Juan Chávez
Es sueño. Este martes 6 de febrero, con todo, comenzó la realidad: el cohete más potente de todos surca el espacio, en viaje de prueba tras la conquista de Marte.
En el día que lleva su nombre, el enorme cohete que lleva carga pesada en su cápsula para ser depositada en el planeta rojo y luego abandonar la órbita marciana para perderse en el espacio, despegó exitosamente en cabo Cañaveral.
Para muchos, se ha reanudado la carrera espacial. Una carrera, dicen los optimistas que tendrá épica meta en la década que corre, con los pies del hombre pisando tierra marciana.
El “SpaceX” es el cohete más poderoso y pesado de los tiempos de la era espacial.
Es un vuelo de prueba, llevando consigo un vehículo deportivo para un viaje sin destino, más allá de la órbita de Marte.
El nuevo programa espacial se identifica como “Falcon Heavy” y su propósito es instalar antes de 2025 a los primeros terrestres colonizadores del planeta vecino.
Se trata de un programa privado a cargo del multimillonario empresario sudafricano Elon Must que es además dueño de la planta automotriz que fabrica el automóvil deportivo Tesla Semi que viaja a bordo del cohete.
Fue simbólico que el nuevo y poderoso cohete despegara desde la misma plataforma de Florida desde donde la NASA envió hombres a la Luna hace casi 50 años.
El SpaceX tuvo un peso total de l,420 toneladas en su despegue y midió 70 metros de altura. Dos de sus propulsores retornaron a la Tierra tras el impulso de varios minutos al núcleo central que viajará de regreso tras ubicar a la primera sección (la cápsula capaz de llevar consigo carga útil de 60 toneladas) en el camino a Marte.
El viaje costó 90 millones de dólares.
Ir a Marte será cosa solamente para los más ricos del pobre y desangelado mundo.
Pero habrá necesidad de preparar, en los próximos cinco años, a los astronautas expedicionarios que habrán de convertirse en la punta de lanza de la soñada colonización del Planeta Rojo.
Luego seguirán los viajes para los turistas-colonizadores que financiaran con sus propios dólares ese sueño de salir del planeta y viajar al más próximo que, ya se tiene la seguridad, es totalmente habitable:
Un viaje de más de seis meses surcando los espacios del infinito para ir a vivir en Marte, sin boleto de retorno.
