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Los grandes desequilibrios que dejará el Coronavirus en la economía

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economipedia | Los grandes desequilibrios macroeconómicos que presentan muchas economías dificultan la recuperación. Países como España o Italia prevén un incremento desorbitado en sus niveles de endeudamiento público, con previsiones del FMI que sitúan el endeudamiento en el 120% y 150%, respectivamente.

 

En las últimas semanas, la dura pandemia que atraviesa la economía ha puesto en jaque al mundo. Un jaque que podría considerarse como coyuntural, pero que podría tener efectos devastadores para determinadas economías. Y es que no estamos hablando de una crisis más, sino de una crisis que, como indicó el Fondo Monetario Internacional y replicábamos hace unos días, es la mayor contracción económica desde el Crack de 1929; en resumidas cuentas, una de las mayores contracciones de nuestra historia.

 

Conforme se van publicando los pronósticos de crecimiento, los datos que van proyectándose sobre las distintas economías, haciendo mella en las economías europeas —más dañadas por el COVID-19—, son cada vez peores. Tal es el agravante que, mientras que el Banco de España rebasaba todos los pronósticos publicados, con una previsión de contracción de hasta el 13,5% para el producto interior bruto (PIB) español, el banco Morgan Stanley, a la semana de la publicación de dicho informe de la autoridad monetaria española, se pronunció con unos pronósticos que, ya de partida, situaban la contracción en un 13%, pudiendo alcanzar una contracción del 22,6% en el peor de los casos.

Más escalofriantes son estas cifras cuando nos vamos a hablar de otros macroindicadores como son los de desempleo, deuda o déficit. La Oficina Presupuestaria del Congreso de los Estados Unidos, ya pronostica un incremento en la tasa de desempleo que, tras la pandemia, podría acrecentar la tasa de paro en el país, la cual registraba hace unos meses mínimos históricos (3,8%), considerados dentro de los parámetros de pleno empleo, hasta alcanzar niveles del 16%. Una duro shock que podría provocar un déficit en el país cercano al 11% del PIB, lo que en términos absolutos podría rondar los 3,7 billones de dólares.

Ni la primera economía del mundo ha encontrado la vacuna para remediar esta crisis en materia económica. A la espera de las inyecciones y los paquetes de estímulo, los países se muestran tensos, nerviosos, ante una crisis que está dejando al descubierto todos esos desequilibrios que, como vemos, muestran el conjunto de economías. Y es que, aunque lo habitual es hablar de asimetrías entre los países que integran la economía global, el Coronavirus ha acentuado esas asimetrías, destapando unos desequilibrios que, para Estados Unidos, Italia o España, supondrán un aumento de su deuda hasta superar niveles nunca vistos previamente.

Después de la enfermedad, la deuda

Hace unos días, el prestigioso diario económico The Economist abría la portada de su revista con un titular que decía: “Después de la enfermedad, la deuda” (En inglés, “After the disease, the debt”).

Uno podría pensar que lo único que importa a los economistas más pesimistas en estos momentos es la deuda pública. Además, bien conocida es la percepción de otros muchos economistas que consideran nefasta esa obsesión que determinados economistas tienen con reducir la deuda y evitar la emisión más deuda, en escenarios donde el apalancamiento ya es muy elevado. Sin embargo, estés a favor o no de la deuda, eso es irrelevante. Pues, sea como sea, la deuda acaba teniéndose que pagar. Tarde o temprano, algún día, la deuda que contrae un país debe afrontarse. Y este es uno de los grandes problemas a los que se han enfrentado muchos países en esta crisis: un elevado nivel de deuda que dejaba escaso fondo de maniobra a los países.

Si algo ha requerido esta crisis sanitaria y económica ha sido una respuesta fiscal por parte de los bancos centrales. Conforme iba avanzando la pandemia, los Bancos Centrales iban respondiendo con inyecciones de liquidez que tenían por fin el estimular las distintas economías, tratando de paliar, tratando de mitigar, los efectos de una crisis que, ante el shock de oferta derivado del bloqueo y las medidas de confinamiento, estaba provocando una fuerte y drástica caída en la liquidez. Una liquidez que los bancos centrales trataban de suplir, precisamente, con esas inyecciones que mencionamos.

En Europa, el Banco Central Europeo (BCE) inició un programa de compra de activos por valor de 750.000 millones de euros que se prolongará hasta final de año. Para hacernos una idea, más del 50% de toda la liquidez inyectada en los últimos años anteriores, así como un programa de mayor calado, en contraste con el de la gran crisis financiera de 2008. Estados Unidos, por su parte, pretende inyectar a la economía más de 2,3 billones dólares (en el sistema americano, 2,3 trillones de dólares). Otra fuerte apuesta que tiene como fin el mismo que el que persigue la Unión Europea; mitigar los efectos de una dura crisis que mantiene bloqueada toda la economía. 

