POR LA ESPIRAL
Claudia Luna Palencia
A lo largo de varias décadas un grupo de países han acumulado tensiones crecientes derivadas de disputas limítrofes. Algunos de esos roces son más preocupantes que otros, por su capacidad de desatar un conflicto regional que termine convirtiéndose en otra conflagración mundial de consecuencias desconocidas.
Además del caso de Ucrania, hay otro altamente sensible y tiene que ver con India que no guarda una buena vecindad ni con Pakistán, ni con China. Precisamente, María José Izquierdo, analista del Instituto Español de Estudios Estratégicos refiere en El conflicto de Cachemira más allá de la disputa territorial que de las 309 fronteras terrestres en el mundo, un 17% se encuentran cuestionadas y 39 países están inmersos en disputas jurídicas sobre de islas y archipiélagos.
Del caso en particular de India y Pakistán, Izquierdo destaca lo delicado del conflicto por tratarse de dos países que poseen armas nucleares; la historia se remonta a 1947, año de la independencia de ambas naciones, lejos de su etapa colonial.
Los dos reclaman su soberanía en Cachemira, una zona que está convertida en la más militarizada del mundo, como explica la experta, con una presencia de entre 200 mil a 400 mil tropas indias.
A su vez el conocido think tank, Barcelona Centre for International Affairs, destaca que China ha ido sumándose también al reclamo desde que Xi Jinping arribó al poder porque dicha área geográfica le facilita el corredor de su Nueva Ruta de la Seda hacia Pakistán.
“Si este territorio quedara bajo control indio, Nueva Delhi podría interrumpir el acceso de mercancías desde Gwadar a Xinjiang y quitar a Beijing el acceso al Índico más cercano al estrecho de Ormuz; además, India tendría paso terrestre a Afganistán. China considera que Pakistán es útil para contrarrestar el poder de India, pero la relación entre ambos países es especialmente asimétrica”, de acuerdo con el organismo catalán.
Luego está la mala relación de vecindad entre India y China: en 2015 se registraron 428 incidentes fronterizos y en 2019, unos 663. En enero del año pasado, justo el día de la toma de posesión de Joe Biden, sucedió una refriega en la zona de Sikkim, al este del Himalaya, en la que intervinieron tropas indias y chinas; el parte internacional habló de 20 soldados chinos y cuatro indios heridos.
A COLACIÓN
Otra bomba de relojería con la capacidad de desencadenar un gran conflicto, máxime la hostilidad constante mostrada por Corea del Norte cuyo líder, el dictador Kim Jong-un, es de naturaleza desconfiada.
El ostracismo en el que viven los norcoreanos es interrumpido de vez en vez, con lanzamientos de misiles probados en distintas fases y supervisados por el propio Jong-un.
Tan solo en el mes de enero, Corea del Norte ha hecho siete pruebas de misiles: ha lanzado desde proyectiles balísticos, misiles de corto alcance, misiles de crucero e hipersónicos.
Los ministros de Defensa y de Exteriores tanto, de Japón como de Corea del Sur, se mostraron alarmados por la situación en la vecina Corea del Norte y condenaron las acciones hostiles. Un error de cálculo en el lanzamiento de los proyectiles hasta ahora destinados al Mar de Japón podría terminar provocando una guerra.
En el análisis El conflicto de Corea elaborado por Carlos Fernández y Emilio Borque y publicado por el Ministerio de Defensa de España se hace notar que la península de Corea dispone de todos los elementos para ser un escenario clásico del juego político.
“Se puede encontrar recientemente tres momentos históricos en los que ha desempeñado este papel. En primer lugar, como espacio estratégico regional
disputado por China, Japón y Rusia; después, como teatro de conflicto entre las dos grandes ideologías surgidas tras la Segunda Guerra Mundial; por último, tras el final de la Guerra Fría, un marco de confrontación entre los dos sistemas políticos e ideológicos que representan las dos naciones, Corea del Norte y Corea del Sur, como factor determinante de generación de crisis”, indica el estudio.
Su posición geográfica recala en un triángulo de ambiciones entre potencias por su proximidad con China, Japón y Rusia; y cada nación a su manera establece sus alianzas dependiendo de sus respectivos intereses.
