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Aislado, el imperio Ming rompió con Occidente

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China: Ruta de la Seda (VIII)

  

Luis Alberto García / Beijing, China

 

* Hacia el año 1100, los europeos ya producían textiles de alta calidad.

* Italia y Francia entraron en franca competencia con el Lejano Oriente.

* La modernidad provocó cambios radicales y profundos.

* Sociedad, economía y política dieron giros y sesgos totales.

* También el té significó la modificación de las reglas económicas.

* El comercio marítimo alcanzó su esplendor con la dinastía Song.

 

En la primera década del siglo XV, hacia 1405, la política de la dinastía Ming aplicó el aislacionismo llevado límites extremos como política de Estado, ordenando detener el comercio hacia los cuatro puntos cardinales y en todo el territorio de un imperio que iba más allá de la Ruta de la Seda, rompiendo lazos con Occidente en una época en que ya decaía la demanda.

 

Productos casi similares en calidad a los orientales ya eran producidos en Occidente procesados por los europeos, como ocurría desde 1100, cuando los italianos comenzaron a fabricar sus propios textiles.

Lenta, paciente y persistentemente, tres siglos después, Lyon, al este de Francia, se convertía en importante centro textil y abastecía de seda los mercados europeos, lo mismo que porcelana que, con la incipiente industrialización, cubría parcialmente y satisfacía la demanda interna.

Después de esto, algunas de las rutas de la Ruta de la Seda del Asia Central fueron reabiertas, especialmente aquellas cercanas a las áreas montañosas en Tayikistán, Afganistán, China, Pakistán y la India, que continuaron siendo utilizadas hasta principios del siglo XX.

Los siglos XIX y XX fueron escenarios de cambios radicales y profundos en todos los aspectos de la política, la economía, la sociedad, el pensamiento y la religión en el mundo, por ejemplo el ataque japonés de 1937 a la nueva China, que luego entraría en una guerra civil, a luchas inacabables entre un orden que deseaba imponerse y otro que no acababa de irse.

Las disputas territoriales entre las naciones orientales obligaron a revivir y llevar a Europa la ruta terrestre que trasladaba la seda desde cientos de años antes: en 1939, los japoneses controlaban las aguas costeras chinas, y el gobierno nacionalista de derecha del Kuomintang pidió a la Unión Soviética que construyera una carretera.

Quería que ésta coincidiera parcialmente con la parte norte de la antigua Ruta de la Seda, en trazado de tres mil kilómetros de vía de ferrocarril, de Turquestán a Siberia (el llamado Turk-Sibir) hasta Lanzhou, en territorio chino.

En 1940, el imperio de la Gran Bretaña cerró la ruta de Birmania a China a instancias de Japón, y la Ruta de la Seda soviética se convirtió en la única vía por la cual China podía recibir ayuda del exterior.

De 1937 a 1941, los soviéticos entregaron armamentos y esto ayudó sobrevivir a los ejércitos Kuomingtang liderados por Chang Kaishek y a los comunistas de Mao Zedong y Chou Enlai que siguieron enfrentados en la cruenta guerra civil hasta el 1 de octubre de 1949.

Con el tiempo ganado, esto permitió que, concluida la Segunda Guerra Mundial con la derrota de Japón y desde fines de 1945, el comercio marítimo resucitara y los aviones también ayudaran a transportar mercancías.

Como se ha visto, fueron varias las rutas de la Ruta de la Seda a lo largo de la historia: de 1300 aC a 1400 dC la realidad no fue en un solo camino, y el nombre colectivo dado a una serie de antiguas rutas comerciales terrestres que unían China, Asia Central, Oriente Medio y Europa perfiló el comercio de la misma con China, que fue su origen, localizado en Xi´an o Chang´an.

Las largas y sinuosas rutas en el norte de China siguieron el corredor de Gansu, un enorme valle de mil kilómetros de largo a través de la provincia de ese nombre: el extremo oriental del valle se abría en Lanzhou, y el extremo occidental en Dunhuang.

Permitiéndonos una recapitulación, hay que decir que las rutas comenzaron en las antiguas ciudades capitales de Luoyang y Xi’an, cruzaron el río Amarillo en Lanzhou y luego siguieron el corredor de Gansu hacia Xinjiang.

En Dunhuang, la ruta se dividió de tres maneras: la rama del norte cruzó alrededor de las montañas de Tianshan y las otras dos cruzaron al norte y al sur del desierto de Taklamakan o la cuenca de Tarim.

En un periodo que va de 700 a 1930 se da un contraste con el norte de la Ruta de la Seda: los principales productos de exportación de ese camino histórico fueron el té y los caballos; sin embargo, los imperios de las dinastías Ming y Qing continuaron el comercio de seda, pero privilegiando especialmente el comercio de té con el Tíbet y el sur de Asia.

Fue a través de las antiquísimas rutas comerciales, que dieron paso a las nuevas Rutas del Té y de los Caballos -chama en chino-, también conocidas como las “Rutas de la Seda del Sur”, que partían de Unnan y Sichuan como grandes zonas exportadoras de té.

Éste fue vendido al imperio tibetano durante más de un milenio, mientras, a cambio, los tibetanos exportaban caballos y diversos productos; sin embargo, en los tiempos modernos, el comercio marítimo y la disponibilidad de té de la India y de Ceilán hicieron obsoleta esa ya legendaria ruta comercial.

A su vez, la Ruta de la Seda marítima creció en importancia a partir de la dinastía Qin (221–206 a C); pero debido a las conquistas y guerras de los árabes en Occidente, el comercio marítimo aumentó en la era Tang.

Con la invasión mongola del Asia Central, el comercio marítimo alcanzó su punto máximo durante la segunda etapa de la dinastía Song (960–1279), que ya había reinado en China de 420 a 479 seguida de las Qi, Liang y Chen, entre 479 y 589.

A bordo de sus juncos artillados en los mares y en los ríos, los Song controlaron la mayor parte de los negocios y la economía en costas y territorios que eran disputados por todas las tribus mongolas y las más de 56 etnias chinas entonces existentes.

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