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Edward G Robinson y la Impresión de Andréi Gromyko

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Wikipedia:


Edward G Robinson
 o Edward Goldenberg Robinson (en yídico, עמנואל גאָלדנבערג: Emanuel GoldenbergBucarest12 de diciembrede 1893Los Ángeles26 de enero de 1973) fue un actor estadounidense de origen rumano que trabajó en el teatro y en el cine.

 

 

Posteriormente el actor tuvo que vender parte de su inmensa colección de arte (atesoró obras de Van GoghToulouse-LautrecModiglianiPablo PicassoFrida Kahlo…) para sufragar los gastos del divorcio con Gladys Lloyd.

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Andréi Gromyko, ministro de asuntos exteriores de la URSS entre los años 1957 y 1985, llegó a conocer a Edward G. Robinson. Sobre dicho encuentro, el ex diplomático soviético escribió en 1988:

Me impresionó mucho una conversación que tuve con (…), Edward G. Robinson. Su conversación, (…) fue íntima y sincera y, durante ella, Robinson nos pintó un cuadro asombroso de la industria cinematográfica americana. «Aquí, en América, la industria cinematográfica la maneja un puñado de millonarios inhumanos. Lo único que les importa es el beneficio. Para ellos, auténticos caciques del cine, la forma de ganar millones es secundaria. Todo vale, con tal que se gane varias veces el coste de una película, una vez que se distribuye. Esa gente no sabe lo que es moralidad ni justicia social. Puede que yo no sea un experto en economía o finanzas, pero, desde luego, he observado un descenso en las normas morales que se muestran en las pantallas.» Estaba algo agitado y se veía que era un tema doloroso para él. «Más de una vez —prosiguió– me he preguntado si, desde mi punto de vista moral, debía aceptar un papel. No puedo decir que siempre haya acertado al hacer mi elección. Algunas veces no me he sentido satisfecho de mis actuaciones, en lo que al género de vida que muestro en la pantalla se refiere y al personaje al que doy vida. Sin embargo, me he resistido la mayoría de las veces a las condiciones impuestas por los amos de Hollywood.» «Las películas americanas están sobrepasando el límite de vulgaridad y corrupción —se lamentó—. Se le llama naturalismo y lo más triste es que a los espectadores los están educando con este producto y que les gusta. Así, pues, los productores se esfuerzan por satisfacer la demanda que ellos mismos han creado. Es difícil luchar contra ellos y, de todas formas, ¿quién iba a hacerlo? La lucha es desigual.» Yo le pregunté: «¿No hay ningún grupo de actores conocidos, como usted mismo, y quizá de productores, que pudieran intentar influir en el cine de forma más positiva?» «No hay grupos organizados de ese tipo —contestó él—. Y tampoco durarían mucho en los Estados Unidos. Cualquier actor que lo intentara no tardaría en morirse de hambre.» (…). «Eso es lo que les sucede a muchos actores de cine —dijo, finalmente—, que a diario tienen que exhibir un comportamiento que es un insulto para todo lo bueno y decente del ser humano.»

Andréi Gromyko, Memorias (1988) pp. 88, 89 y 90

Robinson llegó a ser enormemente popular en los años 30 y 40 con una carrera de más de 90 películas en 50 años de profesión.

En 1967, estuvo considerado para el rol del simio líder Dr. Zaius. en el filme de ciencia ficción El planeta de los simios, pero las largas sesiones de maquillaje desalentaron su participación y renunció a la producción siendo reemplazado por Maurice Evans.

Su última escena sería un suicidio en el clásico de culto de la ciencia ficción Cuando el destino nos alcance (Soylent Green1973), de Richard Fleischer. Moriría dos meses después de haber rodado esta película y dos meses antes de que se le concediera un Óscar honorífico a su carrera. Robinson nunca llegó a  ser candidato al Oscar por sus intervenciones. Tiene su nombre una estrella del Paseo de la Fama de Hollywood situada en el 6233 de Hollywood Boulevard.

 

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