Las Chicas Locas es una fiesta semanal de salsa que invade el salón de baile cada domingo por la tarde y en la cual participan cerca de trescientos a cuatrocientos bailarines.
Por MONICA CASTILLO 20 de junio de 2018
NYTIMES.COM/ES
Oculto del mundo, cuatro pisos abajo, un sudoroso mar de fiesteros —que giran, ruedan y dan vueltas— transforma el estudio de baile Dancesport en una de las fiestas de salsa más grandes de la ciudad. Camina por la calle 34 un domingo por la tarde y es posible que te encuentres con una probada del conjunto de trompetas y los ritmos insistentes que flotan en el aire.
Se trata de Las Chicas Locas, una fiesta semanal de salsa que invade el salón de baile cada domingo por la tarde, y no termina sino hasta las primeras horas de la mañana del lunes, cuando la mayoría de los neoyorquinos están en el quinto sueño. Alrededor de trescientos a cuatrocientos bailarines bajan hasta el oscuro espacio —iluminado por una mezcla de luces multicolores y navideñas— para asistir a una fiesta que heredó su nombre de un restaurante ahora cerrado en Chelsea, donde comenzó. También hay salones de clase más pequeños para bailes latinos y africanos (como la bachata y el kizomba), pero casi toda la fiesta se encuentra en el frente, donde la temperatura del salón se eleva mientras los cuerpos se multiplican.
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CreditLandon Nordeman para The New York Times
“Puedes entrar y bailar con alguien que sea principiante o con un campeón italiano de cuatro torneos”, dijo acerca de Las Chicas Locas Kaleb Hughes, de 40 años, un estudiante en el Estudio de Baile Latino Nieves en Brooklyn.
Kelsey Burns, de 26 años, quien da clases en el estudio de salsa Piel Canela en Midtown, dijo que disfrutaba la creatividad y los desafíos del baile en grupo en Las Chicas Locas. “Siempre salgo de ahí con más energía que la que tenía al entrar”.
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La salsa neoyorquina, en la que las parejas comienzan su ritmo a la cuenta de dos, es en su mayoría lo que verás en el estudio de Las Chicas Locas. (Algunos bailarines que los visitan desde otras ciudades podrían empezar a la cuenta de uno y a veces la música cambia cuando hay una pausa de bachata).
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Burns explicó que la idea de los movimientos controlados en la salsa neoyorquina la diferencia de otros tipos. “No se expande”, comentó ella. “Es lineal, muy compacta y un poco más rápida. Cada bailarín tiene su propio estilo y brilla, en el momento en que te alejas de tu pareja y bailas a tu ritmo. Puedes jugar con ellos un momento antes de que te tomen de nuevo”, agregó.
“Conozco a muchas personas por sus manos, cuerpos o físico, pero no puedo decirte cómo se llaman”, dijo.
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El DJ seguirá tocando música mientras haya bailarines moviéndose. Alrededor de las once de la noche, el DJ detiene la música y les pide a todos que despejen la pista de baile. Los bailarines se convierten en el público; vitorean, gritan y chiflan mientras los profesionales o los estudiantes salen de atrás para hacer una presentación.
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Los bailarines varían cada semana y las presentaciones tienen un gran rango de estilos y niveles. Algunos son campeones que muestran sus rutinas galardonadas, pero la mayoría llega desde escuelas locales de baile en los cinco distritos y estados circundantes. La multitud los saluda con entusiasmo a todos.
“Hay un sentimiento de libertad que disfrutas cuando bailas salsa”, dijo Meagan Larkin, de 33 años. “Como alguien que no creció con el baile latino en casa, de verdad fue emocionante adoptarlo y aprender a sentirme segura con el movimiento”.
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La salsa requiere de confianza y expresión, así como de talento, y todo eso se demostró durante los varios domingos que pasamos en la pista de baile de Las Chicas Locas para documentar una serie de técnicas y experiencias, así como la alegría que la salsa les inyecta a los bailarines.
“La salsa le da libertad a tu alma”, dijo Talia Berger. “Adopto mi verdadero yo cuando la bailo”.
Cada fin de semana, Xiomaris Cotto Ríos, quien trabaja con el organizador de la fiesta, Alejandro Bouza, sigue siendo uno de los rostros amigables en Las Chicas Locas. “Es muy distinto de lo que hago en mi trabajo de todos los días”, dijo, refiriéndose a su empleo como investigadora científica. “A veces necesitas desconectar tu cerebro. Para mí, esta es mi manera de sentirme renovada”.
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