Inyecciones a las que se suman las proporcionadas por otros países, así como las que irán llegando en los próximos meses. Unas inyecciones que, a su vez y valga la redundancia, además de paliar los efectos de esta crisis, están ensanchando esos desequilibrios que, como decíamos anteriormente, presentan los distintos países que integran la economía. Y es que, como ya anuncian los distintos organismos, así como sus pronósticos, los niveles de deuda en países como Italia, podrían rebasar hasta el 150% del PIB. En países como Estados Unidos, la deuda podría llegar a dispararse por encima del 100% del PIB, mientras que en España, otro de los grandes afectados, podría cerrar el año con una deuda superior al 120% del PIB.

En resumen, unos niveles de deuda a los que los distintos países tendrán que enfrentarse, dejando un delicado escenario para futuros shocks que pueda vivir la economía, de no corregir los niveles de endeudamiento de forma progresiva tras la crisis. Y es que, con un 120% de deuda sobre PIB, otro shock en la economía incapacita la actuación de los bancos centrales, pues toda disciplina presupuestaria, por muchas crisis que justifiquen el endeudamiento, estaría resquebrajándose. El escaso colchón fiscal con el que cuentan muchas economías, ahora menor aún, las pone en una situación que, de no corregirse con duras reformas y sacrificios, podría derivar en severos problemas a largo plazo.

El coste de financiación, una amenaza latente

Como bien sabemos, emitir deuda, aunque los tipos de interés se muestren en mínimos históricos, conlleva un coste que los países deben afrontar. En los últimos años, las políticas acomodaticias del Banco Central Europeo, así como otras autoridades monetarias centrales, han provocado que estos coste se muestren artificialmente bajos. La intensa política monetaria expansiva ha llevado a países como España a presentar unos indicadores que, como la prima de riesgo o el coste de financiación, ante la realidad de una economía ahogada por la deuda, se mostraban artificialmente bajos. 

Y es que, esas insistencias de los bancos centrales por mantener unas buenas condiciones de financiación han incentivado ese incremento masivo de deuda. Pues, en un escenario en el que emitir deuda, como afirmaron gobernantes españoles, es tan barato, ¿por qué no aprovechar para emitir? Con este mensaje se anunciaba a los españoles la nueva emisión que hacía España a principio de año para financiar una serie de gastos que, como el de las pensiones, seguía provocando la contratación de más deuda para el pago de un sistema deficitario crónico.

Sin embargo, teniendo en cuenta lo que mencionábamos anteriormente, hasta ahora, no hemos sido conscientes del gran problema que existe en presentar un nivel de deuda tan elevado. Especialmente en un convulso escenario y donde los costes de financiación podrían dispararse inesperadamente. Recordemos el mensaje de Lagarde en la comparecencia del BCE, así como la reacción de los mercados de deuda soberana tras su alusión a la indeseada responsabilidad del banco central de sostener las primas de riesgo y mantener las condiciones de financiación favorables. Una afirmación que elevó las primas de riesgo en cuestión de segundos, preocupando a aquellos gobernante europeos, cuyos países presentaban mayores niveles de deuda.

El mensaje de la Presidenta del BCE generó la duda en los inversores sobre si el organismo central respaldaría la deuda de países que, como España, Italia, Francia, Portugal o Grecia, presentan unos niveles de deuda tan elevados. Y es que, este tipo de declaraciones son bastante preocupantes, pues recordemos que la capacidad de pagar la deuda, en muchos escenarios, depende de esas condiciones de financiación. Sin embargo, en un escenario en el que se deterioran esas condiciones, una gran cuantía de dinero público se estaría drenando al pago de los intereses; una situación que, como ya ha ocurrido en la historia, provocó serias dificultades para la economía.

Aunque la situación siempre ha sido favorable, cuando contraemos deuda nunca tenemos en cuenta escenarios pesimistas que, a la larga, podrían elevar nuestra deuda sin la imperativa necesidad de emitir más. España, para hacernos una idea de lo que tratamos de ejemplificar, paga en torno al 3% de su PIB en intereses de deuda. Sin embargo, un deterioro en las condiciones de financiación, en un escenario en el que, además, se eleven los tipos de interés, podría elevar ese coste que, en estos momentos, representa el coste total de la deuda en el país. Es decir, podríamos meternos en unos intereses que en relación con el PIB se situasen en el 4%, y eso sin la necesidad de elevar el ratio de deuda/PIB, sino por el deterioro en las condiciones de financiación.

En conclusión, este tipo de escenarios son los que más preocupan para países que, como los recurrentemente citados a lo largo del artículo, presentan elevados niveles de endeudamiento público. No podemos seguir elevando la deuda de forma desorbitada, pues el descontrol en asuntos como este conlleva una gran factura para aquellas economías que así se muestren. No digo que las economías no deban endeudarse, pero sí hacerlo con control. Caer en el error de que la deuda no se paga, es en el error que han caído muchos países y que ahora no solo se muestran insolventes, sino también incapaces de poder estimular sus economías en escenarios como el que vivimos actualmente.

Por esta razón, la disciplina presupuestaria no solo debe primar en esta crisis, sino que las reformas estructurales para enfocar bien nuestro futuro económico deben ser el siguiente paso para evitar futuros colapsos.

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