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Serna seduce por la naturaleza de su personaje; el periodista envilecido

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Eduardo Mora Tavares 

  • El antihéroe, además, misógino y violento
  • Carlos Denegri, El Vendedor de Silencio

Desde que devoré La región más transparente, de Carlos Fuentes, cuando terminaba la secundaria, no había leído una novela tan atractiva sobre la vida política en México como El vendedor de silencio de Enrique Serna. Hoy, con más de 60 años de distancia en la publicación de una y otra, me parece que son complementarias.

El nuevo libro de Serna seduce por la naturaleza del personaje y su entorno social y político, reconstruidos con talento y eficacia literarias por el autor.

Supe por el propio novelista que estaba empeñado en abordar la vida de Carlos Denegri durante una plática que nos dio a los alumnos de la doctora Alicia Reyes en su taller literario de la Capilla Alfonsina, unos tres años atrás.

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Carlos Denegri, el texcocano que llegó a ser el mejor periodista de México

 

 

Sobre el famoso periodista políglota, asesinado por su esposa al iniciar 1970, escuché comentarios de varios reporteros estrellas de Excélsior cuando lo dirigía don Julio Scherer García, y de Manuel Becerra Acosta hijo, quien fue director del diario unomásuno, donde trabajé 11 años.

Como estudiante universitario de Lengua y Literaturas Hispánicas consulté, en la antigua Hemeroteca Nacional, ubicada en la calle del Carmen, ejemplares de Excélsior con crónicas de primera plana de Denegri, entre ellas una que me sorprendió por ubicarme el México de principios de los años 60: la descripción del avión rentado, creo que a Pan Am, por el gobierno del presidente Adolfo López Mateos para una gira por Asia. Creo recordar una foto en portada mostrando la cabina del moderno aparato.

No sé si alguno de los discípulos de Denegri en la redacción de “el periódico de la vida nacional”, habría podido escribir mejor este libro. Es posible que conocieran más detalles que los que cuenta Serna, pero la recreación construida por éste es verosímil. La trama, más la anécdota, creo, se unen en una lograda conjunción.

La obra indaga las razones de Denegri, el mejor periodista de México, según el juicio de Scherer, para convertirse en un ser envilecido, misógino y violento. El infierno personal de un divo del periodismo, con una cantidad impresionante de reportajes internacionales y entrevistas a líderes mundiales, que transformó sus éxitos en fracasos. Esto en el marco de la evolución y crisis de un sistema político autoritario, regido por un partido hegemónico. En una entrevista con mi ex colega Mónica Maristain, Serna explicó que trató de hilar fino para “saber qué pasaba en el alma de este sujeto para llegar a eso”.

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Otro aspecto que me parece importante es el tratamiento de las turbulentas relaciones amorosas del personaje, un dandi extorsionador, retratado por las películas mexicanas de los años 50. El machismo, el endiosamiento de las mujeres hermosas, las amantes, las putas, las madres y esposas engañadas. Recordé la película “Reportaje”, dirigida por Emilio el Indio Fernández, con una visión glamurosa de la prensa mexicana en esa década.

Cuando son conocidas las circunstancias de la muerte del periodista (su asesina y última esposa escribió un libro titulado ¿Maté yo a Carlos Denegri?), Serna resuelve con solvencia el final.
Recientemente, uno de mis ex jefes en El Universal, Gerardo Galarza, reportero de Proceso por décadas, invitó a la lectura de la obra, a la que hizo algunas observaciones. No puedo negar que me gustaría leer puntos de vista de otros reporteros, del pasado y de las nuevas generaciones sobre El vendedor de silencio, sobre todo cuando se debate otra vez el papel de los periodistas y los medios en un tiempo de transformaciones políticas, sin ignorar el tema de las relaciones entre periodismo, literatura e historia.

PD: Aprendí el periodismo, que ejercí por 36 años, con maestros de la vieja guardia, entre ellos mi tío Mario Mora Barba (pionero del diarismo en Aguascalientes, mi ciudad natal, y mi hermano Guillermo Mora Tavares, ex reportero del Excélsior de Scherer y del unomásuno de Becerra Acosta. No olvido a otros maestros, en homenaje póstumo: Hugo L. del Río, Pedro Álvarez del Villar, Marco Aurelio Carballo y Óscar Hinojosa, quienes seguramente habrían leído El vendedor de silencio con interés crítico. Los tres primeros incursionaron en la literatura con cuentos y novelas. Serna también habla de Jacobo Zabludovsky. Yo no trabajé directamente con él, pero fui editor internacional de la revista Época fundada por su hijo Abraham Zabludovsky, otro de mis maestros en la redacción, como lo fueron igualmente Roberto Rock, Rafael Cardona, Raymundo Riva Palacio, Carlos Ferreyra, Daniel Lasky, José Carreño Figueras, Jorge Zepeda Patterson, Ramón Alberto Garza, Ignacio Rodriguez Reyna, Francisco Gómez Maza, Alejandro Irigoyen y Alejandro Páez.

* Esta historia se publicó originalmente en el perfil de Face Book del periodista Eduardo Mora Tavares, donde puede ser consultada en su original

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