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La vida de Lincoln Brower, el defensor de las mariposas monarca

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NYTIMES.COM/ES

Lincoln Brower dedicó seis décadas al estudio del extraordinario ciclo de vida migratorio de la mariposa monarca y a hacer un llamado para su protección. Murió el 17 de julio en su casa de Roseland, Virginia. Tenía 86 años.

 

Su esposa, Linda S. Fink, mencionó que la muerte se debió a complicaciones de la enfermedad de Parkinson.

En innumerables publicaciones académicas, artículos y entrevistas, Brower retrató la historia de la monarca, la cual puede volar varios miles de kilómetros de lugares como Maine, en Estados Unidos, hasta un hogar invernal en las montañas del centro de México. El viaje es particularmente asombroso porque las mariposas que llegan a México nunca han estado en las zonas donde arriban para invernar; son las descendientes de las monarcas que migraron desde México en el ciclo anterior (las mariposas se reproducen en su camino hacia el norte y después mueren).

“Si alguna vez has visto dentro del cerebro de una mariposa, te habrás percatado de que es del tamaño de la cabeza de un alfiler y, a pesar de esto, la minicomputadora que se encuentra dentro de esa cabeza de alfiler tiene toda la información necesaria para llevarlas a México sin haber ido antes”, comentó Brower en una entrevista que dio en 1990 a The New York Times.

En la década de los ochenta, Brower trabajó con el gobierno y grupos mexicanos para establecer santuarios que protegieran de la explotación forestal a los bosques de abetos, claves porque son donde se concentran las mariposas, aunque en años posteriores denunció que aún había tala ilegal.

“Los tesoros biológicos como la monarca son tan valiosos como la Mona Lisa”.

Asimismo, Brower expresó su preocupación por los efectos que pudieran tener en las mariposas los herbicidas y los cultivos modificados genéticamente en Estados Unidos, pues las monarcas dependen del algodoncillo cuando cursan su parte del ciclo vital en el norte.

“La gente que visita por primera vez los santuarios de la mariposa monarca en México queda atónita ante las mariposas que flotan en el cielo, pero Lincoln tenía el corazón roto al ver la disminución dramática que sufrió la especie desde las expediciones que realizó en las décadas de los setenta y los ochenta”, mencionó en un correo electrónico Fink, profesora de Ecología en la Universidad Sweet Briar en Virginia.

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Las mariposas Monarca viajan cerca de 4000 kilómetros desde Estados Unidos y Canadá para llegar a México. CreditRebecca Blackwell/Associated Press

Lincoln Pierson Brower nació el 10 de septiembre de 1931 en Madison, Nueva Jersey. Sus padres fueron Bailey y Helen Pierson Brower. Creció en Chatham, Nueva Jersey, y quedó fascinado con las mariposas y las polillas a una corta edad.

En 1953, recibió el título de biólogo de la Universidad de Princeton. Comenzó a estudiar las monarcas cuando estuvo en la escuela de posgrado de Yale, donde recibió un doctorado en Zoología en 1957.

De 1958 a 1980, Brower dio clases en la Universidad Amherst y, de 1980 a 1997, en la Universidad de Florida. Desde 1997, fue profesor investigador de Biología en la Universidad Sweet Briar.

A pesar de que es más conocido por su trabajo con las monarcas, Brower destacó en otras áreas. En las décadas de los cincuenta, sesenta y setenta, estudió la coloración y el mimetismo adaptativos en la naturaleza al lado de su primera esposa, Jane Van Zandt Brower. Brower también examinó la conservación y la ecología de los ríos, en especial del río Connecticut, y realizó dos documentales sobre inundaciones de ríos.

En 1977 realizó su primer viaje a México para investigar las monarcas. No solo estudió el viaje migratorio de las mariposas; también analizó la química de sus hábitos alimentarios.

“Las mariposas le fascinaron toda la vida, pero la monarca le permitió ser uno de los fundadores del campo de la ecología química (o química ecológica, como él prefería llamarla) y convertirse en uno de los defensores de la conservación de las colonias que pasan el invierno en México”, mencionó por correo electrónico su hijo, Andrew Van Zandt Brower, biólogo de la Universidad Estatal de Middle Tennessee.

Brower no pensaba que la monarca estuviera en peligro de extinción, al menos no por el momento. Sin embargo, alertó en varias ocasiones que su espectacular patrón migratorio estaba en riesgo.

“Las poblaciones sedentarias de monarcas se dan de manera natural en las islas del Caribe, Trinidad, Bermuda y Suramérica. Las monarcas sobrevivirán como especie en algunos de esos lugares”, dijo en 1998. “No obstante, nos perderemos de su increíble y hermosa migración y de todo lo que esté asociado con ella. Es por eso que he dicho que este bello síndrome de la migración y el ciclo invernal es un ‘fenómeno biológico en peligro de extinción’”.

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Brower en 2016 en la Universidad Sweet Briar en Virginia, donde él era catedrático e investigador de Biología. Él era conocido como el mejor amigo de la mariposa monarca.CreditCentro para la Diversidad Biológica, vía Associated Press

Debido a que Brower era conocido como el mejor amigo de las monarcas, a menudo se enfrentaba a una pregunta en particular.

“De vez en cuando, me hacían esta pregunta en las ponencias públicas: ‘Y bien, profesor Brower, dígame: ¿para qué sirve la mariposa monarca?’”, comentó en alguna ocasión. “No hace falta decir que me enfurecía bastante cuando alguien me preguntaba eso”.

Sin embargo, tenía una respuesta, una que provocaba que quien la hubiera hecho reflexionara sobre el tipo de cosas que valoramos y por qué lo hacemos.

“He visto la Mona Lisa en París”, comenzaba. “¿Para qué sirve la Mona Lisa? En realidad, es solo una pintura en un pedazo de papel. Pero la admiramos como parte de nuestra cultura y de nuestra tradición”.

“Creo que debemos darnos cuenta de que los tesoros biológicos como la monarca son tan valiosos como la Mona Lisa”.

Además de Fink, con quien se casó en 1990, y de su hijo, le sobreviven una hija, Tamsin Brower Barrett, y dos nietos.

Según su esposa, a Brower siempre le dio gusto conversar con niños de escuelas primarias sobre orugas y mariposas, y era el tipo de académico que llevaba su trabajo a casa. Fink mencionó que de abril a octubre usaban una luz ultravioleta en el hogar para que él pudiera censar las especies de polillas.

Hace poco tiempo, Brower y Fink grabaron una breve historia oral sobre la vida del científico. Brower recordó que lo castigaron en la escuela por no entrar a clases, pues se retrasó por querer recolectar un tipo particular de polilla.

“Me suspendieron un día y me humillaron”, rememoró. “Me tuve que sentar en una silla dentro de un salón de clases todo el día”.

Fink le preguntó: “¿Valió la pena?”.

Brower respondió: “Totalmente”.

 

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