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A tí de qué color, de qué sabor, de qué talla te gusta tu político

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Arturo Sandoval 

“Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos”. Nicolás Maquiavelo.

 

Mira esas nubes, parece la silueta de Mickey Mouse; no, creo que es más la figura de una ballena con orejas. Estás borracho, yo veo ahí como un Ferrari gris.

Formas y siluetas súbitamente aparecen y desaparecen o se transforman. Se alargan, se inflan, se  empequeñecen; finalmente se esfuman si están formadas de nubes, humo, lodo, agua, guisos o sombras. Dónde hay fuego, el cerebro quiere ver figuras de horror en desgracias;  en el 9-11 es famosa la foto donde el humo de una torre semeja una demoniaca cara; en incendios de bosques se llegan a ver figuras de calaveras en el humo. Así, en todas estas desgracias destacan las imágenes más negativas.

 

 

 

Otras figuras imaginarias; aunque se van transformando a veces en horas, días, meses y hasta años, son la producidas por humedad en paredes o techos, desprendimientos de pintura, erosión de muros o de piedras. Las figuras pueden cambiar depende el lugar donde se les mire o los cambios de iluminación.

La *pareidolia puede surgir en diferentes dimensiones y de manera tangible cuando vemos rostro, siluetas o lo que sea en superficies planas de granito, mármol o de cualquier piedra; incluso cemento. En el nivel de dos o tres dimensiones, encontramos piedras o cortezas de árboles, hasta enormes riscos con figuras religiosas, también de animales o terroríficas; sin llegar a la perfección de “La Isla de la Calavera” de Kong.

Nadie olvida esas pareidolias estresantes,  impuestas en los test psicológicos en la escuela o en entrevistas laborales con hojas manchadas con tintas y las manchas con formas  parecidas  a mariposas y otras formas.

La pareidolia en el arte es tan común como ver a un elefante pintar en un lienzo, a un ex militar con balas de salva, reventar globos con pintura para salpicar el lienzo; a otro escupir pintura en paredes y crear una “obra de arte”. Los museos y galerías están llenas de pinturas que nadie entiende o les dan millones de interpretaciones. Incluso hasta en pinturas realistas se puede interpretar que la mustia sonrisa de la Gioconda es por soltar suavemente un gasecito. En la publicidad subliminal, estamos cansados de buscarle significado manipulador a los mensajes gráficos.

Salvador Dalí, solía usar chalecos; la mayoría de veces de telas brillantes. Así, en una mesa del Maxim’s parisino, con 10 ó más de sus invitados, que no siempre eran los mismos; aunque su actitud de plebeyos ante el rey Dalí era de igual adoración. Dichos chalecos con varias puestas sin lavar. Traían manchas de café por todo el frente, huellas resecas diferentes y más cargadas al paso de los días. Alguien en esas mesas preguntó al maestro por qué no lavaba su prenda.  Él respondió que al estar recostado en la cama leyendo un libro y tomando café, este goteaba sobre su chaleco y le gustaban las manchas caprichosas, y cambiantes cada día. Oh, por favor, no recordemos los colchones u otras prendas.

La pareidolia se crea de estas y mil maneras más, algo como para englobarse en la frase “Nada es verdad, nada es mentira; todo es según el cristal con que se mira”. Si se buscan composiciones angelicales, o de animales o de cualquier cosa, se le podrán encontrar las mangas al chaleco o víboras con chiches ¿Matrix es una exaltación de pareidolia?

 

 

 

Y mire usted que si a metáforas nos vamos, la pareidolia política es, sobre todo en estos momentos en México factor de división o de unidad según se esté convencido o también lo que a cada quien convenga. Podrá medirse en intereses de negocios, políticos, de poder o hasta causas nobles en beneficio de semejantes. Ayer veíamos cara de santo a un político, hoy la tiene de grillo y mañana se la veremos de chapulín; a los dos días del peor y más ruin villano. Las pareidolias, podrían ser más que nada, ganas de creer.

NOTA: la política es el mundo más subjetivo donde la pareidolia le da vuelo a la hilacha con figuras y desfiguros.

* La pareidolia es un fenómeno psicológico donde un estímulo vago y aleatorio es percibido erróneamente como una forma reconocible. Una explicación de este fenómeno, conforme al funcionamiento del cerebro, es descrito por Jeff Hawkins en su teoría de memoria-predicción. Wikipedia.

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