claros y contundentes, en los momentos de dolor y la solidaridad que vivimos, será traidor a los sentimientos nacionales el legislador que se oponga a la iniciativa de reforma a la Carta Magna propuesta por el PRI.
O sea el otrora partidazo que abrió la puerta a los pluris en sus tiempos de dominio total, hoy, que anda de capa caída promueve el cambio a la Constitución para dar marcha atrás y dejar bailando la carioca a los institutos políticos.
¡Ya era hora!
Y lo criticable y reprochable es que hubo que esperar a que la naturaleza hiciera temblar la tierra en forma tan violenta y destructora (y sigue temblando) para tomar la decisión que desde hace años era un grito de la sociedad entera que nadie, y menos el PRI, escucharon.
Los institutos políticos deberán rascarse con sus propias uñas. Algunos de ellos, pertenecientes a lo que se identifica como la “chiquillada”, desaparecerán en automático. Entre ellos Movimiento Ciudadano, Panal, Encuentro Social y PT. PRD y Morena sentirán pasos en la azotea.
La iniciativa priista deberá caminar como de “urgente necesidad” en estos momentos en que se requiere toda la plata del mundo para poner de pie a los mexicanos que además de perder seres queridos perdieron sus hogares, desplomados por los despiadados terremotos.
Ahora se verá, a todo color y en vivo, quién es quién.
Lo obvio es que los legisladores del PAN hagan buen team back y acaben con los prerrogativas a los institutos políticos que subsisten con los dineros arrebatados al pueblo para que sus dirigentes y cercanos a ellos vivan muy campantemente.
Ya el senador Ernesto Cordero, presidente de la Cámara alta se había pronunciado por una “legislación urgente” que hiciera llegar parte del financiamiento a los partidos en el año electoral.
La iniciativa del PRI es completa y total, y el líder Enrique Ochoa Reza y el diputado Camacho reclaman que se apresuren los dictámenes y debates correspondientes antes de que sea analizada la propuesta de Presupuesto de Egresos 2018 presentado el 8 de septiembre por el secretario de Hacienda José Antonio Meade.
Se trata, estableció Ochoa Reza, de que para la campaña presidencial, los partidos políticos dejen de percibir 6 mil 800 millones de pesos y que sean destinados a la reconstrucción.
Es decir que haya cero financiamientos públicos para los institutos políticos en la próxima campaña electoral que integra la de presidente de la Republica y senadores y diputados federales.
La propuesta incluye la eliminación de 200 diputados plurinominales y 64 senadores de minoría mayor.
En suma, que las cámaras del Congreso de la Unión se integren solo con legisladores electos por mayoría de votos. Los diputados serían 300 y los senadores 64. Como era antes de aquella reforma política nacida de las ideas de Jesús Reyes Heroles para echar andar “el sentir de las minorías”.
Una reforma que luego fue exagerada al ser instituidos los “senadores de minoría”.
Con los 438 “pluris” locales eliminados se lograrían 11 mil 600 millones de pesos para la reconstrucción.
Sin plurinominales y sin financiamiento público, la sentencia de muerte está dictada.
Y hay que ver también, con el atrevimiento priista, la posible muerte del Frente Ciudadano por México promovido por Alejandra Barrales y secundado por Ricardo Anaya (PAN) y Dante Delgado (MC).
En otras palabras, la carambola del PRI es de tres bandas y se lleva en las espuelas, con la bola roja, hasta el mismo Anaya en sus aspiraciones presidenciales y también, por supuesto, a Miguel Ángel Mancera que suspira por convertirse en el candidato de esa alianza que parece haber nacido mal bendecida.
Claro, el dilema es que el PRI consiga la votación calificada de las dos terceras partes de los actuales 500 integrantes de la Cámara de Diputados. Es el primer paso, y muy cabrón por cierto.
