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Enrique “Kardashian” Peña Nieto

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25 de Marzo de 2019

Balconeando

Francisco Rodríguez

 

Voluptuosa, desvergonzada y sin pudor, Kim Kardashian no tenía la mejor reputación cuando saltó a la fama. Hoy tiene más de 120 millones de seguidores en las redes sociales. No canta, no baila, no actúa, es simplemente la estrella de las selfies, la celebridad más googleada.

 

Igual Enrique Peña Nieto, quien carece de pudor y de vergüenza. Con la peor notoriedad, saltó EPN a la fama de las revistas y las notas llamadas del corazón. No lee, no articula más de diez palabras seguidas, es simplemente el manequí al que fotografían acompañado de una modelo que, como en el caso de su ex esposa, tendrá que pagar con creces en algún momento.

La estrategia escogida por Peñita para reposicionarse en el ánimo público fue la de la frivolidad. No podía ser otra en un producto nato de la televisora de Chapultepec 18, que lo llevó al estrellato político a base de infomerciales –más que bien pagados– y hasta le buscó pareja de entre su elenco. Ni eso pudo hacer por sí mismo.

Ex jefes de Estado de otras latitudes se dedican a la academia. A escribir. A dictar conferencias. A asesorar pro bono a otras figuras políticas. Peña no. No tiene esos alcances. Por eso juega golf casi todos los días. Sigue bebiendo en botellas de agua que en realidad están rellenas de vodka. Cuenta sus muchos haberes con José Antero Rodarte Cordero. Y nada más.

Pero ahí está. En las portadas. En redes sociales. Con tacones para elevar su estatura. Acompañado de una rubia. En una boda. En Acapulco. En Ixtapan de la Sal. En el fraccionamiento Lomas Country, con otro dechado de cultura como sin duda lo es Emilio Gamboa Patrón. Filtrando notas en contra de su ex, Angélica Rivera, para que se consolide la idea de que ella es sólo una mujer ambiciosa.

 

Ni Julio César Chávez, ni Mohamed Alí… ¡la pelea mejor pagada de la historia!

 

El sábado 27 de noviembre de 2010, Enrique Peña Nieto y la actriz Angélica Rivera se casaron en una boda que, como show, transmitió Televisa. Nueve años después buscan acabar con el enlace, por lo que ella exige para concretar el divorcio 35 autos y 12 años de vuelos privados para evitar molestias. No se habla de sumas de numerario que, por supuesto, deben ser caudalosas.

Salvador García Soto, en su columna “Serpientes y Escaleras” en El Universal, mencionó que estas son sólo dos de las exigencias de la actriz conocida en México como “La Gaviota” para otorgar el divorcio al toluquita.

El comunicador refirió que los papeles para disolver la unión entre Peña Nieto y Rivera estuvieron listos desde antes de diciembre pasado, pero fue el ex mandatario quien estratégicamente decidió postergarlo para exhibirse en todos los medios con Tania Ruiz, quien podría ser su nueva novia.

Al mismo tiempo, desde Guatemala se han originado informaciones que Filtran detalles del “romance prohibido” de Peña Nieto con un político famoso. A éste le dan nombre y apellido: Manuel Velasco Coello, esposo de la actriz Anahí. Ahí también se señala que en 2016 cuando EPN estuvo en el ojo del huracán luego de que circulara el rumor de que tenía una relación con el actor Eduardo Verástegui, todo porque el artista fue a invitado a una gira por el Vaticano hecha por el ex gobernante

Pura farándula. Sólo frivolidad.

 

Las dos caras de la frivolidad. Evasión y presunción de lo recién adquirido

 

La frivolidad a menudo se asocia con la estupidez o una forma de inconsciencia. La persona que es frívola no está comprometida con la realidad y se limita a quedarse con lo banal.

La frivolidad excesiva implica un desprecio por la realidad y representa un problema, ya sea personal (no abordar los problemas en sí mismos) o social (falta de solidaridad con los problemas de los demás).

La frivolidad también aparece vinculada a una forma cultural. Los productos y servicios de lujo, por ejemplo, tienden a tener un valor extra, ya que la persona que los compra los exhibe en una actitud frívola. No importa solo tener una nueva novia rubia, el comprador quiere mostrarlo y hacer saber a todos de su adquisición.

Como estrategia política de reencuentro con los mexicanos, la escogida por EPN es fútil. Sólo lo asemeja a Kim Kardashian. No canta, no baila, no actúa, es simplemente la estrella de las selfies.

 

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